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—¿Estás bien? —preguntó preocupado, escaneándola para asegurarse de que no estuviera herida.

—Sí —pronunció ella casi de forma inaudible, mientras las manos de Nickolas la sostenían con fuerza.

—Tranquila. Ya pasó, todo está bien —trató de calmarla abrazándola y asegurándola con sus brazos. Alexa lo abrazo de vuelta, casi enterrando su rostro en el confortable pecho de Nickolas.

—Deberíamos irnos —sugirió David—. Alexa necesita estar en un espacio tranquilo.

Todos estuvieron de acuerdo y salieron del lugar con pasos rápidos. Emma abrazaba a su amiga mientras caminaban.

—Creo que es mejor que ninguna de las dos duerma en sus departamentos esta noche. Puede ser peligroso —volvió a sugerir David ya caminando en el estacionamiento.

—Sí, Ale —secundó Emma—. Quédate con Nickolas.

—¿Y tú? —preguntó preocupada.

—Se quedará conmigo. Yo la cuido, tú no te preocupes —dijo David en un tono amigable.

Emma asintió mostrándole una sonrisa de labios cerrados—. Tranquila, ¿de acuerdo? Todo estará bien —se despidieron con un fuerte abrazo. Y el par masculino hizo lo mismo, después abandonaron el lugar.

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—¿Quieres descansar? —preguntó Nickolas mientras se adentraban al pent-house.

—No creo poder pegar un ojo en estos momentos. Quiero darme un baño y hacer cualquier cosa después —sugirió ella, serena con una leve sonrisa.

—Está bien, ve a ducharte entonces.

Alexa subió a ducharse mientras Nickolas preparaba algo para cenar. Después de unos minutos bajó ya fresca y se encontró con él en la cocina.

—¿Qué preparas? —le preguntó caminando hacia él.

El guapo de ojos azules se volteó para encararla y responderle, pero en el instante en el que la vio no pudo decir nada, en cambio se soltó en una carcajada que resonó en toda la estancia.

—¿Qué? —preguntó ella también riendo aún sin saber el porqué de su reacción.

—Es que... te ves muy graciosa —logró decir entre la risa.

—Lo sé, pero es cómodo —replicó sonriente al tiempo que se sentaba en el desayunador.

—Eso es lo importante —dijo recuperándose de la carcajada—. ¿Puedes sacar el jamón de la nevera? —le pidió.

—Claro.

Nickolas no le apartó la mirada en lo que ella caminaba hacia el refrigerador. Estaba encantado, se veía tan tierna con su pijama puesta, le quedaba enorme. Le quedaba tan suelta que no se notaba bien su silueta, la camisa le llegaba casi a las rodillas y las mangas pasaban un poco de sus codos, el pantalón de pijama le quedaba tan largo que lo aplastaba al caminar, dejando ver solo los dedos de los pies.

Se veía tan pequeña entre esa enorme ropa que el corazón de Nickolas se inundó de ternura, provocándole un deseo enorme de abrazarla y estrujarla entre sus brazos. La miraba con ternura y una sonrisa divertida.

—Deja de burlarte —chilló sonriendo al notar su mirada, dándole con la bolsa de jamón en el brazo.

Él se limitó a sonreír, tomó el jamón y se volvió a la estufa. Cuando terminó de cocinar subió a cambiarse de ropa, al regresar Alexa ya tenía los platos listos con la cena.

—¿Vemos una película? —sugirió la de piel bronceada.

—Seguro —concedió él.

En una bandeja, Nickolas llevaba la cena y Alexa se encargó de abrir la puerta del cuarto de cine. Escogieron la película entre los dos y la dejaron correr mientras cenaban.

SIN BESOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora