Estás en mi lugar

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El lobby del hotel era muy grande, se parecía mucho al salón de una mansión de época victoriana. Su amiga Airi, la acompañaba; las dos tenían prisa por llegar al salón dónde estarían sus hermanos adoptivos. Anduvieron por pasillos anchos y largos de los cuales había muchas puertas. Airi la jaló del brazo metiéndola dentro del enorme salón; vieron a su hermano Corín con su habitual sombrero negro, su playera blanca, la chaqueta de piel y pantalón negro; él se había pintado el pelo de rubio y se le veía firmando cosas detrás de una larga mesa. Las vio y prosiguió en su asunto; tomaron asiento en una banca que tenía mucho parecido a las que están en las iglesias.

Lyla miraba a su hermano de perfil.

— Creo que llegamos tarde. — Airi se cruzó de brazos.

— Por la cara que puso, no lo dudo.

— La nieve nos retrasó...— Recalcó su amiga.

Sin contestar, se levantó y anduvo hasta colocarse frente a su hermano adoptivo, a quién le quitó el sombrero y le dijo:

— ¿Te acuerdas de mí? Nos conocimos hace tiempo...No finjas que no me conoces.

— ¿Quién eres? —, preguntó él torciendo los labios.

— Yo también quiero uno de esos —, apuntó las cosas que había en la mesa, eran objetos variados: pulseras, playeras, CD's, canilleras, collares, etc. Su hermano hizo una mueca, estaba molesto. Le regresó el sombrero extendiéndole un libro grueso.

— Ahí está —, su hermano lo agarró entre sus manos. — Me costó mucho trabajo...

— Ya me acordé quién eres...—puso los ojos en blanco ladeándolos para que Lyla no viera sus pupilas en ese instante, por lo tanto, comenzó a insultarlo y su hermano se reía pero no la miraba; ella por otro lado , comenzó a caminar hacia atrás dándole la espalda a todo aquel que la esquivaba porqué esa joven, no se iba a detener en la caminata reversada.

Se dejó caer en la banca en el mismo lugar dónde estaba antes. Se sobresaltó al no sentir la madera, sus piernas cayeron en algo blando, que, a su vez, consistía en un par de huesos. Giró la cabeza sorprendida y se ruborizó al instante al ver que se trataba de Rhys.

— ¡Perdón! — Se disculpó —, estás en mi lugar.

— Aquí quédate —, respondió mientras la veía de pie frente a él disculpándose.

— ¡No! — Lo que menos quería era tener otra vez contacto con él. Estaba comenzando a irse al lado de Airi y él con alevosía la atrapó entre sus brazos. Su amiga comenzó a reír llamado la atención del rubio que molesto grito:

— ¡Déjala en paz!

— Tú no le digas nada —, reclamó Airi. — Hace un momento ni siquiera sabías quien era. — Gruñó contemplando como su hermana era acurrucada forzosamente en el cuerpo de su amigo.

— ¡Suéltame! — lo empujó — No soy una niña.

— No —, él sonreía— pero...tienes días quejándote. Me han dicho que comentas que no me importas y estás muy equivocada...además me gusta ver cómo te pones de berrinchuda.

— Tú no me quieres —, rezongó.

— Sí, pero tú no me crees —, la abrazó. Ella se calmó, cerró los ojos y respiró su aroma reconfortante.

Crónicas de un soñador II ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora