Hemos madurado

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Meses después...

La vida parecía haber mejorado para todo el mundo, la estadía de los chicos en la universidad iba bastante bien. Por un lado, Sesshomaru parecía abrirse cada vez más con Kagura, algo en ella le proporcionaba la paz que hacía tiempo no había sentido y eso le ayudaba a que el estrés de la carrera de medicina no lo hiciera enloquecer. Rin y Bankotsu por fin habían logrado acoplarse a sus horarios y de vez en cuando se daban sus escapadas para poder pasar tiempo juntos, ¡Claro! Siempre con la ayuda de sus amigos. La relación de Kagome y Miroku tenía buenos y malos momentos, el no haberse ido a la universidad en su momento, ahora los tenía algo frustrados y sin ánimos de volver a postularse, de alguna manera Miroku sentía que su oportunidad se había pasado y no perdía el tiempo en reprochárselo en ciertas ocasiones a la azabache. Inuyasha y Sota, por su parte, tuvieron una que otra conquista, sin embargo, ninguna llegó a nada serio.

Rin

Sábado 07:45 a.m.

Después de una larga y pesada semana en la universidad, había planeado dormir hasta tarde, tristemente mi sueño fue interrumpido cuando mi celular comenzó a sonar, por un momento considere en ignorarlo, pero, cuando una segunda llamada entro, me di cuenta de que era mejor responder, con sueño y sin ver de quien se trataba lo hice — ¡...Ho...la! — involuntariamente bostece

—Lo siento Rin, creo que te desperté — un doctor muy risueño se escuchó al otro lado de la llamada

—Le mentiría si dijera que no — bromeé aun con los ojos cerrados —Buenos días Doc.

—Buenos días... ¿Cómo estás? Aparte del sueño ¡Claro! — sin más opción me obligue a despertar para continuar la conversación — ¡Todo muy bien!

—Me alegra... Bueno el motivo de mi llamada es para hacerte una invitación

— ¿A dónde? — me intrigo saber

—A desayunar — rápidamente me senté en la cama — ¿Acaso está usted acá? — recordé no encontrarnos en la misma ciudad

—Así es ¿Aceptas?

—Por supuesto, me doy un baño rápido y salgo ¿Sí?

—Muy bien, te espero afuera del campus — colgué la llamada y me dirigí a la ducha.

En menos de 20 minutos estaba lista, un outfit sencillo de conjunto deportivo me salvo la vida. Al salir visualice el auto de Takemaru y con un ademán le salude, él amablemente me abrió la puerta del copiloto, por supuesto antes de subir no dude en darle un abrazo — ¡Me alegra verte, pequeña!

—A mí también me da gusto ¿Y mamá? — noté que no lo acompañaba

—No ha venido, esto será un desayuno entre tú y yo

— ¡Sospechoso! — lo dirigí la mirada juzgadora y después comencé a reír —Pero, acepto.

Takemaru condujo hasta una cafetería del centro de Providence, había buenos desayunos así que no dudamos en entrar. Él ordeno un café americano y un par de tostadas con queso fundido, yo me fui por algo más tradicional, un café capuchino y hotcakes, la verdad es que moría de hambre, a consecuencia de haberme quedado dormida la noche anterior y no haber cenado. Algunos minutos después de estar comiendo, noté que el Doc. Me observaba constantemente, pero sin hablar, así que decidí hacerlo yo — ¿Me dirás el motivo de esta invitación?

— ¿Acaso no puedo querer desayunar con la preciosa hija de mi preciosa novia?

— ¡Ja! Claro que sí, pero sé que algo me escondes

— ¡Me atrapaste! Me gustaría hablar de un tema especial — asentí para que supiera que lo escuchaba —Quiero... quiero proponerle matrimonio a tu mamá — juro que estuve a nada de escupir mi delicioso café por la impresión, no podía crees lo que escuchaba — ¿De verdad? — sabía que mi madre brincaría de la emoción si eso sucedía

La vida sigueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora