Epílogo

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Alexa.

Se podía respirar un nuevo ambiente en el pueblo. El aire ya no era tan pesado y apenas había una incomodidad en el ambiente. Un suspiro se escapó de mis labios al ver que ya éramos libres de todo lo que nos atormentaba. Tan solo me hacía falta mi mejor amiga, Samantha. Pensar en que ella no pudo cantar la victoria que habíamos tenido me destrozaba por dentro, pero, por otro lado, me alegraba saber que habíamos vencido y que ningún amigo nuestro había muerto nuevamente a causa del pacto.

Habíamos decidido irnos del pueblo y empezar una nueva aventura y más cuando por fin empezaban a llover los conciertos en muchos lugares. Estaba contenta al igual que Aitor, además por fin pude arreglar la diferencia que tenía con Valeria. Ella dejó ir al que ella siempre repetía que era el amor de su vida, nuestro amigo Kiefer que no dudo en unirse a la aventura con Liam para seguir ayudando a personas como nosotros. Al final reconoció lo equivocado que estaba en el que le dio la razón a su amigo Aitor, donde quedaron en paz. Había sido dura la situación y más cuando me había traicionado, pero finalmente el perdón había llegado, así que le perdoné porque al fin y al cabo todos habíamos sido engañados por los demonios que vagaban por el mundo para matar, destruir y devorar. No se habían ido para siempre porque seguirían buscando a otras víctimas en las cuales poder persuadir.

La relación con mi madre biológica fue a mejor, aunque no vivía con ella. Mi madre y Gabriel empezaron a salir juntos dándose aquella oportunidad que en su pasado no lo hicieron, dejando todo de lado para empezar a disfrutar del momento, el cual me pareció bien. Así que Aitor y yo no tardamos en celebrar nuestra boda tras lo ocurrido y antes de que cada quien tomara su camino. Fue una boda, sencilla en el pueblo, en el que solo las personas más cercanas habían asistido al evento. Valeria se había hecho muy amiga de Rocío, la cual también se aventuró con Liam y Kiefer. Ella decidió hacer su vida lejos del pueblo con nosotros porque no quería estar lejos de su hermano, por lo que a mí particularmente no me importó. Sabía que la familia era lo importante a pesar de carecer de una.

Procuramos mantener el contacto aunque hablaban más Valeria y Rocío. En cada reunión que teníamos con su hermana, ella no paraba de contarnos lo que hacían.

—Me da la extraña sensación de que te quieres unir a ellos —dije riéndome por como contaba las historias que Rocío le decía.

—Ni loca, además no me perdería por nada del mundo el nacimiento de mi primera sobrina —comentó acercándose a mí para acariciar mi panza.

—Por cierto, ¿no deberías estar con tu hermano ayudándole en el negocio familiar? —pregunté cruzada de brazos, ya que siempre se presentaba, la oportunidad se escaqueaba.

—Mi hermano tiene el control, no necesita mi ayuda. Además, no soy muy buena en ello y quiero dedicarme a otra cosa.

—¿Cómo a qué?

—No sé, tal vez podría ayudarte con tus espectáculos cuando vuelvas al escenario después de dar a luz, podría cantar contigo.

Si alguien me dijera que en el futuro Valeria y yo íbamos a ser amigas, no me lo creería por nada del mundo, pero me alegraba de haber arreglado nuestras diferencias.

—Hmm, no sé, no sé. Creo que no lo veo —dije fingiendo pensarlo.

—Anda, no seas mala. Tampoco es que canté feo

—Canta

Cuando iba a cantar en ese momento rompí aguas. Ambas nos quedamos sorprendidas por lo que acaba de ocurrir y Valeria se puso nerviosa porque no sabía qué hacer. Después de los nervios y las contracciones llegamos al hospital en el que Valeria no tardo en avisar a su hermano.

Las horas pasaron y el bebé nació. Era una preciosa niña arrugadita con mucho cabello. Se veía hermosa en cuanto lo pusieron en mi pecho una vez salió de mi vientre. Su llanto nunca olvidaría.

Los labios de Aitor en mi frente me despertaron. Valeria tenía a la niña en brazos meciéndolo.

—Creo que se parece a mí —dijo Valeria con alegría haciéndole caritas al bebé.

Ambos reímos.

—¿Cómo estás, preciosa? —preguntó mi bello esposo acariciando mi cabello.

—Un poco cansada, pero feliz de tenerla ya aquí —respondí a Aitor.

Después de unas semanas, tanto Rocío, Kiefer y Liam nos visitaron para conocer a la nueva integrante de la familia.

—¿Cómo se llama? —preguntó Rocío con la bebé en sus brazos.

—Se llama Samantha —respondí con una sonrisa.

Ella sonrió y sus ojos se aguaron por unos segundos.

—Bienvenida, Sam —susurró jugando con mi pequeña.

Compartimos todos juntos y nos pusimos al día, pero esta vez viéndonos cara a cara. Nos reímos, gozamos y disfrutamos del momento porque nunca se sabía cuándo las cosas volverían a cambiar. Sin embargo, ante cualquiera adversidad, siempre nos quedaba la esperanza de un nuevo amanecer.

Después de cada lluvia se verá reflejado en el cielo un hermoso arcoíris en el que nos infundirá paz y alegría.

Fin

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