Alexa
Era el momento.
Todos estaban reunidos en el salón esperando a dar inicio al ritual que según ellos iba a darnos la salida. Confiaba en Kiefer y no perdía nada en intentarlo. Al salir de la habitación bajé de la gran escalera donde me esperaba Kiefer, quien se había quedado asombrado al ver como estaba vestida, además no solo fue la mirada de él en la que me había percatado, también pude observar como Miguel lo hacía. Muchos de los miembros también me observaban y no era por solo lo radiante que me veía, sino porque sabían que estaban depositando su confianza en que pudiera someter a los demonios, sin embargo, pensar en ello hizo que sintiera el gran peso que conllevaba. Había pensado en lo poderosa que me sentía e iba a sentirme tras hacer el ritual, pero no había pensado en la posibilidad de no dar la talla y acabar de una vez por todas de aquel rayo de esperanza que había en cada uno de ellos, hasta ahora. Estaba cegada de venganza, verlos a ellos hizo que el pequeño velo que me cegaba se rasgara un poco.
—Te ves hermosa —susurró Kiefer cuando llegué hasta él entrelazando mi brazo con el de él para empezar a caminar.
Le sonreí con cierto rubor en mis mejillas y seguí caminando con él hasta estar frente a Miguel que nos observaba con aquella mirada llena de malicia que te hacía estar alerta. Era como si mi instinto me dijera que tuviera cuidado con él. Según parecía, no era un joven muy hablador, solo se limitaba a observar y cuando hablaba era con palabras claras y concisas. Mientras que Rosa era más relajada y un tanto juguetona, tal vez coqueta, pero que te daba la impresión de que era mejor tenerla de amiga que de enemiga.
Miguel empezó a hablar sobre las jerarquías que tienen los demonios y como estos iban a ser sometidos tras el ritual que iban a realizar. Me pusieron en el centro y los tres líderes me rodearon para empezar y al mismo tiempo habían pronunciado unas palabras en latín mientras me apuntaban con un símbolo de la paz, aquel que Kiefer logró ayudarme cuando pensé que iba a morir. Me relajé y empecé a sentirme de una forma diferente, aunque nada fue manifestado, pero cuando callaron todos aplaudieron. El ritual había terminado tras varios largos minutos y ahora solo quedaba celebrarlo.
—¿Eso es todo? —pregunté en voz baja cuando me acerqué a Kiefer. Él asintió.
—Aunque no lo veas, has subido varios rangos en el mundo espiritual. Luego lo comprobaremos. Ahora solo cenemos.
Asentí sin decir nada y me senté junto a los tres líderes. Cenamos sin ningún problema, llegando a apreciar las sonrisas de los presentes ante una nueva oportunidad. Muchos estaban relajados e incluida yo lo estaba porque iba a conseguir cumplir mi promesa. No obstante, después de la cena me pidieron que me quedara con ellos por si ocurría algo, pero en ese momento me acordé de Aitor. Fui hasta la habitación en la que estaba para buscar mi móvil para poder llamarle y decirle que no se preocupara, aunque ya era demasiado tarde cuando había visto todas las llamadas que me había hecho, como los mensajes enviados preguntando donde estaba o si me había pasado algo. Al llamarle a su móvil repetidas veces saltaba la locución informando que estaba fuera de servicio. Esperaba que no le pasara nada malo, así que decidí no quedarme, pero Kiefer me dijo que debía hacerlo, ya que aquí estaba más segura e incluso me dijo que iba a enviar a dos muchachos en su busca para saber si estaba bien. Eso me tranquilizó.
Me fui a dormir, pero cuando logré conciliar el sueño después de un largo tiempo tuve una pesadilla que me despertó en la madrugada. No pude volver a dormir, así que fui en buscar agua, ya que tenía la garganta muy seca. Al ir y beber escuché unos susurros que me asustaron.
—¿Hola?
Nadie contestó y me apresuré a irme a la cama, pero volví a escuchar otros susurros, así que me arme de valor, puesto que no tenía por qué ocultarme después del ritual realizado. Vi como una sombra se adelantaba a mis pasos que a pesar de llamar su atención para que se detuviera no me hizo caso. Me llevó hasta el sótano donde dude varias veces en si entrar hasta que escuché una voz conocida. Corrí lo más rápido posible hasta que me sorprendí con quien me había encontrado.
—¡Aitor! —grité su nombre con preocupación. Estaba encerrado en una celda y no solo estaba él, también lo estaba su hermana y Rocío.
Al bajar no había nadie, ni siquiera aquella sombra la cual perseguía. Solo estaban ellos tres.
El castaño se acercó a los barrotes de hierro y yo también lo había hecho. No estaba herido, algo que me tranquilizó bastante, pero al verlo encerrado me angustiaba. No sabía si Kiefer tenía algo que ver o simplemente no lo sabía, de cualquier caso no me había agradado verlo tras esos fríos barrotes.
—Te voy a sacar, pero ¿cómo has llegado hasta aquí?
—Vine a por ti. Mi hermana y Rocío te vieron irte con Kiefer, te siguieron y yo las seguí a ellas al pensar que estaban en peligro. Una cosa llevó a la otra y nos encerraron —explicó con un tono neutro.
Me había sentido mal al saber que todo ese tiempo ellas dos estaban persiguiéndonos. Tal vez habían visto lo cercano que estaba con Kiefer e incluso podrían haber visto cuando me había besado.
Las chicas estaban durmiendo y Aitor fue a despertarla mientras me encargaba de abrir la puerta. Tenía que usar el poder que tenía dentro de mí para forzar la cerradura hasta romperla.
Abracé a Aitor porque pensaba que le había pasado algo malo, pero me alegra que estuviera aquí, aunque no sabía por qué lo habían encerrado. Él tan solo se había dejado abrazar, se notaba lo incómodo que estaba al saber que el día entero me encontraba con Kiefer.
—Deberías alejarte de mi hermano. A saber en qué andas metida con Kiefer. Tendría que darte vergüenza al jugar con los sentimientos de mi hermano —escupió Valeria enfadada y sobre todo celosa.
—Valeria, calma —pidió Aitor con un tono bajo pero con autoridad.
Me encogí de hombros porque su hermana tenía razón, estaba lastimando a Aitor y eso me dolía.
—Lo siento —dije con un nudo en la garganta—. Pero es que no puedo evitarlo.
Nos quedamos un rato en silencio mirándonos los unos a los otros, ya que todos sabían lo ligada que estaba con Kiefer hasta que Rocío lo rompió.
—Será mejor que salgamos de aquí lo más rápido posible.
Todos estuvimos de acuerdo, aunque posiblemente se tratara de un error y era lo que les comentaba. Mientras caminábamos otra persona que estaba encerrada llamó mi atención dejándome paralizada.
—¿Qué sucede Alexa? —preguntó Aitor frente a mí.
—Es... Es mi madre —musité en un tartamudeo. Aitor se giró y vio a la mujer que me había traído al mundo.
No podía creerlo.
¿Qué hacía ella aquí?
🌹
No olvides votar la historia y comentarla, además te invito a seguirme para más historias que subo, disfruten ❤️

ESTÁS LEYENDO
La Voz De Un Ángel
ParanormalSamantha y Alexa viven en un pequeño pueblo y como todo pueblo, éste también tiene su leyenda. Nunca pensaron que aquellas historias eran reales hasta que una serie de sucesos rompió el molde de vida que estaban forjando. Descubrirán que el mundo es...