Encendió el motor y salió del parking mientras calentaba motores. Sudó frío al ver el metálico revólver encima del muslo de Black; tenia dibujos en relieve por la parte del mango, reluciendo así la madera dura que relucía debido al barniz.
—¿Por qué haces esto? —Cuestionó Vegeta manejando.
—No hay un porqué. Simplemente quiero —jugó con la pistola, haciéndola girar en su dedo índice.
Black le miró y, llevando su enguantada mano con cuero hasta su cuello, le acarició.
—¿Tienes miedo, Vegeta?
—¿De ti? Já, eres un incrédulo...
El peli-palmera apretó su pescuezo pretendiendo asfixiarle y Vegeta reprimió un quejido ahogado. El coche se tambaleó un poco.
—B-Black..., estoy conduciendo.
—Y yo estoy perdiendo la paciencia —frunció su ceño—. Te dejas de vacilar o sufrirás las consecuencias.
Vegeta tragó con dificultad al ver apresada su tráquea. Rosé lo soltó y se acomodó el asiento del copiloto, queriendo ver las vistas por la ventanilla. La noche era brillante gracias a la belleza de las luces que, en gradiente, se fundían con la nocturnidad de la selva de dispendiosa de Ginza.
—¿Dónde habéis quedado? —Preguntó Black sin mirarle.
—N-No lo sé... Todavía no le he avisado.
—¿Y a qué esperas? —Fijó su mirada en el conductor—. Vamos, llámale y dile que ya vas para allá.
—Todavía tengo que cambiarme...
—Oh, no, no, no —le sujetó de los pequeños cabellos que nacían en su nuca—. No hay tiempo que perder.
—Black, me haces daño... —Reprimió un sollozo.
El nombrado esbozó una sonrisa ladina y carcajeó por lo bajo.
—Deberías de estar acostumbrado, pequeño. De seguro ese Kakarot te jala mucho más fuerte mientras folláis.
—¿Qué es lo que quieres? —Le preguntó apretando sus dientes al notar un fuerte tirón.
—No pienso decírtelo —se acercó a él y le mordió el lóbulo de la oreja.
El moreno, ante el repentino mordisco, giró su volante para desviarse al otro carril que iba en sentido contrario. Black descendió su mano por su torso, queriendo llegar hasta su entrepierna.
—¡Black, detente! —Vociferó Vegeta.
—No..., eres mío —afirmó y metió su mano por debajo de la pretina del pantalón.
—¡Estate quieto! —Se removió y dio un frenazo en la carretera para echarle a un lado.
Le propinó un puñetazo en la nariz y, rápido, se desabrochó el cinturón de seguridad; abrió la puerta y salió corriendo por la solitaria vía. No había ni un sólo coche, estaba vacía.
Sintió una mano tomándole del brazo y atrayéndolo a un cuerpo que ahogaba sus gritos con su mano. El de pendiente verde le apuntó de nuevo con el revólver, a lo que Vegeta cerró sus ojos mientras dejaba fluir sus lágrimas.
—¿A dónde te pensabas que ibas, eh? —Inquirió sorbiendo su ensangrentada nariz. Vegeta sollozó—. ¡Cállate, joder, cállate! —Lo arrastró apuradamente hasta el coche, poniendo todas sus fuerzas ante la negativa del moreno.
De un empujó lo metió en la parte de atrás, dejándole tirado en el duro suelo que debajo de los asientos había. La parte abultada cochó contra las costillas del moreno, causándole un ligero pinchazo y una mueca de dolor.
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Your Madness: Delirium [Kakavege Fanfic] #2 ✓
Fiksi Penggemar¡¡¡SEGUNDA PARTE!!! Tras la acalorada discusión, el injustificado bofetón y su mala suerte, Vegeta decide irse a Múnich por un tiempo; como un exilio temporal. Allí los recuerdos fustigan su mente, golpean su alma y destrozan un poco más su tortura...