Crisis

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Regresando a la problemática actual. Te levantaste lo más rápido que pudiste de la cama, con tal apuro que tus piernas se enredaron en el montón de cobijas que tenían encima y terminaste cayendo al suelo.

El sonido de un golpe seco resonó en toda la habitación y, los insistentes golpes en la puerta que comenzaban a perturbarte, cesaron. Te pusiste de pie a pesar del dolor de la caída y te dirigiste a la cama.

—Acuéstate—le susurraste a Kakucho que hasta ese momento solo jugaba el papel de espectador —. Yo la distraeré, tu sal por la puerta de adelante, puedes tomar una sudadera del closet, son grandes, así que cualquiera te quedará bien— dijiste mientras lo tapabas con las mantas para esconderlo.

Te dirigiste a la puerta y sólo la abriste lo suficiente para asomar la cabeza.

—¿Qué sucede abuela?

—Ya te dije que no me llames así, me haces sentir vieja, llámame por mi nombre—respondió Fumiko.

—Lo siento, Fumiko—dijiste rodando los ojos—¿Qué sucede?

—¿No piensas levantarte? Ya son las 11 de la mañana—dijo y se asomó intentando ver hacia dentro de la habitación—¿Por qué usas tantas cobijas?—preguntó con fastidio.

—La calefacción dejó de funcionar, tenía frío.

No respondió nada, pero por un momento te miro con los ojos entrecerrados dudando de ti.

—Apúrate, iremos a desayunar a otro lugar, tu padre quiere verte—dijo y si más se dio la vuelta para irse.

"Hace dos años que no veo a mi papá, ¿Se habrá acordado de mí?... Yo... también quiero verlo."

No dijiste nada más, solo entraste de regreso a tu habitación y tomaste la primera sudadera que encontraste.

—Nos vemos en la tarde—le susurraste por encima de las mantas a Kakucho, sabías que había escuchado toda la conversación que tuviste con tu abuela y saliste corriendo de la habitación.

En cuanto escuchó el sonido de la puesta que indicaba que ambas ya habían salido de la casa, se marchó, pensó mucho si llevarse la sudadera que le ofreciste o no, pero al final termino aceptando porque hacía demasiado frío afuera. Se la colocó y no pudo evitar sonreír al darse cuenta de que tenía tu olor.

Por la tarde, te dirigiste al punto donde solían reunirse, no ibas con el mejor humor y parecía que las cosas no iban a mejorar, pues desde que llegaste el ambiente se sintió tenso, más de lo normal. South estaba sentado y parecía estar esperándote, ya que en el momento que llegaste todos guardaron silencio.

—¿Por qué llegas tarde?—preguntó South con el ceño fruncido.

—Tenía cosas que hacer—respondiste sin voltear a verlo.

—¡Tch! Da igual, quiero que pelees—dijo South acercándose a ti.

—¿Con quién?

Apenas preguntaste un chico fue arrojado a tus pies, parecía tener puesto el uniforme de otra pandilla y estaba ya bastante golpeado.

—Es de Brahman—comentó sonriendo—. Se metió a nuestro territorio y ahora tendrá que pagar por eso—dijo riendo.

—No soy un perro de pelea—respondiste—, arréglalo tú.

Tan solo al terminar esa frase recibiste una cachetada de parte de South. Kakucho acababa de llegar de resolver algunos "problemas", escuchó esa discusión tuya con South y no pudo evitar enfadarse cuando vio que te golpeó de nuevo.

—¿Por qué siempre tienes que estarme retando?—gruño South apretando los dientes

—Lo siento—respondiste en un susurro—. Haré lo que quieres.

—Más te vale darme un buen espectáculo, o la que me las pagará serás tú.

Y así lo hiciste, seguiste su orden, brindándole el mejor espectáculo que había visto en mucho tiempo, peleado con brutalidad y sin contenerte, llegaste a tal punto de no sentir lástima ni nada por el estilo. Por el contrario, lo disfrutabas, daba la impresión que eras otra persona, ya no medias tus golpes, tanto era así que no te importaba hacerte daño en los nudillos, no te importaba nada.

—Tienes que sacarla de ahí, o lo matará—le dijo Ran a Kakucho.

Él reaccionó inmediatamente y eso hizo, te sacó de ahí sin importarle lo que pudiera decirle South, solo quería que te calmaras, que regresaras a ser la misma, la que a pesar de todo siempre procuraba estar tranquila.

Te sacó hasta afuera del lugar donde no hubiera nadie que los molestara, te escuchaba llorar en silencio, silencio que solía ser muy familiar en ustedes y el cual tú usualmente rompías, pero esta vez sabía que era él el que tenía que dar el primer paso.

—¿Qué sucedió?—preguntó en un tono bajo—¿Por qué estás así? ¿Es culpa de tu padre?— preguntó, había escuchado muy bien la conversación con tu abuela.

Asentiste, limpiaste tus lágrimas y aún sollozando intentaste recobrar la compostura lo mejor que pudiste.

—Solamente quería presentarme a sus hijos—dijiste mordiendo tu labio—, con los que sí es feliz, con los que si pasa más tiempo, por los que me cambio—comentaste sonriendo con dolor.

—Ya no pienses en eso—dijo él acariciando tu espalda.

—No es sólo eso, estoy harta. Amigos, familia, todos parecen querer huir de mí, siempre se alejan... Tal vez... Tal vez hay algo malo en mí, tal vez yo soy el problema—dijiste e inconscientemente comenzaste a jalar de tu cabello—, pero aun así no quiero estar sola—respondiste mirando tus manos cubiertas de sangre.

Tu respiración se volvió irregular al darte cuenta de lo que habías hecho, comenzabas a sentir la pesadez de tus acciones, el choque de ideas en tu cabeza, lo que acabas de hacer estaba mal, pero ¿por qué se había sentido tan bien? ¿Por qué no habías podido controlarte?

Estabas en crisis.

Sin previo aviso y para que no te hicieras más daño ti mismo Kakucho tomó tus manos intentando calmarte, forcejeó contigo un poco hasta que te quedaste quieta y lo miraste.

—Escúchame—habló en un tono fuerte y decidido—. Yo nunca te voy a dejar sola—dijo mirándote fijamente a los ojos.

 Yo nunca te voy a dejar sola—dijo mirándote fijamente a los ojos

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Comienza a sonar Daddy Issues de fondo ajajaja...

Rey Celestial - Kakucho HittoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora