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Shinkuju, Tokio.
Bardock Domus, INC.

Vegeta esperaba en la sala de espera para entrar en el despacho del tatuado. No había recibido ningún mensaje de cancelación, por lo que supuso que sí le atendería, tal y como habían acordado. Miró el reloj que estaba en la pared colgado. Las 9:55. Cinco minutos para volver a ver a Goku. Se relamió los labios y tragó duramente saliva.

Lazuli tecleaba dentro del mostrador redondo que configuraba el pasillo. Miró a los lados, pudiendo ver distintos accesos por el cual caminar y dirigirse. Se mordió el labio impaciente al ver que el palo grande del reloj sólo se había movido un centímetro. Estaba nervioso, con sus manos un poco sudorosas. El ascensor se abrió, dándole un vuelco al corazón al hacerlo. Pero se relajó cuando al sujeto que salía del mismo era aquel hombre de estatura baja que ya disponía de cabellera corta en su cabeza.

—Cariño, ¿podrías rellenarme estos documentos, por favor? Me lo ha pedido el señor Son Bardock —dijo Krilin.

La rubia se levantó de su acolchado asiento y recogió los informes. Vegeta apartó la mirada de ellos y se centró en el reloj. A pocos milímetros del número doce. Poco menos de diez segundos. Tomó aire y, sujetando entre sus manos su grisácea chaqueta, la apretó ansioso.

Escuchó el sonido del manillar y Vegeta, sumamente atento, mira a la puerta. Ésta se abre, dejando ver a un peli-palmera vestido con traje ejecutivo azul cobalto y corbata ancha negra. Su mirada no desprendía ningún tipo de brillo; ni atenuado ni opaco, simplemente sus ojos se habían ensombrecido de tal manera que no veías un final en ellos. Todo era oscuro e inerte. El peli-flama agachó la cabeza pero no apartó la mirada, viéndole a través de sus dispares pestañas.

—Entra —le ordenó haciéndose a un lado. El moreno asiente y le obedece.

Goku cerró detrás de él y puso el seguro. Miró a Vegeta, quien se había quedado en medio del despacho. Se sentó en su cómoda silla y, encendiéndose un cigarrillo, miró al moreno una vez más.

—Siéntate —demandó para dejar escapar el humo a través de sus labios.

Vegeta caminó hasta los asientos que habían delante del escritorio y dejó la chaqueta encima de sus muslos.

—Veo que sigues fumando —expresó el moreno con cautela.

—Por el momento es lo que me mantiene vivo —dijo mirándole serio.

—En realidad te está matando.

—No puede matarme cuando ya estoy muerto —le dio una nueva calada—, ¿no crees?

Vegeta se mordió el labio y Goku expulsó el tóxico humo.

—¿De qué quieres hablar? —Dio ligeros golpes a la parte final del cigarro.

El moreno permaneció callado. Había sido una pésima idea el ir.

—Sólo quería intentar arreglar lo nuestro —le miró—. Pero creo que ha sido una mala idea el hacerlo —se levantó del asiento, llamando la atención del magnate—. Creo que lo mejor es olvidarnos de todo...

Goku dejó el cigarro en el cenicero e imitó su acción. Vegeta bajó la mirada y el rostro.

—Supongo que no tendremos una historia —expresó en un hilo de voz—. Ni tan siquiera una triste poesía... —Volvió a mirarle—. Ha sido una mala idea venir a arreglar algo que está roto en diminutos pedazos. Lo siento por haberte hecho perder el tiempo.

Se giró y caminó hasta la puerta. Sin embargo, el peli-palmera lo tomó de la mano y lo detuvo. Se miraron nuevamente, conectando aquellas miradas desoladas. Vegeta dejó escapar un suspiro.

—No, no te vayas —levantó su mano y acunó su mejilla en ella—. Quédate.

—Eso es lo que quiero... —Susurró sobre sus labios—. Bésame.

El más alto se abrazó a la pequeña cintura que poseía el moreno y, reclamando aquellos carnosos labios, lo besó con fiereza. Movía su cabeza como su se tratase de una danza dual; pasó sus manos por toda su espalda, acariciando aquella tersa piel por encima de las prendas. Se necesitaban. Y ambos lo sabían. Habían sido, aproximadamente, tres meses sin ningún tipo de contacto que viniese por parte del contrario. Vegeta soltó la chaqueta y se abrazó a su cuello, profundizando así el beso. El de tatuajes detuvo el beso y se quedó mirando fijamente al sonrojado ser que tenía delante.

—Vegeta... —Dijo agitado.

—Kakarot... —Dijo aquél con un hilo de voz.

El último en ser nombrado juntó su pelvis con la zona noble del peli-flama. Vegeta, al darse cuenta de su intención, se hizo a un lado. Goku se quedó perplejo ante tal movimiento.

—¿Por qué te apartas?

—No quiero que cometamos los mismos errores —le miró con sus mejillas aún coloreadas de rojo suave.

—Nos necesitamos —le encaró—. No puedes reprimir esto que sentimos.

—Lo sé, pero no es conveniente —se puso frente a él.

—Entonces, tengamos otra oportunidad —pidió. Vegeta abrió sus ojos. 

—¿Otra oportunidad?

—Sí, volvamos a comenzar —le sujetó de las manos—. Por favor, nene...

Aquella angustiosa voz le hizo aterrizar fortuitamente. Tragó saliva y bajó la mirada, flechándola en el suelo de parqué gris.

—Por favor, Vegeta. No quiero perderte —suplicó aplicando un poco más de fuerza en su agarre.

El peli-flama le miró y, al hacerlo, pudo ver que los orbes oscuros del más alto emitían un haz de luz, por pequeño que fuese. Acercándose a él, y sin soltarse del encarecido agarre, alzó (lo más que pudo) su rostro.

—Intentémoslo por última vez. 

Your Madness: Delirium [Kakavege Fanfic] #2 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora