Samantha
Tenía que haber tomado el consejo de Iván cuando me dijo que ignorara la llamada de Liam. De esa manera hubiese evitado estar encerrada en un ascensor junto a aquel que decía ser mi ángel y que a su vez provocaba en mí una extraña sensación de querer salir huyendo de su lado, pero que al mismo tiempo hacía que deseara lo que él tenía. Sin embargo, no sabía que era. Esa sensación provocaba que me sintiera incómoda.
¿Qué tenía él que hacía que lo deseara tanto? No era atracción física, pero no iba a negar que era un joven atractivo. Era algo más que una simple atracción, algo más allá que un deseo carnal, algo que no sabía como explicar.—¿No vas a responderme? —preguntó sentado en el suelo con su codo apoyado a su rodilla.
—Estamos atrapados en un ascensor y tú solo piensas en que no te he respondido. ¿Crees que eso es normal? —pregunté nerviosa y a la vez furiosa por quedarme encerrada en el ascensor del centro comercial del pueblo. No me gustaban los ascensores por el miedo de quedarme encerrada, hasta que finalmente me quedé atrapada en uno. Intentaba que no se me notara, pero los nervios se reflejaban en el movimiento de mis piernas que no paraban de moverse de un lado a otro. Quería salir rápido porque no podía sacar la idea de morir.
—Intento hacer que pienses en otra cosa. Se ve que estás muy nerviosa. Pero, tranquila que no vamos a quedarnos toda la vida en este lugar.
Dejé de mover mis pies. Al final lo descubrió. Solté un suspiro.
—¡Cuánto tardan! —grité acariciando mi rostro con las palmas de mis manos.
—Venga, dame una respuesta. ¿Me vas a contratar si o no? No es tan difícil.
—Creí que solo te ibas a quedar hasta el verano.
—Eso depende.
—¿De qué?
Prefirió guardar silencio y yo no insistí. Aunque moría de curiosidad por hacerlo, pero le di una respuesta a su pregunta.
—Está bien. Podría contratarte unas horas
Me miró con una sonrisa, luego me dio las gracias.
Ya había pasado media hora desde nuestro encierro. Mis nervios aumentaron haciendo que empezara a sudar y a decir muchas incoherencias. Liam se acercó hasta mí para controlarme.—No vamos a morir aquí.
—¿Cómo lo sabes? ¿Y si el aire se nos acaba?
—Eso no va a pasar. Hay rendijas de aireación —respondió lanzando unas miradas a esas rendijas, yo seguí su mirada.
—Por lo menos intenta abrir las puertas para ver si podemos salir por nuestros propios medios.
—No creo que eso sea apropiado. Podría hacer que la situación empeore. Es mejor esperar a que vengan los especialistas.
Lo miré fijamente, pero pensar en la idea de que el ascensor se desplome me llenó de terror.
—¿Y si se desploma? Puede ser que muramos en el acto —dije con horror.
Él me tomó de las manos.
—Algunos ascensores tienen un freno automático para evitar eso que dices.
—¿Hay alguna respuesta que no sepas?
—Posiblemente.
Arrebaté mis manos de las suyas, pero él intentó calmarme preguntándome cosas de mi vida y mis respuestas siempre mencionaban a Iván.
—Cada vez que hablas de Iván es como si él aún estuviera vivo —comentó con curiosidad. Inmediatamente me puse nerviosa.
—Aún lo está en mi corazón —respondí nerviosa—. No me he acostumbrado a su muerte.

ESTÁS LEYENDO
La Voz De Un Ángel
ParanormalSamantha y Alexa viven en un pequeño pueblo y como todo pueblo, éste también tiene su leyenda. Nunca pensaron que aquellas historias eran reales hasta que una serie de sucesos rompió el molde de vida que estaban forjando. Descubrirán que el mundo es...