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Ya era casi mediodía de Navidad y Alexa apenas se estaba despertando. Emma, a su lado dándole la espalda, aún dormía.

Alexa tomó su teléfono que desde un día antes no utilizaba, pues había estado muy ocupada con los preparativos de la cena. Lo adormilada se le quitó cuando, en el instante en el que vio la pantalla, notó un mensaje.

«Feliz Navidad, Ale. Espero la estés pasando muy bien con tu familia».

Era de Nickolas. Lo había enviado desde las 12:05 am.

Se incorporó para poder pensar mejor y responderle. No se esperaba un mensaje de él, y menos por cómo habían quedado las cosas entre ellos antes de que ella saliera de la ciudad. Se quedó pensando un rato qué responderle. Pero, ¿Qué más podría ser? Desearle una Feliz Navidad, también. Ni siquiera necesitaba pensarlo tanto.

«Feliz Navidad, Nick. Espero que también tú la estés pasando muy bien».

Lo envió.

Volvió a dejar el celular en la mesita de noche, a un lado de su cama; soltó un pequeño suspiro y se puso en pie.

Los días en casa de su madre, con su tía, Ethan y Emma, fue la mejor manera de pasar Navidad y en un par de días Año Nuevo. Por fuera la nieve caía, pero dentro de la casa las risas y pláticas inundaban el lugar, cada comida del día se disfrutaba en familia. Cada momento estaba lleno de paz y alegría.

La gran casa tenía un estilo hogareño. Tonalidades cálidas, muebles de madera que estaban llenos de retratos y fotografías familiares, una fogata que calentaba la sala de estar conformada por esos sofás marrones de tercio pelo. Del otro lado de la sala estaba la escalera que abría paso hacia las habitaciones. A un lado de la escalera había un robusto pino, alto y verdoso. Un árbol de Navidad. Toda la casa estaba vestida con adornos navideños. Por el interior y el exterior. Luces de colores adornaban los ventanales.

Alexa estaba muy contenta y cómoda allí, por supuesto, en esa casa nació y creció con su adorada familia. Era su hogar. Aunque ya se había acostumbrado a su departamento, dado que, desde que se graduó de la universidad se mudó con Emma a la gran ciudad, y crearon la marca de ropa.

Estaba Alexa y su madre, sentadas en un sofá junto a la fogata tomando chocolate caliente. Charlaban sobre cómo iba Powell's Fashion y sobre el negocio de florería que tenía la señora Nicole. Desde siempre le encantó sembrar flores en un enorme jardín que estaba a un costado de su casa en el patio. Vendía las flores en un local que administraba junto a su hermana.

—Por cierto, mañana iremos a visitar a la mamá de Emma, ¿Quieres ir?

—No creo poder ir, hija. Tengo que ir a comprar lo que necesito para la cena de fin de año. Iré con tu tía y la señora Amelia.

—Ya veo. Bueno, no hay problema. Nosotros no tardaremos, iremos con Ethan. Emma se quedará con su madre hasta que regresemos a Londres —le informó en lo que se llevaba la taza a la boca.

—Que bueno que pase esos días con su familia. Me gusta mucho tenerla aquí, es como otra hija para mí. Pero estoy segura que más feliz estará su mamá de tenerla con ella en casa —habló sonriendo.

—Sí, lo sé. Emma también extraña mucho a sus padres. Y yo te extraño mucho a ti —dijo sonriente, mientras se recostaba en el hombro de su madre—. ¿Has estado bien? No te has sentido mal, ¿verdad?

—He estado muy bien, mi amor. Y ahora con ustedes aquí no puedo estar mejor —respondió con un gesto cálido.

—Está bien. Cualquier cosa debes decirnos ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

—¿De qué hablan las mujeres más hermosas? —se escuchó al hijo mayor mientras bajaba por las escaleras.

SIN BESOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora