33. Cenizas

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CORA

El dolor vuelve. Mi abdomen se endurece y siento una presión aguda que me dificulta respirar. Cuando pasa, aprovecho para tomar aire y probar otra postura antes de que llegue la siguiente contracción. Esta vez me siento en el suelo y flexiono las piernas abiertas. Duele igual.

- Cora - Darek toma mi cara entre sus manos -, por favor, déjame llevarte al hospital. Te lo ruego.

Niego con la cabeza. Tengo miedo de que Darya no esté formada del todo y vean una evolución de ella demasiado rápida para una persona normal, no podemos arriesgarnos a que quieran estudiarla o nos hagan preguntas. Cada contracción es peor que la anterior y siento la vista borrosa por un momento. Papadeo varias veces y, frente a mí, aparecen letras desordenadas.

Darek - no veo pero sé que puede oírme -, sabe que estamos aquí.

Hago lo posible por recuperar la vista pero es inútil. El dolor vuelve a taladrar mi vientre y mi espalda y no escucho mi propio grito. Siento cómo los brazos de Darek me levantan, uno en mi espalda y otro detrás de mis rodillas.

Las letras se mueven a mi alrededor, cada vez más nítidas y se entremezclan formando palabras sueltas que vuelan a mi alrededor. Noto el pecho de Darek, calentito y agitado, pegado al lado derecho de mi cara.

Ley.

Malo.

Pasar.

El mundo borroso tras las palabras se mueve rápido. Siento el tacto blandito de un colchón bajo mi cuerpo. ¿Dónde está mi novio?

Significa.

Vaya.

Algo.

Las contracciones llegan cada vez más rápido y noto mis ojos empaparse. Así como puede comunicarse cuando le apetece conmigo sé que Lukas puede oírme de algún modo. Le pido, por favor, que me deje estar del todo consciente al dar a luz a mi bebé. Quiero poder verla al salir de mi interior y necesito abrazarla antes de tener que preocuparme de que un demonio me la pueda arrebatar. Algo de piedad debe haber en él porque siento que escucha mi ruego. Las palabras dejan de bailar y forman directamente su mensaje.

La ley de Murphy no significa que vaya a ocurrir algo malo, sino que si algo puede pasar, pasará.

Reconozco la frase de Interestellar y maldigo a este ser por vigilar cada segundo de mi vida y controlarla a su antojo. Recupero lentamente la vista y encuentro la mano de Darek sujetando la mía con fuerza. Besa mi frente y no se separa de mí ni un instante. Las horas de dolor y llanto intermitente llegan a su fin, jamás me había sentido tan agotada. Todo se disipa y nada importa cuando, por primera vez, tengo a mi hija en mis manos. Darek esta sentado en la esquina del colchón y nos rodea a ambas con su abrazo.

Hasta este momento mi vida había sido un engaño, un espejismo. Y no porque los demonios dominaran mis sueños o controlaran mis sentidos, no. Los momentos en que me había sentido feliz han quedado relegados al pasado, nunca había experimentado la felicidad absoluta hasta este instante.

La felicidad verdadera la tengo ahora en mi regazo.

♦♦♦

DAREK

Tres días hemos estado en el hospital, apenas he dormido. Acaban de darle el alta a Cora y nos dirigimos a la habitación del hotel. No me parece una buena idea pero aún más peligroso creo que es coger el coche cuando solo faltan un par de horas para que anochezca.

EL AROMA DE LOS SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora