Se encontraba en un salón dónde veía pasar a mucha gente de aquí para allá. Parecía un evento importante dónde hay exposiciones importantes y como siempre, no sabía por qué estaba ahí; se hizo espacio para pasar entre algunas personas que platicaban en medio del salón mientras bebían vino de sus copas alegremente. El aire era sofocante y podía oler diferentes perfumes que fueron tanto agradables cómo fétidos para su olfato. Había muchas mujeres hermosas que llevaban vestidos muy elegantes, junto con joyas que les combinaban de maravilla, ella en cambio, iba demasiado informal para la ocasión y decidió alejarse de las luces y de la muchedumbre, para buscar un lugar en el rincón dónde sentarse y poder observar la situación que se le presentaba. Tras estar un rato caminando, se topó con un espacio más tranquilo y se acercó porqué vio un sillón individual color rojo de terciopelo que parecía muy cómodo aunque solo podía ver el respaldo.
El corazón le golpeó en el pecho con fuerza, puesto que miró una melena rubia y ondulada que sobresalía del cabezal del sillón. Pudo observar que delante había una pequeña tarima y estaban tres hermanos de Gabriel. Aquellos vampiros iban con ropas formales, pero, no tan elegantes cómo las personas del salón. Le vieron al instante, y al mismo tiempo, los tres le nombraron por su nombre. Lyla sintió sus miradas sobre ella, a pesar que, aquellos llevaban puestas gafas de sol — a pesar de la oscura noche — además, esos sujetos estaban de brazos cruzados como si fueran a regañarle; sin embargo, Artemis y Sage, le señalaron con la mirada a Siegfried, intuyó que algo andaba mal con el rubio que estaba sentado en el sillón, así pues, se acercó hasta él y con delicadeza le abrazo por detrás.
Siegfried, que se encontraba con el codo recargado y con su mano aplastando su mejilla, dio un respingo al sentir el contacto de la joven. Tomó su mano y la acarició con ternura. Lyla tenía cierto odio desde que aquel vampiro la utilizó para pelear con seres de la oscuridad una noche de Luna llena. No recuerda el final de esa pelea, porqué supone que la perdió.
— No te vayas —, le dijo Siegfried apretando su pequeña mano con fuerza.
La fémina se percató del tono de voz con el cuál el ojiazul había dicho esas palabras. Se aferró más a él brindándole el apoyo que tal vez necesitaba. Ella observó a los otros dos vampiros alejarse sin decir nada.
— ¿Qué pasa? —, preguntó con suavidad. Necesitaba de vez en cuando ser empática con los hermanos de Gabriel, puesto que le agradaban más que él.
— No te vayas... — volvió a decir tristemente el vampiro. Lyla sin preguntar los motivos del porqué Siegfried se encontraba tan triste, decidió sólo hacerle compañía y darle el abrazo más largo y cariñoso que pudo ofrecerle en esa noche.
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Crónicas de un soñador II ©
Historia CortaLos sueños de Lyla siguen y con ellos las aventuras que provocan confusión en la realidad, porqué a veces después de despertar se mezclan sus mundos. Crónicas de un soñador II ©2015. Todos los derechos reservados. Esta obra está registrada en safe...