Insomnio

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Un beso.

Un beso desesperado que demostró las ansias que tenían por sentir al otro, un beso donde los deseos del alma salían a flote.

Un beso donde se expresaban de manera física las emociones más lindas que tenían hacia el otro, porque las cosas más bellas que puede experimentar un ser humano no se piensan, ni se dicen, se sienten.

Se separaron por la falta de aire, por un segundo lo único que los conectó era un hilo de saliva, el cual desapareció al instante, ambos sintieron las mejillas arder, el corazón saltar de emoción.

Alegría, nervios, entusiasmo, eran algunos de los sentimientos que recorrían el cuerpo de ambos, sus miradas se encontraron, avergonzada por el seguro color rojo de tu cara, miraste hacia otro lado.

—Yo no debí... Lo sien...—Kakucho comenzaba a querer disculparse por sus acciones algo atrevidas, pero fue interrumpido cuando te abalanzaste hacia él y lo abrazaste.

—No digas nada, no te disculpes—susurraste—. No digas lo siento, no lo hagas sonar como si hubiera sido un error—dijiste mientras lo abrazabas con fuerza y ​​te refugiabas en su pecho.

—Eso fue atrevido de mi parte—se excusó.

—No me molesta.

Sentiste la cálida mano de Kakucho, acariciar tu cabello de forma suave y delicada mientras te mantenías aferrada a él como un pequeño koala, escuchando el latir de su corazón, su respiración y dejando que el olor de su colonia se impregne un tu ropa e invadía tus fosas nasales.

—Me tengo que ir—comentó Kakucho. Te despegaste lentamente de él, no lo querías soltar, pero sabías que tenías que hacerlo a tu parecer, estaba huyendo, y si, lo estaba haciendo.

Realmente le había gustado el beso, a su parecer había sido perfecto, pero en esos momentos, justo después de su alocada acción, un montón de dudas llegaron a él, no sabía si estaba haciendo lo correcto o no, tampoco sabía si sus sentimientos serían correspondidos.

"¿Por qué alguien como ella se fijaría en mí?", pensaba cegado por sus inseguridades.

Se apartó dispuesto a irse, dejándote en el mismo lugar donde estabas, una punzada en el corazón se hizo presente, sin moverte, intentabas asimilar lo sucedido, te cuestionabas muchas cosas, ¿Acaso era bipolar? ¿Estabas malinterpretando la situación?

—Kaku—lo llamaste antes de que abandonara la casa, él se detuvo esperando a que le dijeras algo—, me ...me...

"Vamos, solo dilo"

—Me gusta... Tu arete—fue lo único que se te ocurrió decir, tenías miedo, miedo a que tus sentimientos no fueran correspondidos.

Él solo te dedicó una sonrisa y salió.

Esa noche ninguno de los dos pudo dormir, insomnio provocado por el mal de amores que los estaba atacando.

Desesperada, tomaste la cajetilla de cigarrillos que tenías sobre tu mesita de noche y saliste de tu casa para respirar aire fresco, llegaste al parque vacío, era de noche y no había nadie.

Encendiste un cigarrillo y te sentaste en la banca que frecuentabas antes de unirte a Rokuhara Tandai, antes de que tuvieras amigos nuevamente, antes de que Kakucho entrará de lleno a tu vida, banca que fue testigo de todas las veces que estuviste sola y de las que, en secreto, te cuestionabas si valía la pena seguir viviendo.

—¿Qué haces tan tarde aquí?, es peligroso —escuchaste la voz de Kakucho interrumpir el silencio en el que estaba sumergido el lugar.

—No podía dormir—respondiste hablando bajito y volteando a verlo—, ¿y tú?

No respondió, dio un suspiro y se sentó a tu lado.

—Tampoco podía dormir—respondió.

—Escucha, si lo que sucedió en la tarde consideras que fue un error, lo entiendo—comentaste abrazando tus rodillas—. Si fue un error, dímelo. Estoy dispuesta a olvidar lo que pasó.

—No fue un error—respondió de inmediato—. Yo... yo no sé como decirlo— dijo frustrado.

—Está bien, no tienes que decirlo si no sabes cómo.

—¡No!—dijo de golpe tomando tus manos—, ¡Yo realmente quería besarte!

Te miro por un instante sonrojado, soltó tus manos y rebuscó algo en sus bolsillos hasta que finalmente sacó una pequeña cajita color rojo.

—Soy un tonto expresando mis sentimientos—dijo entregándote la cajita—, te compré esto. Me gustas—soltó finalmente.

El corazón te dio un vuelco, tomaste la cajita en tus manos y con mucho cuidado la abriste, encontraste un par de pendientes muy similares al que él siempre traía puesto, el que le habías elogiado hace un rato.

Lo único que los diferenciaba al de él, era que estos tenían grabado un corazón en el medio.

—Lo siento, no son tan costosos como las cosas que a veces usas—comentó al ver que solo mirabas los pendientes, pero no decía nada.

—Son perfectos—dijiste de golpe —¿En serio te gustó?—preguntaste con lágrimas en los ojos.

—Sí, demasiado.

No me pregunten que hice con este capítulo, por que ni yo se jajaja

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No me pregunten que hice con este capítulo, por que ni yo se jajaja

Rey Celestial - Kakucho HittoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora