24. Deportes de riesgo

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Dopamine - S3RL

DAREK

Siento por todo mi cuerpo el rugido del motor, escucho lo que me dice y cambio de marcha cuando me lo pide. Conducir es algo casi artístico. Giro el volante con poco más que una caricia y mis pies danzan con los pedales en respuesta a la necesidad. Mis neumáticos, preparados para cualquier clase de terreno, se adaptan a la carretera lisa tan bien como al suelo rocoso entre montañas. 

Dopamina. También conocida como la hormona del placer. Responsable, entre otras cosas, del sentimiento de felicidad, de la motivación y el mantenimiento de la atención. Necesitamos los cinco sentidos para una máxima concentración al volante. Liberamos dopamina a través de la velocidad o situaciones de riesgo.

Pero no soy ningún inconsciente.

Teniendo en cuenta que no puedo morir por un simple accidente con el coche, puedo permitirme más situaciones de peligro que los humanos. Si bien no conduzco de forma temeraria por carretera, evito a toda costa poner en riesgo las vidas de las personas que comparten conmigo la vía. Aprovecho para mi disfrute personal carreteras secundarias, montaña y lugares de difícil acceso para turismos. 

Hoy, sin embargo, será diferente. Cora insistió en hacer alguna ruta de todoterreno así que, como buen consentidor, le dije que sí. Conozco algunas zonas apartadas en las que se disfruta casi tanto conduciendo como yendo de copiloto.

Estaciono a la salida del campus y espero. Faltan once minutos para que salga de clase, entre que recoge y viene, llegará al cuarto de hora. Se va a enfriar la hamburguesa.

Me como una patata y me reclino en el asiento. Observo mi rostro en el espejo retrovisor, compruebo que mi pelo sigue perfecto y muevo la boca y las cejas. Pero, ¿qué hago? Soy un íncubo, estoy literalmente creado para atraer sexualmente, nunca me ha hecho falta chequear mi físico antes de presentarme ante mi objetivo. El problema es que ya no hablamos de una presa, Cora ha destrozado todos mis esquemas. He roto todas las reglas por ella y, por primera vez en quinientos veinticinco años, me preocupo por estar guapo.

Meto la mano en la bolsa y cojo otra patata, no sé si voy a aguantar hasta que llegue sin zamparme todo. Saco el móvil del bolsillo y empiezo la conversación con ella. Hace muchos días que me dio su teléfono pero hasta hoy no habíamos tenido la necesidad de contactar de este modo.

Hey! He aparcado justo a la salida.

Hola :) Dos minutos.

Me sube por el estómago una sensación parecida a la de la adrenalina cuando hago el loco con el coche. El cosquilleo se queda entre mis costillas y me empieza a poner nervioso. No es la primera vez que pasa en las últimas semanas. ¿Qué tendrá que ver un simple mensaje con esta reacción humana? Me doy cuenta de que no puedo apartar la vista de la puerta de la universidad, en cualquier momento la veré salir por ahí. Me siento estúpido y mundano. 

Darek, relájate.

Cierro los ojos y tomo una respiración profunda. Escucho el final de A pie firme, de Droow.

He encontrado la salida,
ven conmigo, vida mía
que aunque se acabe la pila
yo te alumbraré.

Al abrirlos veo que la gente ha empezado a salir y, entre la muchedumbre, destaca como una estrella fugaz en mitad de una noche oscura. Lleva deportivas, un vaquero corto de tiro alto con un cinturón y una camiseta ancha de Las Supernenas. Está increíble. Se acerca saludando con la mano y no puedo evitar sonreír al ver lo diferentes que son nuestros estilos. 

- Vaya foto de chico misterioso tienes de perfil - entra en el coche riéndose.

- Anda que la tuya bien típica agachada en la orilla del mar - entro en su juego -, seguro que pusiste el móvil apoyado en un zapato con el temporizador.

EL AROMA DE LOS SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora