28. ¡Fuera, mancha maldita!

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CORA

¡Estoy de camino!
Llegando.

Envío el segundo mensaje sin que Pol me haya contestado al primero. Seguro que está enfadado. Darek ha insistido en que me quedara descansando pero no puedo, prometí a mi amigo que estudiaríamos juntos y voy a llegar casi una hora tarde. Sé que a él tampoco le venía bien, debía encargarse de un tema importante en Icelos, su mundo.

- Mándame un mensaje luego contándome qué tal te encuentras, ¿vale?

Asiento, le doy un beso rápido y salgo del coche de un salto. Sé que no se va a quedar tranquilo, lo que ha pasado esta mañana nos ha asustado mucho a ambos. Ha sido una sensación muy extraña; en cuestión de segundos, he pasado de sentir un increíble placer al dolor más insoportable. Después de todo, me he recuperado y sólo me queda un dolor intermitente en el vientre, similar al que siento cuando me baja la regla.

¿Estás en la biblio del primer
piso o en la del segundo?

Sigo sin obtener respuesta así que decido echar un vistazo en una y, si no le veo, ir a la otra.
Subo los escalones de dos en dos y esquivo a varias personas que corren en contra de mi dirección. Cuando llego al rellano del primer piso, una avalancha de gente huye escaleras abajo como los que acabo de cruzarme. No veo a Pol entre ellos, me pego a una pared y avanzo cuando ya no queda casi nadie. Entro en la biblioteca con un mal presentimiento buscando entre los pasillos y bajo las mesas a mi amigo.

Corro todo lo rápido que me permiten las piernas, al girar tras una estantería, una explosión de un líquido viscoso y carmesí me golpea la cara. Me limpio los ojos como puedo y, cuando los abro, todo mi alrededor está borroso, sólo soy capaz de enfocar mis manos que están llenas de sangre. Intento mirar hacia arriba para saber qué ha ocasionado el terrible estallido pero no hay nada ni nadie. Los libros empiezan a caer de las estanterías y me aparto pero allá por donde paso, se lanzan más desde las baldas, estrellándose a mi alrededor y golpeándome. La lluvia de libros es cada vez más fuerte y caigo al suelo. Intento apartarlos de mi camino y poder huir aunque sea a rastras. Cuando empiezo a retirarlos y lanzarlos lejos me doy cuenta de algo muy raro: son todos iguales.

Macbeth, William Shakespeare.

Todos ellos a mi alrededror cobran vida y se abren, sus hojas vuelan hasta que llegan a un punto concreto. Cientos de repeticiones de los mismos versos marcados a lápiz ante mis ojos.

Lady Macbeth:

¡Espíritus venid! (...)
¡Arrancadme mi sexo y llenadme del todo! (...)
Venid hasta mis pechos de mujer y transformad mi leche en hiel,
espíritus de la muerte que por doquiera estáis.

Los libros se prenden con un fuego que de la nada sale y queman los versos que acabo de leer, dejando intactos otros.

Mi leche yo he dado y sé cuan tierno
es amar al ser que se amamanta (...)
Nada se tiene, todo está perdido
cuando nuestro deseo se colma sin placer.

Lo que queda de las hojas explota y siento una lluvia de ceniza caer sobre mi piel. Cuando me cubre, el dolor intermitente se vuelve más agudo y cierro los ojos mientras me acurruco. Cuando quiero volver a abrirlos no puedo, mis párpados parecen pegados entre sí. No puede ser, otra vez no.

La voz de Lukas vuelve a perturbar mi mente sin necesidad siquiera de dormirme. Sigue citando al personaje shakesperiano sin que pueda defenderme.

¿Te quitó agallas la locura?

¡Fuera mancha maldita!

El infierno es sombrío...

Consigo abrir mis ojos pero, de nuevo, todo mi alrededor es opaco y mis manos están empapadas de sangre.

¿Nunca estarán limpias estas manos?

El horrible aroma metalizado inunda mis fosas nasales y me entran nauseas, pero no puedo vomitar.

Ni todos los perfumes de Arabia endulzarían esta pequeña mano.

Intento frotarlas entre sí y quitar el exceso pero la mancha sólo parece hacerse más grande y espesa.

¿Limpiarla de mi mano? No, nunca; antes mi mano
teñiría de rojo todos los mares infinitos
cubriendo el verde de escarlata.

Una luz intensa inunda el ambiente borroso y puedo ver de nuevo la biblioteca, con estanterías por el suelo, libros destrozados y, frente a mí, el origen de la mancha en mis manos. La sangre era real.

Lo que se hizo no puede deshacerse.

♦♦♦

DAREK

He invocado de nuevo a los más poderosos íncubos y súcubos. Hablo sin rodeos y nadie se atreve a rebatir: Me proclamo Rey.

- No obstante, pienso iniciar el cambio hacia un futuro próspero para nuestra especie. La jerarquía es clara y mi voz siempre tendrá el voto final pero, a diferencia de todos los reyes pasados, no deseo una monarquía absoluta sino constitucional - todos hablan entre sí y me observan como si hubiera dicho la locura más extraña de todas -. Formaremos un Consejo de Estado donde las decisiones se discutirán y siempre se abogará por el bien de los nuestros desde la lógica y no desde el poder. Si alguien tiene algo que objetar, este es el momento.

Todos guardan silencio y doy por concluída la asamblea. Avi camina a mi lado hasta el trono y, tras una profunda respiración, me siento. Mi cuerpo se tensa y siento mis cuernos crecer varios centímetros. Mis alas adoptan una forma más curvada y se hacen más grandes. Me invade un cosquilleo en mi interior que se convierte en dolor y se expande inundando cada rincón de mi cuerpo. Me siento arder y, tras unos minutos sin poder respirar, me desplomo en el asiento. Estabilizo mi respiración y me levanto sintiendo el cambio en mi cuerpo: Soy más grande y poderoso.

Todos los presentes, incluída Avi, se arrodillan ante su nuevo Rey. Este será el inicio del prosperar de los súcubos e íncubos, Icelos resurgirá y demostrará al resto de demonios que nuestro tiempo relegados a depender de las vidas humanas tiene los días contados.

- Avi, levanta - mi hermana de alma sonríe con los ojos cristalizados -, todos sabemos que serás mi mano derecha.

- Hay algo que no encaja, Darek - su expresión cambia rápido -. Tu hermano habló a favor de coronarte y, ahora que está sucediendo y ha sido llamado, no está presente. Eso sólo puede significar una cosa.

Esto es parte de un plan.

♦♦♦

CORA

Una semana quizá o nueve meses a lo sumo.
Lo que tu vientre esconde lo quiero para mí.
De lo contrario, tus manos se mancharán de más sangre de la que puedas soportar y, cuando no te quede nadie, te ahogarás en ella.

Pol está debajo de mí. No respira.

- ¡Ayuda! - nadie parece escucharme - ¡Por favor, que alguien me ayude!

El dolor bajo mi ombligo es cada vez más intenso y no puedo levantar mi cuerpo. Me rindo y me dejo caer sobre mi amigo, inmóvil y frío. Veo en el suelo las letras escritas con su sangre y releo el mensaje. No puede se real.

- ¡Socorro! - Sollozo y sigo intentando que alguien oiga mis gritos.

- ¡Cora! - La voz de Avi me llena el pecho de esperanza y siento cómo retira mi cuerpo del de Pol. En seguida me encuentro entre los brazos de Darek. Sus cuernos parecen más grandes y sus alas tienen una forma extraña.

- Tranquila - aparta el pelo  de mi cara - todo va a salir bien.

Niego con la cabeza y señalo el lado del suelo donde está escrita la carta de Lukas. El rostro de darek se vuelve muy pálido y define el significado del terror. Escucho a Avi ahogar un grito y no necesito más pistas para saber que nada va bien, que probablemente todas nuestras decisiones han sido incorrectas y, en consecuencia, debemos pagar por nuestros errores.

EL AROMA DE LOS SUEÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora