Toma dos tazas limpias y nos sirve. Bebo el mío antes de que el tuviera tiempo de levantar su taza. Aprieto los labios mientras baja por mi cabeza. Al menos no es del barato.
-¿Y bien? –demando-. ¿Cómo es que eso me trajo aquí?
-No lo sé –dice finalmente. Encuentra la pieza que está buscando y la une a la oreja de su ciervo-. Pero sería estúpido si pensara que no es un fan tuyo. Es eso, o hay otra opción.
Su voz baja y sé lo que está pensando.
-No creo que fuera él –me apresuro. Me sirvo otro trago.
No tengo mucha tolerancia al alcohol y no he comido hoy. Mi cabeza da una leve vueltita mientras el alcohol baja por mi garganta. Veo sus dedos deslizarse, presionar, deslizarse, buscar, deslizarse...
Cien piezas.
Tomo mi pieza, la que tiene el perro.
-Sabes –dice Isaac-. A mi bicicleta nunca le salieron alas.
El ron ha quitado mi amargura y aflojado los músculos de mi cara. Finjo una expresión de sorpresa e Isaac se ríe.
-No, supongo que no. Sólo los pájaros pueden tener alas. Nosotros debemos arrastrarnos por el lodo como unos primitivos emocionales.
-No si tienes alguien que te lleve.
Nadie quiere llevar a alguien a quien la vida ha dado peso. Una vez leí un libro sobre eso. Una explicación sobre dos personas que seguían volviendo el uno al otro. El protagonista masculino le dice eso a la chica que sigue dejando escaparse. Tuve que dejar el libro- Nadie quiere llevar a alguien a quien la vida le ha dado peso. Es un concepto con el que los autores inteligentes alimentan a sus lectores. Es un veneno lento; les hace creer que es real, y los tiene volviendo por más. El amor es cocaína. Y lo sé porque tuve una corta y emocionante relación con las drogas. Mantenía mi adicción por la navaja de mi piel, a raya. Y entonces un día desperté y decidí que era patético el aspirar polvo por mi nariz para lidiar con mis problemas con mami. Preferiría sangran que aspirar. Así que volví a los cortes.
De todas formas... amor y cocaína. Las consecuencias de ambos son caras: tienes una probada poderosamente alta, luego vuelves a caer resbalando, arrepintiéndote de cada hora que pasaste metido en algo tan peligroso. Pero vuelves por más. Siempre vuelves por más. A no ser que seas yo. Entonces te encierras a ti mismo y escribes sobre eso. Qué triste. Qué malditamente triste.
-Los humanos no fueron hechos para cargar con el peso de otros. Apenas podemos con el propio. –Incluso mientras lo digo, no lo creo del todo. He visto a Isaac hacer cosas que la mayoría no harían. Pero es sólo Isaac.
-Quizás el llevar la carga de alguien vuelve a la tuya más tolerable –dice.
Nuestras miradas se encuentran. Alejo la mía primero. ¿Qué respondes a eso? Es romántico y tonto, y no tengo el corazón para discutirlo. Habría sido mejor si alguien le hubiera roto el corazón a Isaac Asterholder en algún momento. Estar atascado en el amor es una puta enfermedad que curar. Como el cáncer, pienso. Cuando crees que lo has superado, vuelve.
Bebemos de nuevo justo antes de que ponga mi última pieza en su lugar. Es la de Wally que yo guarde bajo la taza. Isaac sólo va por la mitad. Abre la boca al verme.
-¿Qué? –le digo-. Te di una buena ventaja-. Me levanto para ir a ducharme.
-Eres una experta –me grita-. ¡Eso no se vale!
Yo no odio a Isaac. Ni siquiera un poco.

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Mud Vein
RomansaCuando la solitaria novelista Senna Richards se despierta en su trigésimo tercer cumpleaños, todo ha cambiado. Enjaulada detrás de un cerco eléctrico, encerrada en una casa en medio de la nieve, Senna es dejada para descifrar las pistas para descubr...