Ya habían pasado dos semanas desde que Axel la había obligado a irse con él. Alexa, volvió a despertar muy temprano, abrió los ojos de golpe, asustada, y deseando que al despertar ya no estuviera en ese lugar. Era una pesadilla, el desgraciado la tenía amarrada de una mano al cabezal de la cama. Su muñeca ya dolía, estaba enrojecida y ardía.
—Buenos días, hermosa. ¿Cómo amaneciste? —saludó Axel al entrar a la habitación.
—Desperté odiándote más que ayer —gruñó Alexa.
—Qué linda —sonrió él—. Toma, está delicioso. Este es el mío. Desayunemos juntos —la invitó, dándole un platillo con el desayuno, lo puso en una bandeja encima de las piernas de la chica—. ¡Vamos! No me dejes comer solo como todos estos días —le reclamó ya sentado frente a un lado de la cama, y viendo que ella lo mirada con desprecio.
—No quiero nada que tus asquerosas manos hayan tocado —declaró con enojo.
Ante esa respuesta Axel se incorporó y se acercó a ella.
—Todos estos días no has probado ni un solo bocado, no te quiero ni enferma ni débil. Así que, por favor, come —le pidió con una relativa amabilidad, como tratando de tragarse la ira ante los insistentes rechazos de Alexa, al tiempo se sentó en la cama a un lado de ella, tomó un poco de la comida en una cuchara y se lo acercó a la boca.
—Prefiero morirme de hambre —gruñó de nuevo, haciendo que, con un violento movimiento de su mano, Axel soltara la cuchara al aire—, que comer y seguir viva en este lugar contigo.
—¡Ya deja tus groserías! —bramó tomándola con fuerza por el cuello, haciendo que Alexa se retorciera por el susto y la sensación de estar siendo ahorcada, abrió sus ojos tanto que ese gesto hizo que Axel volviera a los pocos sentidos que tenía—. He sido paciente y amable ante tus berrinches, pero si sigues así mi paciencia se terminará. Créeme que no quiero ser violento contigo, pero si tú me obligas no tendré otra opción.
Alexa tosía recuperándose de la agresión, mientras escuchaba la amenaza del hombre. Lo miró aun con más desprecio y coraje.
—Te odio —pronunció apretando los dientes.
—Puedes odiarme mientras comes —dijo él sentándose y tomando de nuevo su desayuno—. Obedéceme —espetó al ver que Alexa no hacía intento de tomar un bocado, pero finalmente, lo hizo.
El día transcurrió como una eternidad para Alexa, como todos los anteriores, se sentía sola, atemorizada, débil, desconsolada, y extrañaba a todos. Su madre, su hermano, su mejor amiga, llegaban a su mente y lloraba al pensar en los preocupados que deberían estar, en especial su madre. Luego, pensaba en Nickolas, cuando por fin estaban siendo felices juntos este imbécil la secuestra y en cualquier momento en un arranque de ira podía hacerle daño. Extrañaba tanto a su novio, anhelaba tanto estar entre sus brazos y no en ese lugar sola, peligrando. Sus lágrimas, como todos los días, caían desde esos chocolatosos y entristecidos ojos, y rodaban por sus pálidas mejillas. Se acurrucaba en la cama, sintiéndose vulnerable, desprotegida y con frío.
Axel, la visitaba de vez en cuando durante el día, le llevaba el desayuno, el almuerzo y la cena. Al principio Alexa rechazaba todo, pero después de que la reprendiera tuvo que ceder. Y aunque estaba hambrienta, de mala gana comía. O al menos un poco. Muy poco.
—Buenas noches —saludó sonriendo mientras entraba a la habitación—. Te traje la cena, y por supuesto, yo cenaré aquí contigo —le informó mientras que se acercaba a ella con ambos platillos.
Como siempre, le colocó la comida en una bandeja y la puso sobre las piernas de ella, después, se sentó a un lado de la cama.
—Traje vino, es mi favorito. Esta noche me quedaré contigo y brindaremos —le informó mientras masticaba el primer bocado.
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SIN BESOS
RomanceNickolas y Alexa se conocen por primera vez en un antro, mantienen una divertida relación abierta en la que los besos no están permitidos. ¿Quién crees que se enamore primero en este divertido juego en donde los besos están prohibidos? ¿Y qué pasa...