Grecia

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Todos estaban cansados de buscar algo que ni siquiera sabían que era lo que debían encontrar; Gabriel desesperado intentaba hallarlo mientras el Sol se colaba encima de sus cabezas; por la altura en la que se encontraba el Sol, deducía que eran aproximadamente las 12 del mediodía, por lo tanto, cuando tuvo la oportunidad de descansar, se sentó en una roca y pensó que tal vez era lo que quedaba de un pilar de aquella ciudad en ruinas. Tomó un respiro, a la vez que secó con la parte baja de su playera el sudor que escurría por frente. Miró con recelo a su padre qué pateaba la caliente arena, enfadado; sus demás acompañantes se encontraban igual o peor de agotados y desesperados por las horas de energía gastadas.

— No vamos a encontrar nada en este montón de tierra —, rezongó Lyla desde su lugar.

— ¿Cómo quieres encontrarlo si estás ahí sentada? — Preguntó Gabriel tajante.

— ¡Ya me cansé! — Gritó — ¡Si tanto te interesa, búscalo tú! No vine al otro lado del mundo sólo a ponerme a buscar algo en medio de la nada cómo un esclavo.

Su padre comenzó a reír a carcajadas, el esfuerzo hacía que se retorciera de pies a cabeza y la intensidad en la que lo hacía, provocó que los demás le miraran extrañados, pues tenían tiempo sin ver a Gabriel en ese estado de ánimo.

— Claro que lo vas a buscar —, dijo aun riendo — porqué si no lo encontramos no nos podremos ir de aquí.

— ¿Qué puedes encontrar en el templo de Zeus en ruinas?

— No es de Zeus —, corrigió su padre parándose frente a ella. — Y ahora, debemos encontrar lo que venimos a buscar.

La levantó tomándola del brazo con firmeza; al verse atrapada y obligada, le pateó la pierna, enojada. No podía creer que fuera controlada por un vampiro que apareció en su vida de un día para otro y dijera que era su padre.

Crónicas de un soñador II ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora