DAREK
El cambio físico escuece y me agota, cuanto más lo hago, peor es la recuperación al regresar a mi piel humana. Hace varias semanas que no bajo a mi mundo y siento mi cuerpo real extraño. La tez rosada se vuelve gris, el pelo se me revuelve mientras noto crecer mis cuernos curvados unos centímetros por encima de las orejas. Soy más grande y robusto aunque, por suerte, no me sale cola ni lengua bífida como creen los humanos, pero sí alas. Las cicatrices alargadas de mi espada se abren una vez más y el plumaje raspa mi piel hasta que están fuera por completo. Por último llega lo peor: noto las lágrimas caer de mis ojos y un escozor insoportable invade mis globos oculares hasta que siento mis cuencas vacías. En este punto sólo quema. Tardo unos segundos en sentirlas llenas de nuevo y, al abrir los párpados, mi visión es perfecta. Pestañeo varias veces y enfoco haciendo zoom hacia aquello que tengo más próximo: Las Puertas Gemelas de Hades.
Evidentemente, nadie ha visto al Dios griego en realidad. Ni siquiera son las supuestas puertas reales. Se dice que fue un regalo que Caronte, el barquero de inframundo, hizo al reino de los súcubos e íncubos por nuestra gran labor enlazando los sueños con la muerte.
Icelos, mi hogar. Mi mundo. Lugar donde ángeles caídos, corruptos por su sed carnal, conviven con los de nuestra especie, nacidos en la tierra desde hace miles de años. Por eso estamos separados del resto de demonios: No podemos reproducirnos entre nosotros. Necesitamos fecundar un vientre mortal para llegar a hacerlo. Si bien, no es fácil conseguirlo, lo normal es que la hembra humana muera de un paro cardíaco al copular con nosotros. Su energía vital es lo que nos mantiene vivos, lo que nos hace más fuertes. Y el más poderoso es aquel que más vidas humanas ha arrebatado, siendo Rey de Icelos y también, mi tío Nero.
Camino el largo pasillo de entrada y paso al salón del trono. Nadie entra ni sale del reino sin atravesar esta sala ante la mirada escrutadora de Rey. Como de costumbre, la majestuosa y pomposa silla está vacía. A un lateral, se encuentra Nero tumbado entre dos de sus lameculos.
- Hola, sobrino - no le hace falta ni mirarme - . Has tardado mucho.
Se incorpora en su diván sin hacer un gran esfuerzo manteniendo bien pegados a dos jóvenes e inexpertos ángeles. No tienen pinta de llevar mucho tiempo aquí y, como es usual, se pelean por tocar a mi tío y recibir su atención. Sin embargo, nada le va a distraer de la conversación que ambos ansiamos comenzar, sé que me estaba esperando.
- Dime qué quieres de la chica.
- ¿Qué quieres tú de ella, Darek? - Se sienta por completo y hace un gesto que los ángeles comprenden de inmediato y se van.
- Quiero que viva.
- Haberlo pensado antes de entrar en sus sueños - Se levanta despacio y su expresión se torna oscura y ceñuda -. Haberlo pensado con cualquier otra hace años, cuando eras un maldito crío salido, no ahora que estás a una víctima de superar mi marca. Diecinueve mil trescientas doce vidas humanas me dieron el poder que llevo disfrutando casi cinco siglos y esa misma cantidad de personas has asesinado tú, Darek. Llevas más de trescientos años dedicando tu existencia a convertirte en mi heredero y ahora, ¿quieres mandar todo el esfuerzo a la mierda por una mortal? - No sé exactamente en qué momento ha llegado a acercarse tanto a mí, noto su aliento en mi cara pero no retrocedo - He puesto mucha esperanza en ti, te defendí cuando provocaste la muerte de tus padres y he ignorado a tu hermano toda su vida porque lo veía incapaz de llegarte a a planta de los pies. Así que no pienso permitir que nos jodas por un capricho terrenal después de haber apostado todo por ti.
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EL AROMA DE LOS SUEÑOS
RomanceHAY UNA GRAN DIFERENCIA ENTRE QUIÉN ERES Y QUIÉN TIENES QUE SER PARA SOBREVIVIR. Cora sabe que su estabilidad pende de un hilo. Darek necesita sólo una víctima más. Ella es desconfiada pero, por primera vez, siente que alguien puede ayudarla a perdo...