CORA
Hacía muchísimo tiempo que no descansaba tan bien, he dormido como un bebé. Cuando Darek se fue me dejó el corazón calentito, sólo tuve que acurrucarme sobre la almohada para caer en los brazos de Morfeo.
Me levanto y comienzo mi rutina en el baño. Esta vez no veo falta de carne en mi cuerpo, ni siquiera me fijo en los moretones. Lo único que llama mi atención es la sonrisa de tonta que tengo. Intento relajar la cara y poner una expresión natural pero no lo consigo. Es como si mis comisuras tuvieran muelles y me estuviesen obligando a seguir sonriendo. Me río de mí misma. Creo que nunca me había reído a carcajada limpia mirándome en un espejo. Me lavo como siempre pero sigo con expresión divertida en la cara, parezco un chiste. Si sigo así voy a tener que contarle todo a Pol, soy incapaz de disimular.
Normalmente los lunes me cuesta arrancar pero hoy entro en el coche como si fuera el vagón de una montaña rusa. No puedo dejar de pensar en Darek. Y no sólo porque me guste sino por lo que ha provocado en mí. Es el primer hombre que me toca y me ve desnuda, pero lo que más me impactó fue lo cómoda que me sentí al llorar con él. Besó todas mis heridas, incluso las que no se pueden ver con los ojos. Él no lo sabe pero anoche lloré por cosas que llevaban años encerradas bajo llave. Abrió la puerta sin más y abrazó todo mi dolor. Sin conocerme, sin tener ninguna razón para hacerlo mas que las ganas de ello. Me sentí cuidada y protegida, dos cosas que no creía poder volver a sentir. Pienso en papá y mamá. Las únicas personas capaces de ser mi zona de confort. ¿Estarían contentos de que alguien más pueda serlo? Si me están viendo desde el más allá, ¿estarán decepcionados por haberme abierto con alguien que apenas conozco?
Subo el volumen de la radio y decido borrar los últimos pensamientos, me gusta más la cara de tonta sonriente que la de triste y depresiva. Llego a la universidad en lo que termina Hold on de Justin Bieber.
- ¡Cuenta! - Pol se estampa contra la ventanilla.
- ¡Déjame llegar!
Aparco mientras mi amigo me taladra con la mirada y algo me dice que no vamos a entrar a la primera clase. Efectivamente, en cuanto bajo del coche, Pol comienza a caminar en dirección contraria al edificio, directo a la cafetería.
- Le dejaste entrar, seguro. Podría ser un psicópata. ¿A que le dejaste entrar?
- ¿Puedes esperar a que nos sentemos? Gracias.
Camina directo hacia la mesa de la esquina, se sienta y grita:
- ¡¿Le dejaste entrar?!
Toda la gente se gira hacia mí y noto cómo me arde la cara. Me van a estallar los mofletes. Lo voy a matar. Me haré un abrigo con su piel. Respiro hondo, pido dos cafés y voy hacia él.
- Si no te estoy estrangulando aún es porque tu familia te necesita vivo.
- Contesta.
- Que sí, sí, le dejé entrar. Le dejé entrar mucho.
- ¿Cómo que mucho? - nunca le había visto con los ojos tan abiertos - Cora, ¿has olvidado lo que te pasó hace sólo dos días? ¡No puedes dejar entrar a un desconocido en tu casa, joder!
Genial. Venía ilusionada y con ganas de contarle a mi mejor amigo lo feliz que estoy y consigue cambiarme la cara con dos frases. Adiós a los muelles de mis comisuras.
- Bueno - dice más calmado -, si estás aquí y no he sabido nada de ti es por que salió bien, ¿verdad? Vale, empieza.
Y se lo cuento. Todo. Con pelos y señales. Desde la charla del sábado en la ventana, pasando por el paseo de ayer por la playa, el rato en el porche y lo de mi habitación. Todo lo de mi habitación. Por primera vez en diecinueve años de amistad no me interrumpe ni un segundo. Seguro que nunca ha estado tanto tiempo callado.
- Y he dormido como un ángel. Fin.
Sigue mirándome con cara de haber visto un fantasma. La de los momentos gárgola soy yo pero él de verdad parece una estatua.
- ¿Pol? Di algo.
