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Era una chica muy guapa, con marcadas curvas, sensual, una rubia que seguramente les gustaba a muchos hombres. Se acercó a Nickolas pasando sus manos por los hombros de este, haciendo que él volteara su cabeza y torso para verla.

—¡Olivia! No esperaba verte aquí —saludó nervioso.

La rubia, dándose cuenta de la presencia de Alexa, quien observaba la escena con una sonrisa ladina, la miró mal y regresó sus ojos a Nickolas.

—Veo que estas ocupado. Nos veremos en otra ocasión —se despidió guiñándole un ojo y se retiró.

Un tanto incomodado, Nickolas se volvió a su acompañante.

—Veo que David y tú son famosos entre las mujeres —habló ella en un tono burlón y sarcástico.

—Bueno, es una amiga con la que he salido en varias ocasiones —explicó.

—Ya veo. ¿Y tienes muchas amigas? —quiso saber, mirándolo mientras recargaba el mentón en su mano derecha y con la otra jugaba con su bebida.

—No en realidad —admitió—. ¿Y tú tienes amigos?

—Sí, pero también son pocos —sonrió provocativa.

—Yo también quiero ser tu amigo —la miró. Se estaban comunicando más con las miradas y con las sonrisas que con las palabras. Ambos sabían de qué realmente se trataba esa conversación.

—Ah, ¿sí? Bueno, entonces seamos amigos —ambos sonrieron con victoria y malicia, y tomaron un sorbo a sus bebidas.

—¿Qué te parece si pasamos toda la noche juntos? —propuso él.

—Me parece bien.

—Solo me gustaría hacerte saber algo antes. Es como una regla que tengo desde hace años —informó.

—¿Y cuál es esa regla? —preguntó extrañada.

—Sin besos. Yo no doy besos. A nadie —demandó serio.

—¿Sin besos? —preguntó incrédula a lo que él asintió—. Bueno, creo que eso hará más divertido esto. Entonces, ¿no besas a ninguna de tus «amigas»? —inquirió, analizando un poco la situación.

—No —confirmó—, todas están al tanto de mi regla.

—¿Y nunca la has roto?

—No, no hago excepciones.

—Vaya. Es algo inusual... pero interesante —admitió asombrada—. Bueno, no tengo problema con tu regla —le aseguró.

Alexa terminó su bebida porque ansiaba bailar, por lo que llevó a Nickolas casi arrastrando del brazo a la pista de baile. Después los siguieron el otro par, quienes se veían muy, muy contentos bailando y olvidando lo sucedido la última vez.

Ninguno de los cuatro acostumbraba a emborracharse y solo tomaron unas cuantas copas para relajarse y entrar en ambiente, pero sin perder ninguno de sus sentidos. Siguieron bailando por un buen rato. Hasta que decidieron irse. Como Nickolas y Alexa habían acordado pasar toda la noche juntos, se fueron los dos al pent-house de Nickolas. David y Emma también seguirían divirtiéndose juntos.

Llegaron al pent-house, se adentraron en él y Alexa se asombró un poco por lo pulcro y elegante de la estancia.

—Es hermoso —dijo ella, refiriéndose al lugar. Se encaminó a la gran sala conformada por sofás aterciopelados de un color carmín, rodeaban una mesa rectangular de un cristal oscuro.

—Gracias. Amo estar aquí, es muy tranquilo —confesó, llevando dos copas de vino—. Puedes sentarte —le dijo amable.

Ella obedeció tomando la copa de vino que él le ofreció.

SIN BESOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora