Sombras

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Amor completo-Mon Laferte

"Sé que te he hecho pasar malos ratos, y por eso estoy aquí, quiero enmendarlo"

Esas fueron las palabras que Akihiro, tu padre, te dijo aquella vez que te fue a visitar.

Pasaron varios meses desde aquella ocasión y de manera extraña las cosas empezaron a mejorar. Una vez al mes tu padre te visitaba, la abuela ya no reclamaba nada y South había estado muy tranquilo.

Claro, de vez en cuando surgían situaciones desastrosas que alteraban a todos, como cuando South visitaba a Draken en su tienda de motocicletas para pedir que se uniera a Rokuhara Tandai.

Pero de ahí en fuera todo iba mucho mejor, la relación que tenías con Kakucho parecía estar en el mejor punto, más unidos que nunca.

Desde aquella vez que probaron la delicia y lujuria de los deseos carnales, no habían parado ni un solo día.

Pervertidos.

Parecían dos animales en celo, lo hacían todos los días, a la hora que fuera, en su casa o en la tuya, en todas las posiciones que se les ocurriera. Sintiéndose con toda la piel, con las manos, dedos, boca o lengua, en pocas palabras, con lo que les fuera posible y resultará placentero.

Fue un verdadero milagro que no quedases embarazada.

—Me duele un poco la garganta—comentaste subiendo a su motocicleta, una nueva que acaba de comprar.

—Lo siento, tal vez se me pasó un poco la mano—dijo pasándote el casco.

—¿A dónde vamos a ir?

—¿Quieres ir a ver el atardecer a la bahía?—preguntó, él sabía bien que amabas los atardeceres.

—Claro que sí—dijiste abrazándolo por detrás.

Condujo con cuidado por las calles, le gustaba la velocidad de la moto, pero siempre que salía contigo se controlaba.

Llegaron justo en el momento en el que el atardecer estaba en su máximo esplendor.

—Se ve genial—comentaste en un susurro aún sobre la moto y abrazada a él.

Tomaron asiento sobre el muelle contemplando lo poco que quedaba del atardecer. La energía entre ambos siempre era tranquila, se sentían bien al lado del otro y aunque el contacto o las expresiones de amor a veces llegan a ser mínimas, saben que no son necesarias, pues se aman, lo sienten y lo saben..

Cuando el sol por fin se había ocultado, y el muelle solo era iluminado solo por las farolas que tiene a su alrededor, fue cuando por fin decidiste hablar.

—Tengo un regalo para ti—dijiste metiendo la mano en tu bolsillo del pantalón.— Toma.

Le entregaste una pequeña caja, Kakucho la tomó entre sus manos y la abrió, encontrándose con un anillo, el cual tenía el mismo diseño que los aretes del difunto Izana Kurokawa.

—Sé que Tenjiku ya no existe, pero también sé lo importante que fue para ti—dijiste.—Aparte, amaba sus rangos, Rey celestial suena demasiado elegante.

—¿Acaso me estás proponiendo matrimonio?—preguntó él intentando evadir tu sentimentalismo, no quería terminar llorando.

—No me lo había planteado así—respondiste riendo—, pero si quieres tomarlo así, por mí no hay problema. No me molestaría que nos casáramos.

—Gracias—dijo—Lo cuidaré bien.

—Te lo debía, después de todo, tú fuiste quien me regaló estos hermosos pendientes—dijiste tocando los aretes que te había regalado.

Rey Celestial - Kakucho HittoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora