30. Guías de luz

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CORA

Está saliendo el sol, nunca he estado tan lejos de casa. Ayer viajamos cerca de seis horas y, al parecer, hoy serán casi tantas. Mi barriga se ve redondeada, no se nota porque llevo una camiseta de Darek pero está ahí. Ha crecido en solo dos días y parece de tres meses.

No escucho la música. Sé que está puesta, puedo oírla pero mis pensamientos tienen un volumen mucho más alto. Miro por la ventana intentando distraerme pero fracaso. Fracaso constantemente.

Un largo rato de campos cultivados. Pienso en Ona y sus cáctus.

Césped. Pienso en mis siestas con Pol por el campus.

Molinos. Ah, los molinos están bien. Son gigantes que nos quieren atacar y nosotros un caballero y su escudero.

Se acaban los molinos. Césped.

- ¿Quién es exactamente la mujer a la que vamos a visitar? - Pruebo la distracción con charla.

- Hace poco más de un siglo existía un pueblo - aún se me hace raro escucharle hablar en siglos -. Por una serie de circunstancias, cundió el pánico y diversos desastres llevaron el lugar a su fin. Hubo muchísimas muertes, hechicería y maldiciones. Hay rumores y leyendas que la gente teme, las personas no suelen acercarse allí.

- Suena seguro - contesto irónica.

- Los rumores son ciertos, lo sé por experiencia propia. Sin embargo, hoy en día no es más que un antiguo pueblo en ruinas. Se encuentra entre montañas, las familias que vivían allí eran comerciantes, buena gente con mala suerte. Algunos murieron y otros consiguieron huir.

- Pero, ¿qué pasó? - pregunto intrigada.

- Alguien codicioso y egocéntrico tomó malas decisiones y su castigo salpicó a demasiados.

- ¿Y la mujer que nos va a ayudar vive en ese pueblo fantasma?

- Cerca, en las montañas.

- ¿Y por qué crees que nos va a ayudar? - No sé quién será pero ya no me puedo fiar de nadie - A lo mejor ella ni se acuerda de ti.

- Te puedo asegurar que se acuerda.

- ¿Por qué estás tan seguro?

- Porque es el Oráculo a quien todo el mundo pide ayuda y hubo una vez, antes de la catástrofe, que fue ella quien tuvo que pedírmela a mí.

♦♦♦

Que Darek pueda volar nos ahorra muchísimo tiempo, subir una montaña embarazada y triste es lo último que me apetece ahora.

- ¿Por qué no hemos venido hasta aquí volando? - me quejo - Me gusta tu coche pero podríamos habernos ahorrado muchas horas, ¿no?

- Incluso el íncubo más poderoso se cansa, Cora - pone los ojos en blanco como si fuera lo más evidente del mundo.

Aún es de día, no tardará en empezar a ponerse el sol pero ya hace frío. Estoy acostumbrada a un clima cálido y hemos viajado contínuamente hacia el interior. Caminamos varios minutos por la montaña hasta que llegamos a una zona boscosa muy verde y densa. Es preciosa pero parece totalmente abandonada. Darek camina directo hasta un tronco enorme y se para frente a él. Sigo su camino y, al mirar hacia arriba, mis ojos no alcanzan a ver la copa. Parece un árbol infinito que se pierde en el cielo.

Darek coge mi mano y me guía hacia el tronco. Intento rechistar antes de que nos golpeemos contra él pero, a un par de pasos de tocarlo, desaparece junto a todo el paisaje a nuestro alrededor. Flores, árboles y arbustos se desvanecen para dejar paso a un espacio hueco, parece una cueva con las paredes muy bien pulidas.

EL AROMA DE LOS SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora