14. Un voto de confianza

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DAREK

- ¿En tu coche no hay música o es que disfrutas con los silencios incómodos?

Qué borde. Está muy cabreada y me lo merezco. Pero sólo porque no puede saber la verdad, si la he dejado plantada es porque quería alejarme de ella y que no corriese peligro. Pero ha sido un fracaso. Cuando ha vuelto hacia mi coche y me ha pedido que la llevara a casa, el aire ha vuelto a entrar en mis pulmones. Es una pequeña oportunidad para poder arreglar lo que sea que es esto. Si quiero mantenerla a salvo no debería estar aquí pero no puedo hacerlo, con ella viva no soy capaz de tomar otras víctimas. El gran problema es que a ella no puedo hacerle daño.

Le doy al botón del volante que enciende el reproductor y se pone la última canción que ha sonado.

- ¿Escuchas rap? - pregunta casi despectivamente.

- ¿No te gusta?

- No especialmente - contesta mirando por la ventana -, es que no te pega escuchar rap.

- ¿Y qué me pega escuchar?

Encoge los hombros y da por finalizada la conversación. Cambiaría de canción pero todo lo que va a sonar es del mismo estilo así que lo dejo pasar.

La carretera está oscura y extrañamente vacía, normalmente no hay muchos coches en mitad de la noche pero hace mucho rato que no veo a nadie. Una sombra aparece a lo lejos, parece un hombre muy grande plantado en mitad de mi camino y tardo muy poco en reconocerlo. Desaparece un momento y un segundo después está justo delante de nosotros. El grito de Cora me asusta más que la situación, giro el volante con brusquedad y estabilizo el coche sin problema. Ha sido una advertencia. Mi tío en su forma demoníaca da auténtico miedo, al menos ha tenido la decencia de esconder las alas.
Me doy cuenta de que Cora está respirando muy fuerte y tiene una mano en el pecho así que me desvío y paro el coche en el arcén.

- Eh, tranquila - intento calmarla poniendo mi mano en su hombro pero parece que ni siquiera me oye -. Cora, mírame. ¡Cora!

- ¡Eres un capullo, Darek! - grita mientras las lágrimas empiezan a caer por sus mejillas - ¡Todo es por tu culpa, yo estaba muy tranquila hasta que empecé a soñar contigo! Nunca nadie me había hecho sentir bien y al día siguiente pasado de mí, por tu culpa no he podido disfrutar del chico que me gusta y ahora casi atropellas a alguien y pierdes el control del coche. Estoy enfadada, asustada y muy cansada.

Y silencio. Sólo queda su respiración entrecortada y el nudo en mi garganta.

- No tienes por qué creer lo que te voy a decir pero necesito hacerlo. Si no me he presentado a nuestra cita es por una buena razón, algo muy importante. No puedo decirte qué es pero sí te puedo asegurar que he sentido en la piel cada minuto que pasaba sabiendo que estarías esperando. Que no he parado ni un segundo de pensar en ti y que, a pesar de todo, no he conseguido hacer lo que debía.

Más silencio. Esta vez ni siquiera su respiración se oye. El nudo de mi garganta se ha deshecho y ahora la cuerda rodea mi cuello, lo que Cora diga a continuación puede cortarla o tirar el taburete sobre el que estoy subido.

- Vale.

La miro sin tener muy claro lo que significa. ¿Me está perdonando? Quizá sólo quiere que me calle y la lleve a casa de una vez. Me observa y suspira antes de hablar de nuevo.

- Darek, ¿qué quieres de mí?

Eso sí lo sé, no creo que sea buena idea decírselo pero al menos en esto puedo ser sincero.

- Quiero abrazarte, Cora. Y quiero besarte también. Quiero hacerte de nuevo lo que te hice ayer y seguir con todo lo que me permitas. Quiero tumbarme contigo en tu cama y quiero que este viaje en coche no se acabe nunca porque no soporto que entres sola en tu casa y me dejes aquí, con todo lo que necesito darte deseando salir.

EL AROMA DE LOS SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora