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Mansión de los Son, Chiyoda.

Gine no salía de su trance. Sus ojos estaban tan rojos como irritados, estaba pálida como in folio y casi sin energía en su cuerpo. Soltaba suspiros profundos mezclados con sollozos. El fallecimiento de Bardock le había afectado.

Tras el entierro, los familiares de la viuda la acompañaron hasta la mansión, donde ahora todo era silencio y tristeza, Raditz estaba al lado de su madre dándole consuelo mientras la acariciaba por la espalda; sin embargo, ésta seguía sin reaccionar. Su mirada se había apagado, como si ya no tuviera alma en su interior.

Vegeta miró al pasillo y no vio a Goku. Frunció su ceño y, en el más absoluto sigilo, caminó hasta el porche trasero que daba al amplio jardín de la mansión. De espaldas y fumando, lo encontró mirando a algún rincón del vallado blanco que impedía ver las afueras de Chiyoda. Tenía una mano dentro del bolsillo de su pantalón de tiro recto, queriendo evitar involucrarse en lo sucedido.

El moreno anduvo hasta él pisando las baldosas grises de piedra caliza que servían como puente. A un lado de sus cuerpos había un pequeño puente de madera que decoraba un pequeño estanco de agua clara con nenúfares flotando sobre ella. Pudo ver cómo aquél expulsaba el humo hacia un lado, apreciando el color grisáceo del mismo.

—Kakarot —le llamó. Éste le miró por encima del hombro con sus cejas rectas y su mirada seria—. ¿Qué estás haciendo aquí?

—Fumar —respondió para darle otra calada a su colilla.

—Ya es el tercer cigarrillo que te fumas.

—No tengo nada mejor que hacer.

—Sí, sí que lo tienes —le dijo arrugando su ceño—. Tu madre está destrozada y sólo Raditz la está consolando.

El tatuado se mantuvo callado, expulsando así el humo que retenía en sus pulmones.

—Tampoco le has dado el pésame. Te has cerrado en banda y aquí estás, pudriendo aún más tus deteriorados pulmones.

—Ella no merece que le dé mis condolencias por un hombre que no la trató bien.

—Puede que tu padre no lo mereciese, pero tu madre no tiene culpa de lo que hizo él en vida —le replicó el moreno abrazándose a sí mismo—. Ella te necesita, Kakarot. Necesita de sus dos hijos para poder afrontar este bache.

—¿Ahora vienes a dar lecciones de vida?

—No es eso. Sólo quiero...

—Está bien, cállate y déjame en paz —le dijo serio tirando el final de la colilla al césped.

Pasó por su lado y entró de nuevo en la casa, dejando a un desconcertado y solitario peli-flama en el decorado jardín. Bulma salió después del ofuscado peli-palmera, quien no le había devuelto el saludo. Envolvía su cuerpo con un vestido ambientado en los años cincuenta de color negro y escote de corazón, el cual ocultaba tras una rebeca de manga larga del mismo color. Su cabello lila estaba recogido en un moño abundante, dejando caer algunos mechones ondulados.

El ruido de los tacones sobre las baldosas hizo que el moreno la mirase, sabiendo que ella no venía con buenas palabras hacia el magnate.

—¿Qué es lo que le pasa a ese? —Le señaló con el pulgar—. Hoy ha estado insoportable.

—No lo sé. Supongo que no querrá estar aquí.

—Pues si no quiere que se vaya. Lo que menos necesita Gine es tener que lidiar con un hijo que ni caso le hace.

—¿Qué es lo que pasa? —Preguntó Vegeta para mirarla.

—¿Vas a ir a casa después de aquí?

—Seguramente, ¿por qué la pregunta?

Your Madness: Delirium [Kakavege Fanfic] #2 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora