Samantha y Alexa viven en un pequeño pueblo y como todo pueblo, éste también tiene su leyenda. Nunca pensaron que aquellas historias eran reales hasta que una serie de sucesos rompió el molde de vida que estaban forjando. Descubrirán que el mundo es...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¿Cómo puedes estar preparada para decirle adiós a una persona que sabes que jamás volverás a ver? ¡Qué alguien me lo diga! Porque el dolor que siento en mi corazón me está matando...
Samantha
Sentí como el sudor se deslizaba por mi frente. Me mordí el labio inferior intentando pensar en una jugada en la cual saliera victoriosa. No perdí la fe en ello, pero mi contrincante era más fuerte que yo. Él era como Goliat y yo como David. Sin embargo, no tuve el suficiente coraje o la confianza para vencerle. Corrí en cuanto tuve la oportunidad, pero ya era muy tarde cuando sentí sus manos rodear mi cintura elevándome unos cuantos centímetros del suelo, para después sentir como me estrellaba en la blanda cama. Solté una carcajada en cuanto empezó hacerme cosquillas.
—Detente —dije entre jadeos y risas.
—¿Te rindes?
—¡Nunca! —grité de emoción.
Él no tardó en subirse encima de mí, sujetándome ambas manos y colocarla por encima de mi cabeza, mientras me lanzaba una sonrisa divertida.
—Te dejaré libre... —susurró. Dejó de hablar cuando vio que iba a decir algo, pero no tardó en silenciarme con unos de sus dedos—. Te dejaré libre con una condición.
Me quedé pensativa unos segundos y después pregunté:
—¿Y es?
—Que me ames aún después de la muerte...
Reí dándole un beso en los labios para continuar su juego.
—Tranquilo, nuestro final será mucho mejor que el de Romeo y Julieta.
☆《♡》☆
Había quedado con mi novio Iván, con Aitor Durán, su mejor amigo, y por supuesto con Alexa, quien era mi mejor amiga. Siempre solíamos reunirnos un día a la semana para compartir cerca del río del bosque. No sabía con exactitud si al final se iba a hacer la reunión, ya que Aitor había roto con Alexa la semana pasada. Al ver a Aitor que había llegado casi al mismo tiempo que yo, por un momento pensé que Alexa no iba a venir porque siempre era la más puntal de todos, o eso creí cuando la vi en la cima de la montaña dispuesta a lanzarse al río helado.
—¡Alexa! —grité a pleno pulmón para detener su intento de lanzarse al agua. Iba vestida con un largo vestido rojo y una rosa le adornaba su cabello largo. Sentí la mirada de Aitor sobre mí y luego se puso a mi lado con una sorpresa mayor que la mía.
—¿Qué es lo que pretende? —preguntó Aitor sin dar crédito a lo que veía.
Ambos empezamos a gritar para detener a nuestra amiga. No obstante, los gritos de ambos no surgieron el efecto deseado porque la castaña se había lanzado al agua. Grité cubriéndome la boca. Aitor entró al agua sin esperar mucho, ya que se encontraba a una larga distancia de ella. Sin embargo, desde mi posición pude ver como otra persona se lanzó al agua del otro lado del río. No era muy experta en nadar, por no decir que, apenas me movía en el agua, así que rodeé el río hasta la otra punta donde el sujeto que parecía desconocido fue tomando forma, era Kiefer Zabala.