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Despertó al sentir sobre su cuerpo una permanente mirada. Alzó su cabeza y lo primero que vio fueron los orbes verdes de Han, cuyo ojo izquierdo estaba decorado con una cicatriz que iba desde el inicio de su ceja hasta la parte superior de su pómulo.

Éste sonrió y depositó castos besos en el hombro desnudo del moreno. Ambos aireaban sus cuerpos al viento, tal y como Dios les había traído al mundo. El de tez clara acarició la cintura de su contrario, queriendo retener la calidez en su palma.

—Buenos días —dibujó una sonrisa en su cara al ver que Vegeta había despertado.

—Buenos días —saludó en baja voz.

—¿Cómo has dormido?

Se puso sobre su codo izquierdo haciendo que la luz que entraba por la ventana chocase con su parte trasera, estando ahora a contraluz. Sus cabellos rubios se veían mucho más dorados cuando los rayos del sol impactaban fuerte, creando un bello aura a su alrededor.

—Más o menos —se encogió de hombros—. ¿Y tú?

—Me gustaría decir lo mismo que tú pero... la verdad he dormido muy bien —acarició sus cabellos—. Dormir contigo después de tener sexo es relajante.

Vegeta bajó la mirada. Sí, habían vuelto a intimar. Sí, follaron como animales, sin estar bajo los efectos de ninguna sustancia. Y sí, habían vuelto a ser utilizados para terapia propia.

Siento mucho lo que ha pasado, Vegeta —acarició su frente con la suya.

—No es nada... Lo superaré —tragó saliva.

—¿Quieres quedarte aquí por el día de hoy? Yo no tengo nada que hacer y... —Su teléfono móvil sonó. Lo cogió y aceptó la llamada—. ¿Diga? —Se detuvo—. Hola, mamá... Sí, claro, ¿pasa algo?

Vegeta le miraba desde su puesto y decidió sentarse en la cama.

—Vale, enseguida voy para allá. ¿Necesitas algo más? —Se masajeó el trapecio—. Pues me visto y salgo. Venga, hasta ahora. Te quiero.

Finalizó la breve llamada telefónica y miró al moreno, quien le observaba con cabellos revueltos. Han sonrió y le besó en un impulso sin que Vegeta le parase. El peli-flama enredó sus brazos en su cuello y profundizó el ósculo, provocando que su corazón ardiese en el infierno de su rencor. Se separaron y se quedaron viendo en silencio hasta que el rubio habló.

—Debo ir a casa de mi madre —llevó sus manos a los costados del más bajo y los acarició—. ¿Vas a quedarte aquí al final?

—No quiero molestar.

—Jamás me molestarías, morenito mío —volvió a robarle un beso para atraerlo a su fornido cuerpo.

Sus penes se acariciaron bajo las sábanas y Vegeta necesitaba de una dosis matutina de sexo; el huracán «Kakarot» había causado grandes estragos en su interior, tanto es así que ya no era el modoso de antes.

Tumbó a Han en la cama y se colocó encima de él mientras hacía fricción con su pene. Estaba caliente, sumamente caliente.

El rubio apresó entre sus manos las trabajadas nalgas de Vegeta para apretarlas y moldearlas con sus dedos como si fuesen plastilin. Besó su cuello y lo marcó de nuevo como lo había hecho en la pasada noche. Vegeta soltó un suspiro y se mordió el labio inferior para seguir restregando su pelvis con la de Han.

El calentón aumentaban al recordar con nitidez la manera en la que aquél le folló anoche; fuerte, complaciente y sucio. Muy sucio. Han cesó el beso y lo apartó para mirarle a los ojos, Vegeta quedó desconcertado ante la acción.

Your Madness: Delirium [Kakavege Fanfic] #2 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora