Capitulo 4 Parte 3

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Sonrío, realmente sonrío, mientras cierra la puerta. Su humor siempre aparece en los momentos más extraños. Pensé que yo era la mala de la película, nunca pensé que estaría a la merced de uno.

Cuando sale, su rostro está lavado también y su cabello está húmedo. Hay un hilo de agua bajando desde su sien.

-¿Y ahora qué? —le digo.

-¿Estás cansada? Podríamos turnarnos. ¿Quieres dormir?

-¡Claro que no!

Se ríe.

-Sí, lo entiendo.

Hay una larga pausa incómoda.

—Me gustaría tomar una ducha .le digo. Lo que no añado es, en caso de que el enfermo de mierda me haya tocado...

Él asiente con la cabeza. Subo por la escalera para conseguir algo limpio para ponerme. Esto me pone enferma, ponerme la ropa que alguien eligió y puso aquí para mí, Me gustaría tener la mía, pero ni siquiera los pijamas que tengo puesta son mías. Estudio el contenido del armario. Casi todas las prendas de vestir son algo que podría haber elegido para mí, excepto por el color. Hay demasiado de eso. Esto es espeluznante. ¿Quién me conocería lo suficientemente bien como para comprarme ropa? ¿La ropa que realmente me gusta? Arranco una manga larga tipo yoga de una percha y los pantalones a juego debajo de ella. En un cajón hay una gran variedad de ropa interior y sostenes.

¡Oh Dios!

Decido ir sin ninguno, No puedo usar la ropa interior que algún psicópata compró y dobló dentro de la gaveta. Se sentiría como si me estuviera tocando... allí. Cierro de golpe la gaveta.

Isaac me ayuda a bajar las escaleras, Desde mi ataque a la puerta, mi muñeca se ha hinchado al doble de su tamaño.

-Mantenla elevada y fuera del agua caliente —dice antes de entrar al baño.

Encuentro el jabón y champú debajo del fregadero. Cosas genéricas. El jabón es blanco y huele a lavandería. Solo duro en la ducha cinco minutos, aunque quiero quedarme más tiempo. El agua de color marrón nunca se pone realmente caliente y tiene un olor a extraño.

Salgo y me seco con la toalla d color limón que está colgando en el toallero. Un color alegre e irónico colgado atentamente aquí para nosotros. Froto mis brazos y piernas tratando de capturar todas las gotas. Amarillo, para amortiguar el golpe de la nieve, la prisión y el secuestro. Tal vez el que nos trajo aquí pensaba que el color de esta toalla evitaría la depresión. La dejo caer en el suelo, disgustada. Entonces me río, duro y estridente.

Oigo a Isaac que golpea suavemente a la puerta.

-¿Estás bien Senna?

Su voz se escucha amortiguada.

-Estoy bien —le digo a su expresión preocupada, tratando de ahogar la risa. Aguanto la risa detrás de mi mano mientras las lágrimas comienzas a gotear de mis ojos. Me estoy riendo tan fuerte que tengo que apoyarme en el lavabo.

-Estoy bien —sollozo-. ¿No es esa la cosa más loca que alguna vez hayas escuchado? Como si pudiera estar bien. ¿Estás bien?

Veo los músculos de su mejilla contraerse. Su color de ojos es metálico como una lata.

Él llega a mí, pero golpeo su mano. He dejado de reír.

-No me toques. —Lo digo más fuerte y duro de lo que pensaba.

Él frunce sus labios y asiente con la cabeza. Él lo entiende. Estoy loca. No hay nuevas revelaciones allí. Me siento en la cama con el cuchillo y miro a la puerta mientras él toma su turno. Si alguien fuera a entrar en la sala en este momento, yo sería inútil, con cuchillo o no. Siento que mi cuerpo está aquí, pero el resto de mí está en un agujero profundo. No puedo conciliar con los dos.

Isaac toma una ducha aún más corta que la mía, Me levanto un poco cuando sale, Él sale en una toalla y se dirige al armario. Lo veo mirando la ropa de la misma manera que lo hice. Él no dice nada, pero él flota el algodón de una camisa de color negro con el pulgar y el índice. Me estremezco. Incluso si esto tenía algo que ver con una de mis fans, ¿Por qué Isaac? Me quedo mirando el cuchillo mientras se viste en el baño. Es completamente nuevo; la inmaculada brillante hoja. Comprado sólo para nosotros, pienso.

A falta de algo mejor que hacer bajamos a esperar. Isaac se calienta dos latas de sopa y pone algunos rollos congelados en el horno. De hecho, siento hambre cuando me entrega la taza.

-Sigue habiendo luz en el exterior. Debería estar oscuro ahora.

Él mira su comida, evitando a propósito mis ojos.

-¿Por qué Isaac?

Sin embargo, él no me mira.

-¿Crees que estamos en Alaska? ¿Cómo diablos pasaron la frontera canadiense con nosotros?

Me levanto y camino de un lado al otro en la cocina.

-¿Isaac?

-No lo sé, Senna. —Su voz es concisa. Me detengo y lo miro. Mantiene la cabeza inclinada hacia su comida, pero levanta los ojos hacia mí. Por último, suspira y baja su cuchara. La hace girar lentamente en sentido anti horario hasta que ha llegado al punto de partida.

-Es posible que estemos en Alaska —dice él-. ¿Por qué no descansas un poco? Me quedare y vigilaré.

Asiento con la cabeza. No estoy cansada. O tal vez lo estoy. Me tumbo en el sofá y hundo mis piernas hasta el pecho. Tengo tanto miedo.

Mud VeinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora