50. Hablando sola

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Nefertari se encontraba en los jardines del palacio, un día antes había decidido que ya no podía permanecer encerrada en su habitación, se dijo a sí misma que lo que tendría que pasar con Moisés pasaría y el destino de ambos estaba en las manos de...

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Nefertari se encontraba en los jardines del palacio, un día antes había decidido que ya no podía permanecer encerrada en su habitación, se dijo a sí misma que lo que tendría que pasar con Moisés pasaría y el destino de ambos estaba en las manos de Dios.

No podía hacer nada para ayudar a Moisés pero podía ser leal al Dios de Moisés aún en su ausencia. Se preguntó si debería orar por él todos los días y después de algunas horas pensó que en efecto debía hacerlo. Sólo le quedaba esperar y pedirle ayuda a Dios para aceptar lo que sea que hubiera de pasar. 

Mientras caminaba por los jardines del palacio sola, pasaba desapercibida, parecía que con su nueva indumentaria podía confundirse fácilmente con cualquiera de allí. 

Después de un rato llegó a la sala de entrenamiento y suspiró al pensar nuevamente en Moisés. Cerró los ojos y ahí mismo elevó un ruego al Dios de los hebreos.

Al ver que la sala de entrenamiento permanecía vacía se le ocurrió una atrevida y un tanto insensata idea, regresó a su habitación y tomó el arco que alguna vez perteneció a Maya, después caminó a paso rápido de regreso a la sala. Verla caminar por los pasillos del lugar con el arco y el carcaj en el hombro era un curioso espectáculo por lo que esta ocasión sí atrajo las miradas de algunos.

Cuando llegó a la sala de entrenamiento sonrió al ver que seguía vacía. Se dirigió a donde se encontraban unas especies de dianas y se paró frente a ellas. Intentó replicar lo que Moisés le había enseñado o lo que milagrosamente logró hacer en el desierto. Pero falló con cada una de las flechas. 

Nefertati se acercó a el blanco para quitar las flechas de mala gana y recoger las que ni siquiera habían tocado el blanco.

-Si Moisés estuviera aquí se sentiría decepcionado de mí -dijo Nefertari en voz alta-. Sus clases de tiro no han dado efecto en mí.  ¿Dónde estarás, Moisés? Te extraño tanto, no he hablado con nadie en estos días y me siento tan sola en este lugar, regresa ya... 

Un ruido en las cercanías hizo voltear a Nefertari.

-Creí que alguien se acercaba. No, no es nadie. Seguramente fue algo que se cayó. Es lo más seguro. Aún así debería irme ya. Lo sé, sólo debo recoger estas flechas y ya -Nefertari comenzó a hablar sola en un torpe intento de matar el tiempo, descubrió que era algo relajante hablar consigo misma y darse respuestas, sentía que no necesitaba más compañía que su propia mente 

Aunque después de un rato reflexionado en voz alta las cosas se volvían un poco raras.

-Recuerda, ¿Por qué hiciste esto? -se preguntó ella misma-. ¿Venir a Moab? Sí. Bueno, no es que quisiera venir a Moab, sólo seguí a Moisés, no quería separarme de él. Pero ahora Moisés no está aquí. Pensemos... Para cambiar de ambiente, no podía seguir en Egipto después de que él se fuera, era algo completamente impensable. No es un gran argumento. Lo sé, lo dejaré en que fue por seguir a Moisés y él volverá pronto...

Tal vez hablar consigo misma no era tan relajante. 

-¿Sabías que hablar sola es el primer síntoma de la locura? -dijo una voz detrás de ella que hizo que tirara la flecha que estaba colocando en el arco y respingara un poco 

El dueño de la voz rio y camino hacia ella.

-¿Nefertari, verdad?

Ella asintió. 

-Estaba en la sala del trono cuando tú y tu hermano llegaron por primera vez, ¿Eres buena con el arco? -dijo cambiando el tema de plática 

-Eh... no mucho en realidad. 

-¿Pero te gusta practicar? Podría ayudarte -dijo acercándose aún más a ella 

-No, no es necesario, ya me iba -dijo ella

-Podría mostrarte el palacio... Bueno, si quieres. Mi hermana me ha contado que has estado encerrada en tu habitación desde que tu hermano se fue, incluso creímos que estabas enferma, pero su dama le dijo que no.

-¿Emma? -preguntó Nefertari 

-Ella misma, ella es la dama de mi hermana. Digamos que, te la ha cedido sólo por estos días, algo que al principio no le agradaba demasiado, pero... tiene sus ventajas. 

-¿Eres hermano de la Reina Elda? -dijo Nefertari, ella ya había visto a la reina en más de una ocasión, le parecía una mujer hermosa, extremadamente atractiva, Nefertari se consideraba a sí misma como una niña al lado de su despampanante belleza. 

-Así es... ¡Oh! Perdóname, que descortés. Me llamo Zur.

-Zur hermano de la reina Elda -Nefertari sonrió-. Bueno, Zur. Sabes mi nombre. 

-Muy bonito, por cierto -dijo él haciendo referencia a su nombre 

-Gracias -dijo ella-. No quiero parecer mal agradecida, pero en verdad necesito ir a mi habitación y descansar, pero tal vez después puedas mostrarme el palacio.

Zur asintió. 

-Y platicarte de tu hermano, estuve con él hace unos días, de hecho debería seguir ahí pero vine con algunos hombres a contar las noticias. 

-¿Cómo está él? -preguntó ella con curiosidad 

-Oh, muy bien. Han habido bajas en nuestros hombres pero no hay motivos para preocuparse, tu hermano es un gran capitán.

Nefertari se sintió tentada a quedarse más tiempo y preguntar más sobre Moisés pero no quiso retractarse de lo dicho, así que sólo sonrió y se despidió con un asentimiento.

-Gracias, Zur -dijo antes de darse la vuelta 

-Ha sido un placer 

Después de eso tomaron caminos diferentes.

Después de eso tomaron caminos diferentes

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Bueno, he vuelto. Como sabéis esta historia ha estado pausada por meses. He decidido seguirla y les advierto que ya esta por acabar (o al menos en mi mente falta poco), así que si tenéis alguna idea 💡o les gustaría que suceda algo en específico me lo pueden decir y yo desarrollaré la idea 😉 A los que siguen leyendo, muchas gracias.

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