Capítulo 9. Celos y placer.

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Después de un largo viaje, llegaste a tu pequeño pero acogedor cuarto, tenías una mezcla de sentimientos, pero, también estabas frustrada, el Sr. Min había cruzado un límite corporal.

-Necesito meterme a bañar, mis mejillas siguen muy calientes.

Desprendiste cada prenda de tu cuero, haciendo que cayera al suelo, quedándote en ropa interior; tu temperatura corporal era elevada, a pesar de que ya había pasado tiempo, no podías bajar la excitación que había provocado el Sr. Min.

Abriste la llave de la regadera, dejaste que el agua corriera fría, pensaste que con eso ayudarías a poner tu mente en claro y sobre todo, calmar las ganas que tenías.

- Siento que moriré, es como si mi cuerpo se estuviera enfermando- te miraste al espejo.

Desabrochaste tu bra, tus pezones estaban erectos, con tu mano acariciaste suavemente tus senos, al hacerlo sentiste una extrema sensibilidad.

Bajaste tus panties y notaste que tú zona íntima estaba muy húmeda, tú ropa interior estaba bastante mojada.

- Esto debe ser una broma- hablaste con dificultad.
- ¿mi cuerpo reaccionó así por él?

Te sujetaste de la pared, para poder entrar a la regadera, el agua toco tu cuerpo, la diferencia de temperatura entre el agua y tu cuerpo, era evidente, recargaste tus manos en la pared para que el agua cayera por tu espalda. Te quedaste un momento en el agua, pero no hacía efecto alguno en ti.

Mientras el agua caía por mi espalda, en ese pequeño cuarto, donde solo se escuchaba el sonido del agua que relajaba mi mente, no pude evitar pensar en lo que había pasado con el Sr. Min. Mi mente revivía esos recuerdos, entre mas pensaba en eso, mi cuerpo era más sensible.

- No tengo opción, es la primera vez que mi cuerpo reacciona de esta forma y no pienso quedarme así.

Cerré la llave de la regadera, y salí con cuidado ya que me sentía débil.

Me puse frente al espejo, vi como las gotas de agua deslizaban por mi cuerpo, coloqué mis manos en mis senos e hice una ligera presión en ellos, sentí satisfacción con un simple apretón, quería más, con mis dedos pellizqué ligeramente mis pezones.

- ah! Esto se siente bien, quiero más.

Descendí una de manos a mi zona íntima, con la yema de mis dedos comencé a hacer un ligero masaje circular en mi clítoris, eso desató ligeros gemidos de mi. Todo el placer que estaba sintiendo era superficial, hasta que recordé al Sr. Min.

Cerré mis ojos por un momento, y estaba la imagen viva del Sr. Min en mi cabeza, sentí como si lo tuviera frente a mi, sus manos eran las mías, incluso siendo un recuerdo, me seguía sintiendo intimidada por el.

- por favor Sr. Min, No se detenga, tóqueme- decías con los ojos cerrados.

Imaginaste al Sr. Min llegando más lejos. Metiste dos de tus dedos en tu zona íntima, haciendo que te estremecieras de placer. Inclinaste tu cuerpo hacia delante, recargando tu pecho en el lavabo, mientras tus piernas quedaron estiradas, la mano que tenías en tu seno se sujeto firmemente del lavabo.

Comencé a mover mis dedos, sentí un hormigueo recorriendo por mi vientre, recordaba las manos del Sr. Min deslizando por mi cuerpo, y eso me hacía excitar aún más.

Comencé a gemir cada vez más fuerte, mis gemidos hacían eco en ese pequeño cuarto, abrí los ojos y miré la posición en la que me encontraba, mi rostro estaba ruborizado, el gemir demasiado hizo que un poco de mi saliva escurriera por mi barbilla, me avergoncé al verme en esa situación, pero no podía parar.

Querido Sr. MinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora