El fin del mundo

8 0 0
                                    

Alger y Corín estaban con ella. Sí, el millonario estaba ahí. Era la vida real y no un sueño dónde podía verlo con su traje de acero; por lo tanto, el rascacielos tenía una vista maravillosa desde lo alto y era real. Veía en el cielo las nubes grises desprender sus rayos color rojo. Le daban miedo, puesto que los rayos de ese color los conocía en fotografías de volcanes en erupción.

Corín y Alger debatían sobre el cuidado que iban a darle a Lyla en esos precisos momentos; sin embargo, ella se oponía a las decisiones que ambos tomaban por su persona. Sabía qué su vida en ese momento dependía de dos adultos maduros porqué aún no sabía que hacer con su vida, aunque estaba segura de que no quería irse. No quería dejarlos, no lo haría.

— Tienes que hacerlo —, le dijo Corín, — después que pasé todo este Apocalipsis regresarás...estaremos bien, pero debes irte.

— Si me voy ¿cómo voy a saber dónde estarán?

— Confía en nosotros —, alegó Alger —¿Quién te dice que sólo por ser un traje especial no es el verdadero?

— ¡¿Es el verdadero?! —, gritó —¡¿Qué le hiciste?!

Alger podría aparentar ser un hombre normal, pero no, era cómo ellos, anormal, con algo especial oculto bajo la manga ¿Cuándo lo supo? El día que empezó a verlo.

— Tengo mis propios trucos —, contestó sonriendo. —Por favor...úsalo o nos veremos obligados a meterte a la fuerza.

— ¿Desde cuándo se ponen de acuerdo para decidir mi bienestar? Más que nada... ¿cuándo se conocieron? —, los apuntó ofendida.

Corín y Alger se miraron a los ojos, fue una mirada de complicidad que pasó por alto. Eso la alertó; estaba perdida, la meterían a la fuerza y la mandarían al espacio dónde vería cómo la tierra cambiaba para evolucionar. Fue demasiado tarde cómo lo había imaginado, su hermano adoptivo la noqueó y el millonario la protegió en aquel traje de ciencia ficción que fue alterado con una especie de magia que sólo conocía su creador. Había perdido, y cuando despertó vio cómo la tierra peleaba contra ella misma.

Lloró y gritó el nombre de su hermano que le hablaba por una radio desde la tierra...escuchó también la voz de Alger distorsionada pues la comunicación se perdió al instante. Se sintió desesperada allá arriba sola. Sólo fueron cinco minutos, los suficientes, para saber que al descender a la tierra que conoció ya nada sería igual.

Crónicas de un soñador II ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora