52. ¿Aparentados?

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Nefertari durmió poco o casi nada los siguientes dos días, deseaba con todas sus fuerzas que Moisés regresara antes de su encuentro con el rey Balac

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Nefertari durmió poco o casi nada los siguientes dos días, deseaba con todas sus fuerzas que Moisés regresara antes de su encuentro con el rey Balac. Pero no sucedió.

El día llegó, horas antes que el sol se ocultara varias damas llegaron a arreglar a Nefertari, perfumes, ungüentos y maquillaje, para su encuentro con el rey, no es como si fuera una cita acordada para convertirse en una noche juntos, pero aún así debía verse lo más bella posible. Las pocas cicatrices que tenía en su rostro, a causa de su travesía por el desierto, habían desaparecido, al igual que las heridas en sus manos, hacía tiempo que le habían dejado de doler los dedos al flexionar.

Después de que las damas se retiraron, Nefertari vio su reflejo en la pequeña placa frente a ella, se veía muy diferente, una extraña fusión de la cultura de la cual venía y la que ahora conocía. 

Sintió como el sudor se comenzaba a formar en sus manos a la vez que una sensación de nerviosismo la recorría, seguido de un hormigueo en su estómago que también atribuyó a los nervios. 

En ese instante alguien tocó a su puerta, Nefertari ni siquiera tuvo tiempo de responder al llamado, ya que la esbelta figura de la reina Elda apareció después de que ella misma abrió la puerta. 

-Mi marido enviará en breve un guardia para escoltarte al salón del trono -dijo en cuanto entró sin ni siquiera saludar

-Majestad -dijo Nefertari haciendo una breve reverencia 

-Deja tus formalidades para otro momento, niña -dijo la reina-. No vine aquí para presentarme, ya que no tengo ningún interés en formar relaciones contigo, pero al parecer mi esposo está fascinado con las acciones de tu hermano, y contigo...

-Señora, yo...

-No hables si no te lo he pedido. Sólo vengo a advertirte en caso de que no lo sepas, que ahora que te estás postulando para ser la segunda esposa del rey, debes recordar siempre el lugar que te pertenece. Yo siempre seré la primera esposa y por lo tanto la mayor autoridad después del rey, ¿entendido?

Nefertari se refrenó de hablar, por su mente pasaron cientos de formas de responder con altanería, después de todo era la hija de Yunet, y tenía que luchar contra su naturaleza, algo que ya había hecho en más de una ocasión. 

-Señora, yo no me estoy postulando para nada y jamás me atrevería a atentar contra su autoridad. Quiero que este segura que el tiempo que permanezca en este palacio estaré dispuesta a servirla 

La reina la miró de arriba hacia abajo, como analizándola. 

-El tiempo corroborará tus palabras, niña -dijo la reina-. La advertencia está dada, espero no la olvides -dijo la reina antes de darse la vuelta y salir de la habitación 

Una dama entró a la habitación para retocarle el maquillaje e intentar alisar el vestido. Como el sol aún no se ponía Nefertari decidió alejarse un poco de su habitación y respirar aire fresco, respiró profundamente varias veces para intentar calmar las nauseas que se habían comenzado a formar, estaba más que nerviosa. La dama la siguió como asegurándose que no le faltara nada, de la misma forma que lo hacía Karoma cada vez que ella se movía por el palacio en Egipto, la extrañaba, deseaba tener alguien con quien platicar, pero no podía permitirse confiar en nadie de este lugar.

A donde vayas: Moisés & NefertariDonde viven las historias. Descúbrelo ahora