15 (+18)

48 6 0
                                    


—Sí, vengo aquí con mi madre y mi hermano, especialmente cuando es el cumpleaños de alguno de los tres —explicó alegre.

—Ah, entiendo —soltó con una sonrisa vergonzosa que la delató.

—¿Qué? ¿Pensaste que venía aquí con mis... «amigas»? —cuestionó con un ligero tono burlón y sarcástico.

—Bueno, fue inevitable pensarlo —admitió, encogiéndose de hombros.

Nickolas soltó una corta risa antes de hablar:

—Eres la primera mujer con la que vengo aquí. Después de mi madre, claro —confesó sonriendo.

Alexa no supo qué decir. Su rostro se quedó sin ningún gesto ante la confesión. Estaba abriendo la boca para decir algo cuando el mesero lo evitó con su aparición trayendo consigo una botella de champán que él mismo abrió. Sirvió en ambas copas y después de registrar la orden, se retiró dejándolos solos de nuevo.

—Feliz Año Nuevo, Ale —tomó la copa y la alzó en dirección a la bella chica.

—Feliz Año Nuevo, Nick —respondió de vuelta con una pequeña sonrisa.

Después de tomar un sorbo de la bebida, el guapo hombre que no había dado su primer beso, empezó a hablar:

—Ale —dijo, con un gesto y tono serio—, yo sé que antes de que te fueras a Bath las cosas entre nosotros no estaban muy bien que digamos, había un poco de tensión —habló, mientras ella mantenía sus ojos expectantes sobre él, lo que causó que el castaño se pusiera un tanto nervioso.

El magnate, con sus músculos tensos, se removió en su lugar, irguió su espalda y aclaró la garganta antes de hablar de nuevo.

—Y es mi culpa —soltó, con una mano en cada muslo—. Lamento mucho si te hice sentir mal, si te lastimé o si te ofendí. Estuve desesperado todo el tiempo que no estuviste en Londres porque quería decirte eso —confesó con una sonrisa nerviosa—. Y también quería decirte que no eres como las demás. Ale, tú eres diferente. Eres más de lo que crees que eres para mí, más de lo que pude haberte hecho pensar aquella vez que discutimos...

Ante esas palabras, la de ojos marrones se tensó. Entreabrió sus labios para poder respirar mejor, ya que con todo lo que estaba escuchando sentía que el aire le faltaba. No podía ni moverse, solo se quedaba ahí, sentada, mirándolo ininterrumpidamente mientras él hablaba.

—Tú eres la primera chica con la que he compartido cosas que pocas personas saben, con la que disfruto de otras cosas y no solo del sexo. Contigo me divierto mucho haciendo cualquier cosa. Sé que puedo confiar en ti, y gracias por darme tu confianza, gracias por tu compañía, gracias por... ser una amiga... de verdad, Ale.

Pero, ¿qué?

¿Amiga?

Alexa no pudo evitar decepcionarse en su interior. Había pensado que esa confesión, todo ese discurso, iba en otra dirección. Pero, ¿qué podía hacer? Ella ya sabía que no debía esperar nada más, porque se llevaría una decepción, como ocurrió ahora. Así que, decidió no mostrar su desilusión.

—No tienes que disculparte por la discusión, Nick —habló sonriendo—. Somos amigos, ¿no? Así que, todo está bien, no te preocupes.

Mantuvo esa sonrisa mientras lo miraba a los ojos, casi queda en blanco, pero apartó la vista de esos azulados y preciosos ojos antes de que sus sentidos enloquecieran.

—Además, yo también tengo algo que agradecerte —admitió, enseriándose, mientras jugaba con su copa—. Gracias por ayudarme aquella noche en el antro cuando apareció Axel. Yo me asusté mucho y tú llegaste justo a tiempo y me defendiste sin dudarlo —dijo con suavidad—. Desde entonces, contigo me siento muy segura —confesó con una risita de sonrojo.

SIN BESOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora