-Las ventanas de esta casa –digo-, todas están en la misma dirección.
La niebla de sus ojos parece aclararse un poco. Empuja hacia atrás la mesa y viene a mi lado.
-Si... -dice. Por supuesto ya sabía eso también. El hecho de que yo estaba en una neblina no significa que él lo estaba. Tiene más pelo en la cara de lo que nunca le había visto. Alejo mis ojos de él, para mirar la nieve juntos. Estamos tan cerca que podía extender un dedo meñique y tocar su mano.
-¿Qué hay detrás de la casa? –pregunta.
Hay un poco de silencio entre nosotros antes de decir:
-El generador...
-¿Crees que...?
-Sí, lo creo.
Nos miramos, Tengo carne de gallina a lo largo de mis brazos.
-Él puede rellenarlo –le digo-. Creo que mientras estemos aquí, el rellenará el generador. Si averiguáramos el código y salimos, perderemos potencia y nos congelaremos.
Piensa largo y tendido acerca de esto. Suena bien al menos para mí.
-¿Por qué? –se pregunta Isaac. -¿Por qué piensas eso?
-Está en la Biblia –digo, y luego me estremezco automáticamente.
-Vas a tener que explicarme eso, Senna –dice él, frunciendo el ceño. Su voz es brusca.
Está perdiendo la paciencia conmigo, lo que no es muy justo, ya que los dos nos estamos hundiendo en el mismo barco.
-¿Has visto el cuadro que cuelga al lado de la puerta? –Asiente. Por supuesto. ¿Cómo se lo iba a perder? Hay siete pinturas que cuelgan en las paredes de esta casa, Cuando tienes seis semanas encerrados en algún lugar, pasas mucho tiempo examinando el arte en las paredes.
-Es una pintura de F. Cayley. Se supone que es de Adán y Eva cuando se enteran de que tienen que dejar el Edén.
-LA PINTURA ESTA EN EL ENCABEZADO-
Niega con la cabeza.
-Pensé que era solo de dos personas muy deprimidas en la playa.
Sonrió.
-Somos como las primeras dos personas –le digo.
-¿Adán y Eva? – Ya está tan lleno de incredulidad que no quiero ni contarle el resto. Me encojo de hombros. – Por supuesto.
-Adelante –dice él.
-Dios los puso en el jardín y les dijo que no comieran del fruto prohibido, ¿recuerdas?
Ahora es el turno de Isaac de encogerse de hombros.
-Sí, supongo. Las clases dominicales.
-Una vez que fueron tentados y comieron la frita, estuvieron solos, exiliados de la provisión de Dios y de su protección en el lugar que creo para ellos. –Cuando Isaac no dijo nada, yo continuó-. Dejan la perfección y tienen que valerse por s mismos, cazando, sembrando, experimentando el frío, la muerte y el parto.
Me pongo colorada después de que la última palabra sale de mi boca. Fue tonto por mi parte hablar de parto considerando a Daphne y su bebé por nacer. Sin embargo Isaac no pierde el ritmo.
-¿Así que estás diciendo –dice él arrugando el ceño-, que mientras nos quedemos aquí, en este lugar que nuestro secuestrador nos proveyó, estaremos a salvo y él mantendrá el calor y comida?
-Es sólo una suposición, Isaac. Realmente no lo sé.
-¿Y cuál es el fruto prohibido?
Toco mi dedo sobre la mesa.
-El teclado, tal vez...
-Eso es enfermo –dice-. Y si una pintura significa mucho, ¿Qué otra cosa se oculta aquí?
No quiero pensar en ello.
-Hare la cena esta noche –le digo.

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Mud Vein
RomansaCuando la solitaria novelista Senna Richards se despierta en su trigésimo tercer cumpleaños, todo ha cambiado. Enjaulada detrás de un cerco eléctrico, encerrada en una casa en medio de la nieve, Senna es dejada para descifrar las pistas para descubr...