El peli-palmera entró en su cuarto con delicadeza, dando livianos pasos hacia la que era su cama y la cual estaba siendo utilizada por el moreno que yacía sobre ella durmiendo plácidamente. Su consciente ya pertenecía al mundo de los sueños, en el que siempre había querido pertenecer. Podía imaginar cualquier escenario y todos ellos le gustaban; eran únicos y con finales diversos que encajaban con su modo de ver el romanticismo.
El tatuado, al llegar a su cama, sonrió cuando presenció que su pareja respiraba lentamente con su boca entreabierta, pareciendo un bebé que reposaba tras su comida. Llevó su dedo índice al del contrario, pues éste se encontraba señalando el techo inconscientemente. Con la yema de su dedo índice hizo contacto con el del moreno, creando una efímera corriente eléctrica que encantó al magnate. Parecía que se habían unido con aquel escueto roce, pero iba más allá. Lo metafísico pudo mezclarse con lo físico, y los impulsos del más alto querían salir ya de su escondrijo.
Tragó saliva y, tras echarle una última mirada a su moreno y dedicarle una sonrisa efectiva, salió de la habitación para dejarle descansar. El peli-flama volvía a hallarse a solas en ese ático. Sin cuerpo que le abrazase, ni una voz que le desease los «buenos días» cerca de su oreja o simplemente un cálido beso en su mejilla que le hiciese recobrar el sentido. Aquellos placeres no llegarían hasta que el tatuado se deshiciese de su tormentoso pasado, y para ello quedaba mucho camino.
Vegeta abrió sus ojos lentamente tras escuchar el leve cierre de la puerta del cuarto. Tragó saliva y, ya acostumbrado al pinchazo de su cadera, se vistió con su ropa. Miró el despertador que estaba encima de la mesita de noche: las 7:42 de la mañana. Tras ponerse los zapatos, salió de la habitación y bajó aquellas conocidas escaleras que tan Buenos recuerdos le traía. Al llegar al último escalón pudo ver al magnate fumar asomado al ventanal del salón; mirada ceñudo a las afueras mientras tenía sus manos dentro del bolsillo derecho de su pantalón. Estaba vestido con un traje ejecutivo de color negro. Negro como el luto, negro como el ébano, negro como su cabello, ojos y tatuajes, y negro como su alma. Vegeta carraspeó para llamar su atención, la cual fue exitosamente recibida.
—Buenos días —le saludó tras dejar escapar el humo.
—Buenos días —saludó el moreno a pocos metros de él.
Goku se puso frente al ventanal, dejando que la contraluz ensombreciese su rostro y todo su cuerpo por la parte delantera.
—Disculpa si te he despertado —sonrió curvo y dispuso el cigarrillo entre sus labios.
—No pasa nada. Ya tenía que irme —dijo Vegeta cruzándose de brazos.
El de traje negro metió la colilla de su cigarro en el cenicero de cristal que estaba sobre la mesa pequeña cerca del Chaise-Longue. El peli-flama se sonrojó cuando comenzó a caminar hasta él con aquel caminar tan seductor que poseía; sus piernas algo arqueadas y muslos gruesos que hacían que las prendas se cicléis en a ellos volvían loco al más bajo. Goku alzó sus manos y, agarrando los extremos de la camisa casual de Vegeta, abotonó el ultimo botón superior que le quedaba.
—Me gusta cómo te queda esta camisa —afirmó—. Te queda muy sexy.
Lo dijo con una voz tan seductora que el aludido no pudo sentir más que sus piernas flaquear. Su voz ronca y dura, acompañado de ese olor característico a perfume caro y su vestimenta elegante, hacían que Vegeta perdiese la cabeza en tan sólo cinco segundos. Se mordió el labio y bajó la mirada con algo de rubor en sus mejillas. «Dios, ayúdame a aguantar... —Pensó—. Si sigue así me voy a mear del gusto».
—¿Por qué te muerdes el labio, nene? —Le tomó de la barbilla y le obligó a que le mirase. Aquellos ojos lóbregos se fundieron con los de Vegeta, los cuales eran tan grandes como la Luna cuando miraba al de cabellos en forma de palmera.
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Your Madness: Delirium [Kakavege Fanfic] #2 ✓
Fanfiction¡¡¡SEGUNDA PARTE!!! Tras la acalorada discusión, el injustificado bofetón y su mala suerte, Vegeta decide irse a Múnich por un tiempo; como un exilio temporal. Allí los recuerdos fustigan su mente, golpean su alma y destrozan un poco más su tortura...