CHAPTER TWELVE

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Eddie XVI

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Eddie XVI.

Su mañana no había sido la más productiva de la semana, ni siquiera del mes o de los últimos tres días, no mientras siguiera carcomiéndose la cabeza con la misma descabellada preocupación. Una que ni siquiera podía resolver con sus propias manos porque no estaba en su poder decidir que hacer al respecto.

Uno diría que cuando besas a tu chica de ensueño, pasan dos meses viéndote con ella a "escondidas" y todo luce aparentemente bien entre los dos ya no tienes que mortificarte por nada más; lo que era una terrible equivocación porque su chica necesitaba tiempo para... ¿para qué? Nadie iba a señalarlos de todos modos.

Podía empatizar con sus asuntos, resultaba imposible no intentarlo. Era muy reservada para convertirse en la comidilla del curso, demasiado tranquila para ser etiquetada como la novia del apestado del pueblo pero lo suficientemente extraña para convertirlos en una pareja de inadaptados por el resto de sus vidas.

A Eddie no le gustaba desperdiciar sus energías pensando en esas disparatadas. Tenía mejores cosas que hacer que ofuscarse por lo que pensaran de él aquel montón de mocosos conformistas de mierda que estudiaban en la preparatoria Hawkins.

Skylar era la que se agobiaba.

Hablando de ella, ni siquiera podía tenerla a su lado porque la revisión mensual que agendaba en el hospital general se la había arrebatado hasta el día siguiente. Es decir, ¿no podía haber sido cualquier otro día? ¿El domingo? ¡Incluso el sábado!

No, el destino quería que le hiciera falta ese lunes.

De acuerdo, tal vez se estaba dejando llevar por la exasperación, sencillamente nada se sentía igual sin ella siendo parte de su panorama. Su personalidad suavizaba todos los disgustos que le presentaba la vida de un adolescente como si se tratase de un filtro.

Aunque sus amigos lucían considerablemente aliviados por tenerlo de vuelta. Hacía semanas que no los escuchaba tan relajados, haciendo bromas de hombres o comentarios que no podían hacer frente a una dama.

No los entendía, Sky jamás los juzgaba.

Sin embargo, podía ver por qué los muchachos se comportaban tan tensos en presencia de la chica ABBA, a veces en verdad eran unos tipos raros, graciosos pero raros. Hasta el pesado de Wheeler estaba participando en la conversación, cosa rara porque tenía meses guardando silencio.

—¿Tienen algún problema con Sky?

La cuestión fue real, su curiosidad era legítima. No desvió la mirada de su charola con restos de comida chatarra que no pensaba tocar, pues no contaba con el apetito para colmarse el vacío en el estómago. El sabor amargo de cada bocado le alentaba a parar aunque podía ser algo puramente mental.

Cuando sintió la mirada consternada de todos en la mesa encima suyo, se dignó a alzar el rostro, neutral.

—¿Van a responder o solo van a verme como idiotas, eh?

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