- Me alegro por ti en muchos aspectos - suspira -, pero hay algo raro. No sé qué es pero la historia no me acaba de encajar - bebe el primer sorbo de su café, que ya debe estar frío -. Lo de que los dos hayáis soñado lo mismo, ¿hacéis viajes astrales y quedáis en un punto concreto del limbo? Si no es eso, no se me ocurre otra explicación. Y aunque fuera así, ¿qué probabilidades hay de que le veas desde el bus y luego, mágicamente, llegue a tu casa antes que tú? ¿Y cómo sabe dónde vives? ¿Y no se quitó ni la camiseta teniéndote casi desnuda en la cama y comiéndote las bragas? No, no, no, no, aquí hay algo muy raro.
- Joder, dicho así es como si tuviera súper poderes o algo.
- ¿Súper poderes? Cora, igual es un puto loco que te observa desde hace meses.
- ¿Y por qué se portó tan bien conmigo? Entiendo lo que dices pero también hay lagunas visto de ese modo.
Nos quedamos un rato callados, pensando. Es cierto que hay algo raro pero, con todo, sigue habiendo sido una noche genial.
- Hoy hemos vuelto a quedar - abre la boca para regañarme pero sigo hablando antes de que empiece -, te prometo que no lo llevaré a casa, le haré algunas preguntas y seguro que no le molesta aclararlo todo. Confía en mí, ¿vale?
Asiente de mala gana y cambio el tema de conversación. No me apetece nada hablar de la uni y el futuro pero sé que así le distraeré y no le dará más vueltas. Apuramos los cafés y nos aseguramos de entrar en la segunda clase, ya es suficiente habernos perdido una.
♦♦♦
A la hora de la comida no me quedo en el campus, estoy tan nerviosa que voy directa a la playa con la esperanza de que Darek haya ido pronto igual que ayer. No he ido al centro comercial pero encontré un vestido largo de mi madre, me tapa las piernas y no es muy escotado, a demás, el color azul marino me sienta genial. Si busco seguro que encuentro algunos más. Dejo las sandalias en la arena y sumerjo mis pies en la orilla, hoy puedo subirme el vestido así que me permito entrar hasta que las olas me llegan a las rodillas. Noto varios puntitos de dolor, me doy cuenta de que algunas costras ya se han caído y el agua salada cura los residuos de las marcas que quiero olvidar. Tras unos minutos vuelvo a la arena y me siento estirando las piernas. Ahora parecen croquetas, las froto para desprenderme el barro. Miro el móvil. Las cinco y diez. Ayer apareció sobre las cuatro y media, era pronto, pero hoy parece que se retrasa. Me tumbo y cierro los ojos, las olas suenan suaves y la brisa hoy es muy placentera. Me vienen a la mente las tardes de verano bañándome con mamá, nosotras y nuestra costumbre de entrar al agua corriendo y cantar como locas Dime de Beth. Los muelles vuelven a cobrar vida y sonrío con el recuerdo. Canto bajito:
Mar en calma en un atardecer
y todo vuelve a ser como era entonces
juego con la arena entre mis pies
dibujando sin querer tu nombre.Noto los ojos calientes y, al abrirlos, una lágrima cae. Sin embargo, no dejo de sonreír. Es la primera vez que sonrío al llorar por mamá, sienta bien. Vuelvo a sentarme y desbloqueo el móvil para poner la canción. Son las cinco y veinte.
Cuando acaba dejo que el reproductor siga en aleatorio y escucho la música mientras miro el horizonte. Pierdo la cuenta de las canciones que suenan. Capto el momento en que el azul del cielo se vuelve casi morado y, segundos después, rosa pastel. Creo que siento cómo el tiempo se para en ese color, algo dentro de mí no quiere que se vaya, pero ocurre. No hay ni una sola nube y todo se torna naranja envolviéndome como si fuera cúpula. Papá decía que si te concentras mirando el horizonte puedes notar la curvatura del planeta, deja de ser una línea recta y se convierte en un semicírculo. Mitad azul oscuro, mitad naranja rojizo. Son las ocho y veinte. El vello de mis brazos se eriza con el aire frío. Miro el móvil una vez más. Las ocho y veintidós y un mensaje de Pol. Me levanto y camino hasta el paseo marítimo. Darek no va a venir. No quiero ir a casa. No sé qué hacer. Me siento en un banco frente al mural de entrada a la zona: Bienvenido a la Rosa de los Vientos.Y no podría sentirme más perdida.
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EL AROMA DE LOS SUEÑOS
RomanceHAY UNA GRAN DIFERENCIA ENTRE QUIÉN ERES Y QUIÉN TIENES QUE SER PARA SOBREVIVIR. Cora sabe que su estabilidad pende de un hilo. Darek necesita sólo una víctima más. Ella es desconfiada pero, por primera vez, siente que alguien puede ayudarla a perdo...