—Señor, ya está listo el trabajo que nos encargó —informó de inmediato al momento en que la llamada fue aceptada.
—Me alegra escuchar eso, en un momento te hago llegar el pago —replicó con una sonrisa malvada—. Eso es todo, puedes regresar —le ordenó.
—Gracias, señor.
Y la llamada se terminó.
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Había pasado una semana que Nickolas y Alexa no se veían porque habían estado muy ocupados con sus respectivos trabajos. Por ello, Alexa había decidió darle una sorpresa a su novio: se dirigió al pent-house de Nickolas y en el camino compró sushi para cenar con él, llegaría de forma inesperada, seguramente a él le haría muy feliz ese detalle de su novia.
En el pasillo, Alexa iba caminando alegre con la cena en mano, mientras más se acercaba a la puerta más se emocionaba. Dobló mientras escuchaba unas voces que transmitían enojo, y después de dar unos cuántos pasos se detuvo de súbito al ver la escena.
Frente a la puerta del pent-house, estaba su novio y una chica rubia, besándose.—Nickolas —dijo ella con una entrecortada respiración.
—Alexa —habló él sorprendido, acercándose a ella y soltando de forma brusca a la otra chica. Era Olivia, hizo un gesto de profundo desagrado.
—¿Ahora ya besas a todas? —reclamó Alexa con enojo y disgusto.
—No, Ale. No es lo que parece —trató de defenderse.
—¡Ay, por Dios, Nickolas! Todos dicen eso cuando, en realidad, siempre es lo que parece —argumentó antes de dar la vuelta e intentar irse, pero fue retenida por la fuerte mano de él que la sostuvo del brazo.
—Ale, hay una explicación, déjame…
—No... no voy a dejar que me veas la cara de estúpida. Eres un mentiroso, un patán. ¡Suéltame! —y se zafó del agarre en un movimiento violento—. No quiero hablar contigo —gruñó tirándole encima la bolsa con el sushi, y se fue.
Se introdujo en el elevador de nuevo y fue cuando dejó que sus ojos de chocolate se derritieran en lágrimas. Lo que había visto le había provocado una punzada en el pecho que le dolió de sobremanera. Confiaba en Nickolas, recordaba todas sus palabras de amor y su mirada al decirlas, y veía en esas memorias que los azulados ojos expresaban completa sinceridad al decir todas esas promesas de amor, protección y, compromiso. Pero, lo que había visto hace unos instantes no podía tomarlo a la ligera. «¿Todas esas palabras estaban vacías? ¿Será verdad que los hombres saben mentir hasta con la mirada? ¿Será que, la frase “todo era muy bueno para ser verdad” estaba tomando forma ahora en su vida?». Todas estas preguntas se creaban en la mente de Alexa mientras el elevador descendía.
Cuando llegó a su departamento, se adentró en su cama. Triste, desconcertada, enojada, sintiéndose traicionada. Recibió una llamada de Nickolas que claramente no respondió. No quería hablar con él, no quería hablar con nadie. Su cabeza estaba hecha un caos en su interior, tenía tantos pensamientos y emociones que la invadían y lo único que pudo hacer fue llorar, las lágrimas no ayudaban a resolver nada, ellas no le darían una explicación de lo que había pasado; pero al menos, se desahogaba de ese alterado estado en el que estaba. Ni siquiera quiso llamar a Emma. Se sentía tan mal, tan disgustada que no quería ni decir una sola palabra, se le dificultaba tan solo abrir la boca. El 10% de animó que le quedaba se lo gastó desmaquillándose y poniéndose el pijama para después volver a adentrarse entre las sábanas. La incertidumbre sobre lo que había sucedido le impidió dormirse de inmediato, hasta que, cansada y con sus ojos y pestañas húmedas, pudo quedarse dormida a mitad de la noche.
Al día siguiente, recibió otra llamada de Nickolas, y más tarde, un mensaje; tampoco les dio respuesta.
Entonces, Nickolas no se conformó con solo llamarle y escribirle, por ello, llegada la noche, apareció en el apartamento de Alexa.—Alexa, por favor abre —dijo él con firmeza al otro lado de la puerta.
—¿Qué haces aquí, Nickolas? ¿No te queda claro que no quiero hablar contigo? —habló ella desde el interior del departamento, pegada a la puerta.
—Sí, me queda muy claro. Pero aún así necesito que abras la puerta.
—Vete, Nickolas.
—No, Alexa. Si no abres, no me importará tumbar la puerta —declaró decidido.
Sin elección, la morena se resignó y soltó un suspiro antes de abrir la puerta de mala gana.
—¿Qué quieres? —inquirió con disgusto, con la puerta más cerrada que abierta.
—Tengo que mostrarte algo. Evidencia de mi inocencia —informó ansioso. Alexa hizo un gesto de confusión—. ¿Puedo pasar?
Después de ambos tomar asiento en la sala frente al televisor, Nickolas tomó su teléfono y empezó a teclear como sabiendo de antemano lo que tenía que hacer.
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SIN BESOS
RomanceNickolas y Alexa se conocen por primera vez en un antro, mantienen una divertida relación abierta en la que los besos no están permitidos. ¿Quién crees que se enamore primero en este divertido juego en donde los besos están prohibidos? ¿Y qué pasa...