11. Un sueño interrumpido

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Alexa

No podía dormir. Sentía una gran tristeza por pensar que la amistad de muchos años que tenía con Samantha se había terminado. Entendía su posición tras lo ocurrido, pero igual me había dolido la forma en que había defendido a su hermana y eso me hizo pensar en que si había hecho bien en volver con él.

Me encontraba en la cocina de la casa de Aitor tomando una infusión para poder relajarme y volver a dormir. Sin embargo, mientras me sumergía en mis pensamientos, una sombra que provenía desde el exterior me sobresalto al verla por la ventana. Con todo lo que me estaba pasando me había paralizado sin poder gritar. No sabía si aquello que había visto era real o no. Muy a los lejos escuché la voz de Aitor que me llamaba. Mis ojos encontraron a los suyos y fue cuando pude moverme y darme cuenta que había dejado caer de mis manos la taza, la cual se había roto en varios pedazos. Estaba descalza, por lo que Aitor dijo que tuviera cuidado en no cortarme. Rápidamente, buscó el recogedor como la escoba para barrer y luego secarlo. Yo con cuidado fui a sentarme una vez que le ayude.

—Creo que hay alguien fuera —comenté sin creer lo que había visto.

Aitor llevó su mirada hasta la ventana y no tardo en coger un cuchillo de arma para defenderse. Sin embargo, no encontró a nadie.

—Sea quien sea ya se habrá ido —respondió tras cerrar la puerta. Ven aquí —dijo mientras ambos caminábamos para reducir la distancia que nos separaba y sumergirnos en un fuerte abrazo. Estaba temblando de miedo, pero aquel cálido abrazo provocó que me tranquilizara.

Poco después nos fuimos a dormir o por lo menos eso intenté.

Cuando llegó el momento de ir a trabajar en el Karaoke antes de empezar a cantar me choqué contra un hombre el cual estaba de pie junto a una mujer que no preste mucha atención.

—Lo siento —me disculpé inmediatamente, ya que iba algo retrasada para empezar a tocar.

El hombre se quedó muy sorprendido por mi disculpa. Podría rondar entre los treinta y cinco años. Llevaba barba y su cabello de color negro medianamente largo.

—¿Puedes verme? —preguntó cómo si no fuera posible.

Sonreí algo alarmada por la pregunta que creí haber entendido mal por el ruido que había.

—Tranquilo, no eres el hombre invisible —respondí de forma burlona, luego me fui hasta el escenario para empezar a tocar.

Para mi sorpresa no iba a tocar sola con mi guitarra, ya que aquel tal Liam se encontraba sentado en la batería. Además, dentro del público pude ver a Samantha junto a su hermana que no paraba de mirarme o tal vez miraban a Liam. Recordé la discusión que tuvimos y cerré los ojos para concentrarme en el pequeño concierto.

Cuando bajé de la pequeña tarima, una mujer de cabello castaño con un rostro lo bastante cuidado como para envidiarla. Era realmente guapa y se notaba que era alguien importante por como vestía, además me parecía haberla visto en otro lado. Esa misma mujer me detuvo al llamarme por mi nombre. Estaba con el hombre con el que me había chocado momentos antes de subir al escenario.

—Tienes una voz preciosa y me gustaría ayudarte —dijo pasándome una tarjeta—. Soy Mariana Fernández y soy cazadora de talento.

Tomé la tarjeta y luego la miré. Segundos después nos sentamos para explicarme lo que hacía y mostrarme a las personas que había ayudado a los que les había ido muy bien. La verdad es que era una alegría poder escuchar sobre una buena noticia y más si se trataba de la música, por fin el venir al karaoke después de mucho tiempo dieron su fruto, puesto que los clientes también cantaban, pero también se hacían pequeños conciertos como lo hacía yo. Solo era conocida entre el pueblo, pero no era un conocimiento que te producía fama, solo lo necesario para vivir.

La Voz De Un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora