Dopplerganger

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Iba en busca de Gabriel, ya que necesitaba verlo y obtener venganza; estaba furiosa porque no le permitió terminar con la vida de su hermano menor y él, la contraatacó aquel día en el comedor. Ya había tomado otro camino en su viaje, dejó atrás a Eckhart y Aram. Y esta vez, andaba en una ciudad donde sus habitantes no se observaban caminar por las calles en cantidad, era muy grande, y sólo se topó con una señora que caminaba con su hija por un callejón, en el cuál, pidió información para dar conel paradero de su padre; él descansaba en el templo antiguo encima de la montaña, había una cueva y ahí, dormía; aunque para llegar a él, tenía que cruzar el lago que daba turismo a aquella pequeña ciudad. Llegó a la orilla y se subió a una canoa que era manejada por un señor de mediana edad.

— ¿A dónde va en este día tan lluvioso?

— Voy allá arriba —, señaló las escaleras que estaban al otro lado.

— Dicen que hay un monstruo y es peligroso.

— Llévame al otro lado, por favor. — ¿Su padre un monstruo? ¿Acaso se alimentaba de vez en cuando de algún habitante de ese pueblo? La canoa comenzó a navegar, en el cielo las nubes tronaron y las gotas de lluvia comenzaron a caer. Se puso la capucha de su sudadera color azul marino para cubrirse la cabeza, que, de todos modos, se empapó. El señor de tez morena, pelo blanco, guayabera, sombrero y pantalón vaquero color café, no le quitaba la vista de encima, porqué él creía en el monstruo que dormía dentro de la cueva. La canoa comenzó a tambalearse de un lado a otro, provocando que la chica cayera al lago; el agua estaba muy fría y salió disparada a tomar aire, luego sintió una mano que le jalaba del pie; no se hundía, pues comenzó a patalear desesperada hasta zafarse. Decidió nadar hasta la canoa, pero, tenía problemas para llegar a ella porqué el agua del lago comenzó a agitarse; sin embargo, otro conflicto debía enfrentar al mismo tiempo, pues había personas paradas sobre el agua del lago impidiéndole llegar a la canoa. Como pudo luchó en el agua golpeando a las siluetas. Sus rostros no eran visibles; por lo menos le rodeaban diez individuos que iban tras su rastro. Otra canoa se interpuso en su camino. Vio una mano extendida y no dudo en tomarla. Al poner un pie en la madera comenzó a temblar de frío.

— Gracias.

— No quiere que lo molestes —, contestó el hombre que la ayudó. Lo miró con desdén ¿Conocía a Gabriel?

— Necesito verlo.

— Te dejaré en los escalones, el camino que sigue depende de ti.

━⊰❖⊱━

Seguía lloviendo y llevaba más de cien escalones recorridos y no alcanzaba la cima de la montaña. Se sentía perdida en una especie de ilusión, además, moría de frío y las siluetas negras aún la perseguían. Corrió para perderlos, pero, estaba segura que al llegar hasta dónde su padre dormía, se esfumarían. En la cima todo el terreno era plano, el piso era el mismo de los escalones, piedras antiguas talladas y colocadas con dedicación en el suelo. El lugar era espacioso y vacío; al fondo pudo ver el escondite de Gabriel. Sin dudar un segundo más, gritó su nombre. El vampiro tardó en salir. Iba con su típica capa negra y capucha, al verla, saludó torciendo la boca y con desgano caminaba. Un rayo estruendoso dio la pauta para comenzar una pelea. Lyla se abalanzó corriendo hasta él y lanzó puñetazos sin piedad, los cuales, el vampiro esquivaba con alevosia y ventaja; pues ya conocía todos sus movimientos. Con un golpe de suerte, después de tantos intentos en esquivar y tratar de golpear a su padre, ella acertó dándole un puñetazo en el abdomen, pero, el mayor desapareció en un parpadeo.

— Doppler...

— ¿Qué esperabas? — Gabriel estaba a su lado observando hacía el pueblo de abajo.

Crónicas de un soñador II ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora