Waltz

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Agitada, alterada y cansada subía los peldaños de lo que parecía un templo azteca construido entre una loma. Era la hora del alba y los pocos rayos del sol comenzaban a calentarle la espalda. La loma y los escalones inclinados estaban fusionados, pues aún no habían descubierto aquella pieza arqueológica; al llegar a la cima encontraría a Gabriel, quién dormía dentro de la habitación en la cima del templo. Regresó del futuro, pues le estaba pasando algo parecido al efecto mariposa que ya conocía desde hace tiempo. Si no llegaba a tiempo no podría evitar la muerte inesperada de aquel que decía ser su padre, Waltz era un traidor, fue un traidor, por eso presencio la muerte prematura de su vampiro favorito, de forma violenta e inesperada. Lo había visto agonizar de dolor en su lecho de muerte mientras el asesino de su progenitor, reía eufórico a los cuatro vientos; sin embargo, antes de este suceso, algo pasó al momento que el cielo se nublo con nubes negras cargadas de lluvia, aunque, la lluvia lechosa que cayó del cielo creó un río en la cima del templo que fue deslizándose por los peldaños de la loma y llegó hasta la tierra. El río lechoso que recorrió la tierra bajo la alejada loma, despertó a Lyla y la lluvia lechosa, le devolvió las piernas a Waltz; quién yacía sentado en su silla de ruedas, contemplando la muerte de ella. La joven fue testigo de aquel milagro inesperado. Se asustó mientras miraba como volvían a renacer las piernas y los pies de lo que antes eran muñones de carne sangrante, escurrían en sangre mientras crecían y el señor se retorcía de dolor en su silla de ruedas. Vio a la vez, que sus ojos brillaron rojo sangre; fue un milisegundo suficiente para saber que aquel hombre se había perdido hacia la oscuridad. Después de aquel suceso, el señor se levantó, caminó y miró a su alrededor. Acomodó su saco y dedicó una sonrisa torcida a sus acompañantes, pensando que Lyla había muerto.

—Me he recuperado—su voz se escuchó entre la lluvia. —Mátenlos a todos.

Luego, recordaba a la gente que corría, gritaba y caía muerta a su alrededor, pero ella no podía ponerse de pie. Su deber no era proteger a esas personas; debía alejar al gentío lejos del lugar dónde Gabriel dormía, pero su estado actual se lo impedía ya que se distrajo lo suficiente para perder de vista a Waltz quién se dirigía hacia el templo para matar a Gabriel, al buscarlo, cuando pudo ponerse en pie, le dispararon por detrás.

Protegería a Gabriel a pesar, que años atrás le era intolerante; mataría a Waltz después que recuperará sus pies, sólo le daría la virtud de la felicidad por unos instantes. Siempre confió que èl era una buena persona y ahora sabía que lo había subestimado bastante.  Era peligroso y haría cualquier cosa por obtener lo que quiere. Aún desconocía qué era lo que él quería poseer de Gabriel, pero, por ser aquel vampiro, debía tratarse de algo muy importante para acabar con él mientras dormía.

Llegó a la cima a tiempo porqué vio y escuchó los gritos de Waltz, recordaba con exactitud como presencio la escena del crecimiento de sus piernas, mientras él creía que estaba muerta; se desvió del camino para ir en busca de su padre al que encontró despierto fuera de su escondite mirando hacia abajo y al sol que se ocultaba en el despejado oeste. Escuchó sus pasos y la vio sonriente mientras sus ojos azules brillaban.

— Estás vivo.

— ¿Qué te pasó? Estás hecha un desastre.

— Waltz...— Hizo una pausa a la vez que la sonrisa se le borraba del rostro. —Te matará.

— Ya lo hubiera hecho —, contestó él desvaneciendo su sonrisa.

— ¡Lo vi! —, gritó. — Vi tu cuerpo tirado bajo la lluvia.

Gabriel negó con la cabeza, caminó hasta la orilla del precipicio y apuntó en dirección al río lechoso dónde la muchedumbre gritaba.

— Sí eso pasó —, dijo. — Alguien morirá en mi lugar... ¿Cómo es que estás aquí en ese estado?

— Alguien con ropas blancas y antiguas, muy, muy viejas que montaba en un caballo de color café y llevaba un báculo...se acercó a mi mientras intentaba levantarme del suelo... después que me dispararon en la espalda, me tocó el hombro con su báculo y estaba allá abajo cuando parpadeé...— Apuntó las escaleras del templo.

— Te dispararon...Lyla— interrumpió el mayor.

— Sí —, se vio la espalda porque sentía el fluido descender por su piel.

— Si no te vas de aquí nos meteremos en problemas. No he bebido en mucho tiempo...Te he dicho muchas veces que no vengas herida. — Gabriel le dio la espalda y caminó hacia su guarida.

— Estaba cerrada cuando llegué aquí.

— Lyla...¿No lo entiendes? — Su padre giró la cabeza. — Sigues allá afuera...tu cuerpo es aquel que yace en el suelo —, apuntó a hacía el eco de la risa cínica de Waltz.

Desde su ubicación ellos lo observaban muy bien; sin embargo, ese sujeto no se molestaba en mirar a lo lejos.

— Sí sigo allá...¿Por qué no estás muerto? —rezongó tiritando.

— No estoy muerto, Lyla. Tu estás agonizando.

━⊰❖⊱━

Abrió los ojos sintiendo el lodo embarrado en su cara y la fría lluvia golpeando todo su cuerpo empapando su ropaje. Sus ojos se volvieron rojos, las uñas crecieron en forma de garras, por lo tanto, gruñó fastidiada ya que percibió muchos olores flotar en el aire; aunque el aroma que invadió su nariz con más potencia fue el de Waltz. Furiosa se puso en pie de un salto, luego, ubicó al sujeto de cabellos canosos y sonrisa retorcida que festejaba el milagro inesperado de la lluvia lechosa, cuando lo vio más cerca, voló hacia él de un salto. Èl se giró y sonrió travieso esperando una pelea mano a mano, pues la joven bestia venía del cielo en picada hasta su persona.

Crónicas de un soñador II ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora