Capitulo 9 Parte 2

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Avanza un paso, dejándonos demasiado cerca. Yo retrocedo dos, para permitirle pasar. Pone galletas en un plato con un poco de carne en conserva y bananas secas y lo pone entre los dos. Hace todo un espectáculo de partir una galleta y comerla, escondiendo su boca detrás de la mano en fingido pudor.

-Vives con reglas. Las mías simplemente son más aceptadas socialmente –dice-

Bufo.

-Realmente esto esforzándome para no verte comer –le digo.

-Lo sé, gracias por el intento.

Tomo un trozo de banana.

-Abe la boca –digo. Lo hace sin cuestionar. Le arrojo la banana. Golpea su nariz, pero levanto las manos en triunfo.

-Y por qué celebras –dice-. Fallaste.

-No. Apunté a tu nariz.

-Mi turno.

Asiento y abro la boca, inclinando la cabeza hacia adelante para hacérsela más difícil.

La banana aterriza directamente en mi lengua. La como.

-Eres un cirujano. Puntería impecable.

Se encoje de hombros.

-Puedo vencerte –le digo-. En algo. Sé que puedo.

-Nunca dije que no fuera así.

-Lo implica tu mirada –digo. Me muerdo la mejilla mientras intento planear algo-. Espera aquí.

Subo las escaleras de a dos. Hay un cofre de metal en el cuarto carrusel a los pies de la cama. Había encontrado juegos allí, un par de rompecabezas, incluso unos libros sobre anatomía humana y supervivencia en lo salvaje. Reviso su contenido y saco dos rompecabezas. Cada uno de mil piezas, unos muestra dos venados en un acantilado. El otro es "Dónde está Wally en el zoológico". Los llevo abajo y los arrojo en la mesa.

-Carrera de rompecabezas –le digo. Isaac luce desconcertado.

-¿Es en serio? –dice-. ¿Quieres jugar un juego?

-En serio. Y no es sólo un juego, son rompecabezas.

Se reclina y estira los brazos sobre su cabeza mientras lo piensa.

-Nos detendremos al mismo tiempo para pausas de baño –dice-. Y yo pido los venados.

Le extiendo mi mano y la sacude.

Diez minutos más tarde estamos uno frente a otro en la mesa. Es tan grande en su circunferencia que hay suficiente espacio para que los dos nos explayemos con nuestras respectivas piezas. Isaac nos preparó dos tazas de café antes de empezar.

-Necesitamos reglas –anuncia.

Tomo mi taza, enganchando el dedo en su asa-. ¿Cómo qué?

-No uses ese tono conmigo.

Mi rostro realmente se siente tieso cuando sonrío. Salvo por mi risa maniática del primer día que despertamos aquí, es probablemente la primera vez que mi cara se ha movido hacia arriba.

-Esos son los músculos más flojos en tu cuerpo –anuncia Isaac al verlo. Se sienta-. Ceo que sólo te he visto sonreír una vez. Sólo una.

Se siente raro incluso estar haciéndolo, así que la dejo caer mientras bebo café.

-Eso no es verdad –pero sé que sí.

-De acuerdo, las reglas –dice-. Tomamos un trago cada media hora.

-¿Un trago de licor?

Asiente.

-NO –protesto-. ¡Nunca podremos hacerlo si estamos borrachos!

-Empareja el campo de juego –dice-. No creas que no sé de tu amor por los rompecabezas.

-¿De qué hablas? – Arrastro una pieza con mi dedo sobre la mesa. Hago ochos imaginarios con ella, primero grandes, luego pequeños. ¿Cómo podría él saber algo como eso? Intento recordar si tenía rompecabezas en mi casa cuando...



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