Suave piel

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Llovía y todos estaban en el centro del salón porque era el único lugar donde había un techo. No sabía porque había un evento, sin embargo estaban: Azul, Corín y Jafet. Aún se le hacía extraño que Jafet estuviera allí. Vio que Azul le dejo a Corín:

—¡Cuídalo! ¡Voy al baño¡ —Le pasó al bebé que cargaba en brazos y corrió por el pasillo. Corín con una sonrisa de oreja a oreja le hablaba al pequeño tiernamente; suceso que conmovió su corazón. Ante la vida Corín podría mostrarse duro, reacio, complicado; pero si veía a un infante se desvanecía toda actitud superficial. Hacía reír al bebé y le provocaba cosquillas; ella se acercó a jugar con el pequeño rubio de ojos azules, así que los dos disfrutaron ese momento de diversión, pues Azul volvió y el bebé le dio los brazos.

Corín y su hermana se fueron a sentar a una pila de cemento en dónde Jafet estaba sentado. Así que ambos le hicieron compañía; Corín quedó en medio y ella recargó su cabeza en el hombro del mayor.

—¿Qué tienes? —, preguntó.

—Ya quiero irme—, respondió su hermana bostezando.

—Ja, está lloviendo horrible. No quiero nadar por las calles después. —Se sentó derecha y acarició la mejilla de Corín.

Extrañado, le miró. Levantó el entrecejo y cuando la joven se percató de su mirada, se separó un poco.

—Lo siento...Es que tu piel se ve tan suave ¿Me dejas besar tu mejilla? —Corín se carcajeó. Se rascó la sien y antes de darle una respuesta la vio: ¿Qué le estaba pasando? ¿Se le estaba ablandando el corazón?

—Puedes hacerlo sin pedir permiso. Pero diría que me estás coqueteando. —Ella se sonrojó y se limitó a sonreír de medio lado. Intentó ignorar sus palabras, luego volvió a rozar su mejilla con la yema de sus dedos.

Su piel era muy suave, algo que no se percibía a simple vista. Se burló cuando acercó sus labios a la mejilla de su hermano. Lo besó. Fue un pequeño y tierno beso.

Corín se separó y la contempló; volvió a sonrojarse.

—Tenía en mente que pude voltearme y darte un beso en los labios...Ya sabes.

—¡Corín! —Gritaron a la vez Jafet y Lyla. El aludido los miró ofendido, más porque Jafet estaba cambiando sus actitudes cuando se trataba de la joven.

—Lyla—, dijo Jafet. —Deja de buscarle la mejilla sino quieres arrepentirte después. — La chica confundida lo observó y Corín se levantó, Rhys acababa de llegar; oportunidad que aprovechó Jafet para acercarse a ella.

—No lo vuelvas hacer.

—¿Por qué? ¿Estás bien? ¿Qué mosco te picó? —Jafet se quedó serio.

—Me preocupo por ti—, frunció los labios y le tomó la mano. —Vamos con ellos, ya dejó de llover.

Lyla estaba segura que Rhys hizo que la tormenta terminara, por lo menos ese lapso de tiempo que estuvieran allí. Al instante el peli ondulado la observó como siempre y ella una vez más evito mantener la vista fija en él.

Crónicas de un soñador II ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora