Capítulo 55

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Celine

Me levante de la cama y me mire al espejo. Después de la visita al médico, no puedo verme de la misma manera. Cuando me dijeron lo que hice; el cómo me moleste con un hombre que me empujo por accidente, que discutí con el padre de Raiden, que le hable horrible a una mesera solo por preguntar más de tres veces si no nos gustaría agregar la tarta del día... y un par de cosas más.

Suspire.

—No me reconozco. — y tengo miedo.

¿Cómo debo de reaccionar al enterarme que estoy comportándome como una mierda y lo olvido casi al instante?

Ahora mismo mi cabeza está hecha un desastre, esto de medicarme e ir a terapia, los resultados de mi padre para saber que tanto han ayudado las quimioterapias, las vacaciones ya van a terminar, y mi relación con Raiden.

Me senté en el suelo, subí mis rodillas y llevé mis manos a mi cabeza. En verdad me siento horrible, no quiero salir, no quiero ver a nadie, solo quiero que me dejen sola.

—Yo en verdad... no puedo.

Me relajé cuando sentí que el aire me falta, y para empeorar las cosas, la puerta se abrió y entro Pheope y Carlo.

—Celine. — me llamaron, pero no estaba de ánimos para nadie, ni siquiera para mi padre o Raiden.

—Por favor. — hable sin levantar la mirada. —Por favor váyanse. — la habitación se quedo en silencio, logre escuchar como el sonido de los tacones de Lela se detuvieron de manera abrupta. —Déjenme sola, quiero estar sola. Hoy no. — calle cuando el nudo en la garganta haría que mi voz sonara extraña.

—Vamos chicos. — Caín como siempre al rescate. —Vamos. — sus pasos saliendo de mi habitación, me hizo sentir como una mierda de amiga. —Te amamos Celine, y te respetaremos. — no hice ningún movimiento, la puerta se cerró y fue cuestión de segundo para que estallara en lágrimas.

Preguntas como; ¿Por qué a mí? ¿Qué hice mal para que me pase esto? ¿Por qué cuando estoy por ser feliz todo se va al carajo? Primero lo de Alex, después el cáncer de mi padre y ahora, ¡UNA PUTA ENFERMEDAD MENTAL!

Si este es el futuro que me esperaba, si me lo hubieran mostrado antes de nacer, hubiera preferido morir y que mis padres sigan juntos o irme con mi madre, porque ahora mismo no tengo ganas de vivir. No tengo ganas de nada.

Pase mi brazo por mis labios y me levante, le coloque el seguro a la puerta y tome la silla de la mesita de noche arrastrándola hacia la ventana. Me senté y solo me quedé allí, viendo el cielo tornarse oscuro y sintiéndome completamente vacía. Tocaron algunas veces, pero cuando les pedí que me dejaran, lo hacían sin protestar.

La luna se alzó, la mire, pero no de la misma manera. Suelo hablarle a la luna, suelo contarle mi día a día, suelo sentirme en paz cuando el viento sopla en mi rostro, pero eso era porque sentía una conexión única, una conexión entre mi madre y yo. Una conexión que estoy empezando a creer es parte de mi imaginación.

Aparte la mirada del cielo y abrace mis rodillas, paso otro largo tiempo. Escuche como la manija de la puerta se movía con insistencia. No conteste, solo quería estar sola. No se que vaya a hacer si alguien mas entra a la habitación, me da miedo olvidarlo.

—Celine, abre. — Aylín pidió con un tono preocupante. —Ya es algo tarde, me gustaría ir a la cama. — cierto, comparto habitación con ella. —Prometo ser silenciosa.

En este caso no se puede evitar, tal vez baje un rato y vuelva cuando esté segura de que se ha dormido. Mi solecito es una de las personas de las cuales si llego a lastimas, nunca me lo perdonaría.

Una Promesa A La LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora