24. Liberados

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Aitor

El susto que me había pegado al pensar en la posible idea de que Gabriel fuera el padre de Alexa se desvaneció al presentar mi interrogatorio ante ellos. Menuda situación sería el hecho de que Kiefer había entregado a los demonios a su hermana y que estuviera atraída por ella. Tanto Beatriz como Gabriel explicaron que solo fue un amor imposible y que ambos tomaron diferente camino y Beatriz aseguró que Gabriel no era el padre de Alexa, algo que ella había lamentado. Después de la aclaración, Kiefer se llevó a su padre.

Tras varias horas la sorpresa nos arropó por completo. ¡Nos habían liberado! No entendíamos absolutamente nada. Aunque pensándolo bien, no habíamos hecho nada malo, bueno sí, hicimos allanamiento de morada, pero no iba a buscar explicaciones del porqué nuestra liberación, ese no era el objetivo. Tenía que buscar la forma de liberar a Alexa o saber si había alguna forma de recuperarla. A Beatriz también la habían liberado, intenté ayudarla y decirle que se viniera con nosotros, ya que no podía dejarla en ese estado tan lamentable, era la madre de Alexa, no podía dejarla así. Sin embargo, ella no quiso mi ayuda y se fue.

Poco después pudimos ver como sacaban un cadáver, no sabía quién era o que había pasado, así que detuve a los dos hombres que llevaban el cadáver para destapar la sabana que lo cubría. Por un momento pensé que se trataba de Kiefer, pero para mi sorpresa quien se encontraba inerte era Miguel. Segundos después, una de las personas que lo cargaban en una camilla cubrió el rostro y emprendió su marcha. Miré a mi hermana, la cual había soltado un suspiro porque tal vez había pensado que se trataba de Kiefer. Me quedé unos segundos mirando la casa preguntándome que había pasado hasta que mi hermana me sacó de mis pensamientos para irnos, ya que no soportaba estar un segundo más en este lugar. Así lo hicimos, nos fuimos a nuestra casa.

Lo primero que hicimos fue darnos un baño para despejarnos y volvernos a sentir limpios. Valeria no dejaba de llorar, la situación le superaba, además tenía mucho miedo de perder la vida o de perderme a mí, ya que solo decía que no iba a saber qué hacer. Estaba dolida tanto por la situación como por las acciones de Kiefer. Quería protegerla de este dolor, pero había actuado mal, ya que tenía que haberle dado mis razones del porqué no lo quería con él, sin embargo, en su momento pensé que no tenía por qué saberlo, hasta ahora cuando ya era muy tarde. La pena, la impotencia de no saber qué hacer o cómo actuar querían derrumbarme, pero tenía que ser fuerte. Esa noche dormimos juntos como lo habíamos hecho cuando éramos unos críos.

Al día siguiente llamé a Rocío, la cual desde que logró escapar no sabíamos nada de ella. Lo cierto es que esperaba que nos hubiera ayudado a salir, pero esperaba que el motivo de no hacerlo era porque se encontraba bien. Pude contactar con ella y quedamos en vernos en la tarde en mi casa juntamente con Liam. Preparamos algo de comer entre mi hermana y yo para intentar hacerla olvidar el mal rato que habíamos pasado. Algo que no fue de gran ayuda porque apenas quería comer. Estaba realmente mal y no paraba de llorar.

—Tienes que comer —dije intentando hacerla entrar en razón o por lo menos recordarle la importancia de hacerlo—. Valeria, por favor —supliqué al ver que no comía hasta que intentó hacer un esfuerzo, el cual no dio resultado, ya que se enojó soltando la rabia que tenía por la situación en la que nos encontrábamos, llegó a tirar la comida al suelo por aquella rabieta.

—Aitor, tenemos que irnos de aquí. No quiero morir —lloriqueó partiéndome el alma porque no podíamos irnos a ningún lado, no había escapatoria.

—Sabes que debemos romper el pacto para poder hacerlo porque de nada servirá —dije acercándome a ella para ponerme de cuclillas y verla, ya que seguía sentada en la silla del comedor—. Y te necesito para ello. No dejaré que te pase nada.

—Si no has podido proteger a Alexa, no creo que puedas hacerlo conmigo —musitó con dolor intentando darse por vencida.

Sus palabras me golpearon tan fuerte que por unos segundos las palabras se fueron, mi mente se quedó totalmente en blanco. Lo único que pude hacer es levantarme. Tenía razón y no podía engañarla. ¿Cómo iba a protegerla sin tan siquiera saber cómo acabar con el pacto?

—Haré lo que sea para protegerte. Siempre será así, eres mi hermana —dije con firmeza totalmente convencido de ello. Siempre estaré para ella y si no pude salvar a mi novia por lo menos tenía que salvar a mi hermana.

Mientras esperábamos a Rocío y a Liam. Buscamos información en el ordenador. En un principio ella se negaba en colaborar conmigo hasta que tuve que darle la charla de lo importante que era para mí, sacar mis sentimientos y animarla para que no se derrumbara o que esa negatividad afectara a mí deseos de seguir luchando. Me negaba a creer que no hubiera una salida cuando para todo escondite la hay, por lo menos una puerta debe haber y quizás una ventana en la que nos ayudara a salir. No podía perder la esperanza.

—Esto sigue siendo inútil —bufó con fastidio tirándose en el sofá—. Tengo miedo de que en cualquier momento nos busquen para terminar con esto.

—Así no ayudas —canturreé.

Después de tanta búsqueda, Rocío y Liam por fin habían llegado. Preparamos un poco de café mientras nos decían lo que habían pasado.

—Antes que empieces a decir que no estuvimos haciendo nada, créeme que lo hemos hecho —se defendió Rocío.

Liam asintió.

—Tenemos la solución del pacto y hemos descubierto que solo Alexa es la única que puede ayudar a romperlo.

Tanto mi hermana como yo nos quedamos sorprendidos.

—Pero ella está muer... —dijo Valeria sin terminar la frase, posiblemente para no causarme dolor.

—No, ella está viva y si se guía por mis indicaciones podrá recuperar el control de su cuerpo —explicó Liam.

—¿Entonces sigue viva?

—Eso es Aito, Alexa sigue viva —expresó Rocío.

Una sonrisa se escapó de mis labios. Aquellas palabras me habían ayudado más a seguir luchando porque aunque tenía la esperanza de buscar una forma de traerla de nuevo a pesar de que no sabía si seguía con vida, pero saber esto cambiaba las cosas.

—Llegamos a contactar con ella para decirle la forma en la cual podía liberarse, pero si no está contigo eso quiere decir que todavía no lo ha hecho —explicó Liam.

De repente escuchamos muchos gritos que provenían de la calle. Nos alarmamos y salimos corriendo para ver lo que sucedía.

No podía creer lo que veía.

—Alexa —pronuncié su nombre al verla volando mientras llenaba las calles del pueblo en un enorme caos.

Su aspecto no era el mismo que tenía cuando la vi por primera vez con sus alas. Ahora sus alas eran de color negras como el color del vestido que llevaba puesto.

Ella no era mi Alexa. ¿De verdad seguía viva?

La Voz De Un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora