♡ ♡ ♡ ♡ ♡ ♡ ♡ ♡ ♡ ♡ ♡
Kakucho intentaba adaptar su mirada a las luces rosadas que iluminaban el Strip club en el que acababa de entrar. Llegó ahí porque era el lugar predilecto que tenían él y los Haitani para juntarse y pasar un rato agradable después de una larga semana de trabajo, si es que así se le podía llamar.
Paseó entre las mesas hasta llegar a la zona VIP, mientras veía y se deleitaba el ojo con las distintas bailarinas que se encontraban haciendo su trabajo y atendiendo a hombres viejos y desesperados por un poco de atención femenina que no fuera la de su esposa.
Al llegar hasta la zona VIP el cadenero y unas cuantas chicas lo saludaron, ya era habitual verlo todos los viernes ahí e incluso las bailarinas de esa zona lo conocían muy bien y lo saludaban.
—Bienvenido, Kakucho—dijo Abigail, una chica de baja estatura y rubia que siempre solía saludarlo.
—Hola, Abi—contestó Kakucho pasando de largo y sentándose en la mesa de siempre.
Ya era habitual que los socios de Bonten se sentarán en la penúltima mesa, alejados de casi todos y en la penumbra para hablar de los negocios turbios que llevaban a cabo. Kakucho casi siempre llegaba temprano y eso le daba la ventaja de pedir un trago y platicar con alguna chica con la que seguramente se vería después de la reunión para pasar un buen rato.
Su orden siempre era la misma, un whiskey con agua mineral. El tiempo había pasado y él se había convertido en un hombre con ciertos hábitos, aunque su rutina siempre estaba en constante cambio.
Tanto es así que antes de hacer una orden al mesero, algunas chicas ya saben que es lo que va a pedir antes de que lo haga, tal era el caso de Haruko, o Lola, como la conocía él.
Una pelirroja que había conocido en aquel club y que sin darse cuenta se había convertido en su confidente y amiga.
—Aquí está lo que pediste, guapo—dijo Lola poniendo sobre la mesa el vaso de Whiskey y tomando asiento.
—Ni siquiera han tomado mi orden, Lola—respondió Kaku con una sonrisa de lado y aceptando el vaso que la mujer le había dado.
—No hace falta. Siempre pides lo mismo—dijo Lola.
—¿Qué tal ha estado la noche?—preguntó
—Aburrida. No hay muchos clientes—respondió Lola acostándose sobre la mesa—, ¿cómo van las cosas con Bonten?—pregunta Lola.
Bonten. El nombre de la peor organización criminal en Japón y de la cual Kakucho formaba parte, el tercero al mando para ser más exactos.
Después de que sus vidas se separaron, cada uno siguió su camino. Kakucho se unió a la Kanto Manji, y aunque al principio detestaba con todas sus fuerzas a Sanzu aprendió a convivir con él, no era su mejor amigo, pero sí sabía sobrellevarlo.
Como había dicho, no conocía otra vida que no fue la de las pandillas, siguió el mal camino rodeándose de personas peligrosas y gracias a su destreza peleando y junto a Mikey en poco tiempo se convirtió en alguien
Su faceta de adolescente dulce y enamorado había sido eclipsada por un hombre serio y con poder que no le temía a nada, o bueno, a casi nada.
—Lo de siempre—dijo Kakucho—. Cada vez hay más socios, más gente con quien tratar, muchas cosas—agregó sacudiendo la cabeza.
—Me imagino—contestó Lola poniéndose de pie—. Me tengo que ir, llegaron nuevos clientes. Solo no dejes que te disparen o te maten—dijo burlándose de Kakucho
—No lo harán, tonta—dijo Kakucho viendo como se alejaba de su mesa, antes de que Lola caminara la llamó nuevamente porque algo en su atuendo había captado su atención—Lola, ¿qué es eso?—musitó señalando la gargantilla en su cuello.
—Una gargantilla, tonto, ¿qué más sería?—contestó la pelirroja.
—No es nada, es solo que hace mucho tiempo no veía una—dijo entre dientes
Tu recuerdo estaba borroso en su memoria, de vez en cuando intentaba evocarlo, pero cada vez le costaba más y más trabajo tráelo de regreso. Era lógico, habían pasado casi diez años desde la última vez que se vieron. Ya no pensaba en ti, o bueno, ya no lo hacía con tanta frecuencia, pues había encontrado nuevos distractores, aun así esos recuerdos permanecían de ahí, y de vez en cuando aparecían para hacerle ruido.
Regresaban sobre todo en forma de sueños o aleatoriamente un día cualquiera cuando se topaba con algo que le hiciera desbloquear ese recuerdo, ya fueran algunas palabras, algún aroma o algún sabor de comida.
—Siempre puntual.
La voz de Ran llamó la atención de Kakucho y de manera automática una sonrisa apareció en su rostro. El mayor de los Haitani se había convertido en un guía y especie de hermano para él.
—Ustedes siempre llegan tarde—dijo Kakucho y después le dio un sorbo a su bebida.
—Da igual, hay que divertirnos—dijo Rindou tomando asiento y haciendo un ademán para llamar a alguno de los meseros—, ¿por qué has ordenado sin nosotros?—se quejó Rin.
—No lo sé, tal vez porque no estaban aquí—respondió el pelinegro
—Teníamos asuntos que resolver en la oficina. Takeomi es muy desordenado con los papeles—dijo Ran mientras se aflojaba la corbata.
—Era de esperarse de un briago—contestó Kakucho terminando su bebida.
Los tres estuvieron un rato cautivando su mirada con las diferentes féminas que se encontraban brindándoles sus servicios. Ran se encargaba de elegir a las bailarinas y de pagarles, quería que tanto de su hermano como Kakucho pasaron un buen rato y se divirtieran.
—¿Qué tal el trabajo de campo, Kakucho?—preguntó Ran cuando el show que les brindaba la rubia subida sobre la mesa había terminado.
—Normal—contestó Kakucho—. Mikey se encarga de casi todo y yo me encargo de que Sanzu no la cague—agregó mientras jugaba con su vaso.
—¿Estás hablando de mí?
La voz de Sanzu interrumpió el ambiente ameno de la mesa, ninguno de los tres se dio cuenta de dónde salió ni a qué hora. Kakucho se giró para encontrarse a Sanzu con su ya habitual traje rosa manchado de sangre y con su arma en la mano.
—¿Por qué mierda no te cambias antes de venir?—preguntó Rindou haciéndose a un lado para que el peli rosa tomara asiento.
—Nadie puede decirme nada—dijo Sanzu y dejó la pistola sobre la mesa.
—¿Por qué vienes lleno de sangre, Sanzu?—preguntó Kakucho sin quitarle la mirada de encima.
—Mate a alguien. Un tipo cualquiera que se puso necio.
Kakucho observaba a Sanzu, lo dilatado de sus pupilas delataban lo drogado que estaba, aun así no había rastro en sus facciones que delatara que era mentira.
—Hablaremos luego acerca de quién fue a quien asesinaste—dijo Kakucho con un tono serio a lo que Sanzu únicamente asintió.
Sanzu decía la verdad. Había matado a alguien y el nombre del muerto era Akihiro Hattori.
Mamó el viejo jejejeje
ESTÁS LEYENDO
Rey Celestial - Kakucho Hitto
FanficKakucho Hitto x Lectora(T/n) Después de la muerte de Izana, Kakucho pensaba que ya no tenía propósito en la vida, pero siempre puede llegar alguien inesperado que te cambia la vida. *La ilustración de la portada fue hecha por @NanaAngel7 *La ilustra...