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Pasaron algunas semanas y ya se había vuelto rutina el que te acompañará todos los días hasta tu casa, no te quejabas, su compañía te hacía sentir bien, pero había ocasiones en las que considerabas que no era necesario, como en esta.
—Oye en serio, no tienes que acompañarme a casa todos los días —dijiste mientras caminabas a la par de Kakucho—. Pronto comenzará a nevar, es mejor que vayas a resguardarte antes de que comience la tormenta.
—Me gusta acompañarte, si nos damos prisa no pasará nada—respondió caminando más rápido.
—¡Espera!, caminas muy rápido, tengo piernas cortas—dijiste en un quejido aumentando la velocidad con la que caminabas, tomaste su antebrazo con la intención de que camine más lento.
Kakucho redujo de manera considerable la velocidad de su andar, sintiendo que el corazón se le aceleraba por el mero tacto que habías tenido con él.
Al principio pensó que solo se trataba de mera atracción física, y que el nerviosismo que sentía cada vez que se encontraba cerca de ti se debía a su poca interacción con chicas de su edad, pero desde hacía unos días había encontrado respuesta a la pregunta que Ran le había planteado. Efectivamente le gustabas y no solo eso, comenzaba a creer que se estaba enamorando, o al menos eso pensaba, pues él no tenía ni idea que era el amor.
—Hace frío—comentó al ver caer los primeros copos de nieve, los cuales indicaban el comienzo de una de las tormentas más fuertes e inusuales pronosticadas en Tokio.
—Lo sé—respondiste temblando—, Rindou derramó su cerveza en mi sudadera y eso lo hace peor—comentaste riendo al recordar a un Rindou tan ebrio que apenas y se mantenía de pie.
Ambos rieron, a pesar de todo, habías hecho nuevos amigos que jamás hubieras imaginado. El camino a casa, por si solo era largo, pero desde que lo recorrías en compañía lo disfrutabas tanto que el tiempo parecía pasar más rápido de lo que deseabas y cuando menos te diste cuenta ya habían llegado.
Te apresuraste a sacar las llaves y abrir la puerta antes de que tus manos se entumieran por el frío. La casa estaba en total silencio, por lo que supiste que no había nadie, como casi siempre.
—Vamos pasa—le dijiste haciendo espacio para que pasara a tu casa, no estabas dispuesta a dejar que se fuera en esas condiciones, pues el frío afuera se estaba tornando insoportable.
—No quiero causar molestias—comentó no muy seguro de aceptar tu invitación.
—¿De qué hablas?, no es ninguna molestia—dijiste con el ceño fruncido.
—¿Qué dirán tus padres?
—Ellos ni siquiera están en casa—respondiste con una sonrisa—. Apúrate o te congelarás ahí afuera.
Dudó un poco decidió aceptar la oferta, pero al final aceptó. Te quitaste los zapatos en la entrada y encendiste las luces, junto con la calefacción.
Lo primero que Kakucho notó era que a pesar de ser una casa pequeña, por dentro tenía un aspecto bastante lujoso, que estaba lejos de parecer acogedor, por el contrario, daba la impresión de ser un lugar frío y solitario.
—Comamos algo, muero de hambre—comentaste yendo a la cocina.
—¿Dónde están tus padres?—preguntó curioso mientras tomaba asiento en la barra que se encontraba en medio de la cocina.
—Mi madre trabaja en el extranjero—respondiste mientras rebuscabas en la alacena algo para comer—, y mi papá, en su casa, con su nueva familia. Vivo con mi abuela, pero seguramente está en el casino, apostando y embriagándose—dijiste mirando el reloj en la pared.
Habías preparado ramen instantáneo, ya que no eras una experta en la cocina, ambos se sentaron en la sala para poder comer mientras miraban una película a la cual ninguno de los dos le estaba poniendo atención, pues cada uno se encontraba inmerso en sus propios pensamientos.
Kakucho, por un lado, comenzaba comprender el porqué pasabas tanto tiempo en la calle y que formarás parte de una pandilla sin la objeción de nadie de parte de tu familia, se debía a que prácticamente vivías sola.
Por tu parte, más que estar perdida en pensamientos, te encontrabas inmersa en el sentimiento de por fin poder sentir aquella fría casa como un verdadero hogar, en compañía de alguien que te hacía sentir bien y que, sin alguna intención, sin pedir permiso alguno, se había ganado un lugar en tu corazón.
Sentados en el sillón mirando la TV, con una frazada cubriendo sus piernas, ambos se hacían compañía, ninguno hablaba, las palabras no eran necesarias. Disfrutaban del nerviosismo y las mariposas en el estómago que se hacen presentes cuando la persona que te gusta está cerca, y por primera vez en mucho tiempo , ninguno de los dos se sintió solo.
Sus corazones se encontraban tranquilos, y fingiendo no darse cuenta, de una manera tan natural y hasta cierto punto, atrevida, tu mano y la de Kakucho se entrelazaron, sujetándose la una a la otra de manera suave pero firme.
El ambiente era perfecto y hubiese seguido así de no ser porque en ese momento la luz eléctrica de la casa dejó de funcionar. La tormenta se había intensificado tanto que provocó un gran apagón, dejándolos a ambos en una completa oscuridad
Gracias por leer ^^
♡⟡ Lxs amoO ⟡♡
~HirO
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Rey Celestial - Kakucho Hitto
Hayran KurguKakucho Hitto x Lectora(T/n) Después de la muerte de Izana, Kakucho pensaba que ya no tenía propósito en la vida, pero siempre puede llegar alguien inesperado que te cambia la vida. *La ilustración de la portada fue hecha por @NanaAngel7 *La ilustra...