9. Heridas

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CORA

Estoy haciendo justo lo que le he dicho a Pol que no haría. Cierro la puerta y voy directamente a las escaleras, él me sigue de cerca. Me doy cuenta de que los nervios que tenia por la tarde se han esfumado. El hecho de que Lola haya tratado de forma tan normal la situación, hace que yo también sienta que no estoy haciendo ninguna locura.

Mi habitación era de mis padres, amplia y con vistas al mar. La ventana de mi antiguo cuarto da a una calle pequeña, la zona tiene encanto pero no deja de ser una acera y casas con ropa tendida.

- Fíjate, si tienes libros de verdad - se acerca a la estantería y acaricia varios lomos -, creía que eras una chica eBook.

- Que lea en digital no me hace peor lectora. Sigo adorando coleccionar libros, olerlos y pasar sus páginas.

- Supongo que eso te hace ganar puntos.

- Ah, ¿que va de puntuaciones? - me dejo caer en la esquina de la cama que queda pegada a la esquina de la ventana - Que seas capaz de escribir con boli en los libros te hace perder puntos.

- Que tengas la estantería ordenada por colores te hace perderlos a ti.

- Disculpe, señor antiguo, seguro que usted los ordena por género.

- En realidad por orden alfabético del apellido de los autores - se acerca a la ventana y se sienta en el poyete -, creo que es la forma más eficaz.

- Madre mía, ¿de qué siglo eres?

Suelta una risa floja y mira hacia el mar. La luna está enorme y el reflejo en el agua parece de acuarela. Enciendo la luz de mi escritorio y busco en mi carpeta de dibujos uno de mis favoritos. Es una hoja cuadriculada de libreta, en un principio solo iba a hacer el boceto a lápiz pero el atardecer aquel día parecía tan mágico que no pude parar, terminé llenándolo de color y dibujando hasta mi ventana por dentro. Desdoblo el papel y me acerco a él.

- Es mi lugar preferido del mundo - le tiendo el dibujo sentándome al otro lado del poyete -, no es gran cosa, pero me hace muy feliz.

Darek observa la hoja más tiempo del que creo necesario y empiezo a sentir algo de vergüenza. ¿En qué se está fijando tanto? ¿Había preguntado antes lo de ver mis dibujos sólo por compromiso? Quizá no le guste y está pensando cómo decirlo sin hacerme sentir mal.

- ¿Me lo puedo quedar?

Vuelvo a mi complejo de gárgola. Consigo parpadear. ¿Le gusta de verdad?

- ¿Por qué lo quieres?

- No lo sé - me mira y coge con más fuerza el papel -. Hay algo en él que me hace sentir bien.

Asiento y noto cómo mi cara se enciende, primero creo que es por timidez pero me doy cuenta de que no: es felicidad. Mi dibujo le gusta. Creo que puedo regalarle todos, si quiere.
Lo dobla con cuidado y lo guarda en su bolsillo del pantalón.

Nuestros pies se unen en el centro de la ventana y ambos nos quedamos mirándolos. Los hemos dejado apoyado entre sí, quietos, un punto de unión que termina por enlazar nuestras miradas.

- ¿Crees que nos conocemos, Darek?

Sé que sabe a qué me refiero. Se limita a encogerse de hombros y vuelve a mirar el horizonte.

- Da igual cuál sea la razón, nos hemos encontrado y podemos usar esta oportunidad para lo que queramos - vuelve a fijar sus ojos en mí -, eso es lo que importa.

EL AROMA DE LOS SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora