0. No es mi mano

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Aprieto los muslos tras el chispazo de placer. Mi respiración se entrecorta y contengo el aliento. Estoy a punto. Como siempre, recojo las rodillas hacia el pecho y me dejo caer de lado para sentir más fuerte mis dedos contra mi clítoris. Justo cuando estoy girando me doy cuenta de que no es mi mano la que me está masturbando. Me sobresalto al abrir los ojos y descubrir que no estoy en mi cama sino sobre él. Su pecho contra mi espalda, sus labios contra mi sien. Levanto la mirada para encontrarme con sus ojos y abro la boca para rechistar pero me calla con su mano libre. Me mira inquisitivamente y mi atención regresa al placer que no he dejado de sentir entre mis piernas. Acepto una vez más la situación y me quedo acurrucada en su regazo, con su mano derecha en mi casi-orgasmo y la izquierda recorriendo mi mandíbula hasta llegar a mi cuello. Me presiona con la palma provocando un escalofrío que me recorre todo el cuerpo. Abajo sus dedos se mueven cada vez más rápido, frotando en círculos mi clítoris hinchado a punto de estallar.
- Córrete en mi mano, diablilla - noto su aliento debajo del lóbulo de mi oreja.
Trago con dificultad y esa es la única respuesta que soy capaz de dar. Hunde su boca en el vértice de mi mandíbula y el roce de sus dientes es lo último que necesito para llegar al clímax.
Mi abdomen contraído.
Espasmos.
Mis piernas temblorosas.
Más espasmos.
Libera un poco de presión en mi garganta para dejarme gemir todo lo que necesito. Sigo sintiendo olas de placer. No veo. No oigo. Sólo siento miles de explosiones simultáneas que me llevan de cabeza a lo más primitivo de mí.
Recupero el oído pero la vista se resiste.
Suelta una densa expiración y escucho su voz muy bajito, demasiado lejos.
- Échame de menos.

EL AROMA DE LOS SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora