Eddie Munson necesita asesorías para graduarse y dejar atrás la preparatoria pero Skylar Reed no es, en lo absoluto, la idea de tutora que tenía en mente.
𝗲𝗱𝗱𝗶𝗲 𝗺𝘂𝗻𝘀𝗼𝗻 𝗳𝗮𝗻𝗳𝗶𝗰
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Eddie V.
Tenían horas dentro del aula y comerse las uñas para evitar perder la cabeza ya no era una opción viable a su impaciencia perpetua porque ya ni siquiera le quedaban cutículas por morder. Por más presión que ejerciera en los botones de la calculadora, esta no resolvía su vida como por arte de magia.
Lo que habría sido algo en verdad genial porque empezaba a verse como un completo incompetente.
Arrancó la hoja de su libreta de espirales, sobresaltando a la callada chica a su lado mientras comprimía el trozo de garabatos hasta convertirlo en un proyectil que lanzó con fuerza contra el muro, esperando a que cayera en el cesto de basura en la esquina de la sala. Por supuesto, su mala racha no solo se limitaba a la tarea sino que también afectó su coordinación, fallando el tiro.
Gruñó lleno de frustración, golpeando el lapicero sobre su pupitre, cruzándose de brazos y echando la nuca contra el respaldo, exhalando todo el aire contenido gracias a la rabia.
—Estoy perdido —se quejó entre dientes, masajeándose el puente de la nariz con las yemas, recuperando su carente humor para fingir decencia frente a su compañera de estudios.
—¿Necesitas ayuda con eso?
Por el rabillo del ojo la vio alejar su propia parte del proyecto que debían entregar al día siguiente, arrastrando la silla en su dirección, rechinando las patas de lámina sin protectores de goma por el piso de losa. La expresión frunciendo desagradablemente sus suaves facciones casi lo hacen reír.
Al menos estaba ante un rostro amable que le levantara los ánimos en tal situación.
—Déjalo, es inútil. —Se propuso volver a iniciar cuando la delicada mano femenina se adelantó a tomar su pluma, inclinándose sobre la mesa—. Sky —advirtió.
—¿Cómo quieres aprender algo si no quieres mi ayuda?
—¡No lo sé! —exclamó al aire, poniéndose de pie y caminando perezosamente hasta donde la bola de papel aterrizó a unos metros de él, aventándola dentro del tacho con certeza—. Han pasado tres semanas, esto no está funcionando.
Ella le dedicó una mirada nada amistosa.— ¿Qué insinúas, Munson?
Enmudeció tras la mención de su apellido en labios ajenos, la sonrisa que surcó sus comisuras fue rápida y fanfarrona, rascándose la cabeza en un reflejo nervioso. Al final regresó a su asiento alzando ambas palmas en señal de paz.
—No dije nada.
—Ya, eso me pareció. —Escribió el problema en cuestión, devolviendo el portaminas a sus manos para indicarle paso a paso–por tercera vez esa semana–lo que debía hacer para solucionarlo. Ya que la fecha del proyecto estaba prácticamente encima de ellos, la muchacha ya casi había completado sus incisos, confirmando las respuestas con la calculadora que se movía de un extremo de la mesa al otro—. ¿Qué estás haciendo aquí?
