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Los labios de Angie se movieron diestros por la boca de Ángel; besando y chupando a partes iguales el labio inferior. Lo agarró de la chaqueta y con ansias lo jaló hacia ella, haciéndolo quedar más cerca, sintiendo su miembro erecto como capa de campaña en el pantalón jean.

El aroma de mentas ligado con cigarro de Ángel se empezaba a colar en la habitación, cambiando y borrando algún otro olor que hubiera en ella. Sus labios, chocando contra los de Angie, creaban el delicioso compás ruidoso que la ponía boba, atontada, mandándola al cielo de los placeres eróticos más deseados y que solo ella, en aquel momento, estaba obteniendo.

Con sus manos, Ángel le rodeó la cintura y todavía besándola, la hizo caer encima del enorme colchón. Mientras la besaba, él empezó a pasar sus dedos por su abdomen, acariciando su vientre con adoración. Bajó sus labios al cuello de ella y comenzó a besarlo, sacándole pequeños jadeos; bajó su boca por su clavícula a la vez que posó sus largos dedos en las tiras que sostenían el encaje en la cintura de Angie.

Bajó los besos a su pecho, acelerando su respiración y besando el valle de sus senos con lujuria. Su dedo índice y su dedo corazón agarraron la tira de la braga y la halaron un poco hacia arriba, dejándola caer segundos después, creando un sonido seco y húmedo que hacía contraste con su piel mojada en sudor. Llevó su boca hasta uno de los grandes y redondos senos de Angie, pasando la lengua por las aureolas y por el pezón erguido con deseo. Chupó el pezón sacándole un gemido de pura satisfacción que lo llevaron a la gloria y calentó su respiración en segundos.

Empezó a bajar la braga por los muslos de ella hasta que ésta quedó a sus pies; pasó al otro seno, saboreándolo igual que el primero y después empezó a dejar un recorrido de besos en su vientre mientras lo acariciaba con su barba de dos días. Sin embargo, Ángel creaba un camino estrellado, tocando los lunares que había en su vientre, besando las estrías que tenía en su vientre bajo debido al antiguo embarazo; adorando cada parte que conformaba su silueta hasta llegar a su monte de venus y posar ahí su nariz, aspirando el olor de aquel lugar que una vez lo hizo ver las estrellas donde no las había y que esa vez se las haría ver de nuevo, pero con más intensidad.

Se saboreó los labios con lascivia, viendo la humedad salir de la cavidad vaginal de Angie y bajó su boca hasta allá, sacando la lengua y pasándola desde abajo hasta arriba, probando, probándola.

Las manos de ella se posaron en la cabeza de él mientras se retorcía por el sentimiento de lujuria provocado y gemía sin control, mirando el techo mientras el placer consumía su vista, volviéndola borrosa y turbia. La lengua de Ángel entró en Angie, moviéndose dentro de ella, obligándola a arquear la espalda cuando su palma recorrió su torso con lentitud hasta llegar a su pecho y tomar su seno izquierdo entre sus dedos, apretándolo y sintiendo como algunos extremos se salían.

-Ahí... ahí-Rogó Angie, lloriqueando de placer.

Ángel sacó su lengua y llevó un dedo dentro de ella para empezar a penetrarla con él, oyendo con satisfacción los gemidos entrecortados de Angie quien no se dedicaba a reprimirlos porque simplemente no podía.

-¿Aquí?-Le preguntó aún con su boca en la feminidad mojada de ella.

-¡Sí!

Ángel acarició con su lengua el clítoris hinchado de ella, retorciéndoselo con los dientes y apresurando los movimientos dentro de ella. No se cohibió al momento de empezar a retorcerle el pezón, como tampoco se cohibió al aumentar más los movimientos de su lengua en su clítoris, causando los movimientos inquietos de Angie.

Se rio de pronto, pensando que parecía una lombriz inquieta ahí en la cama y la vibración la hizo jadear.

-¡Oh, por Dios, oh, por Dios!-Gimió, apretando la cabeza de Ángel más hacia su vagina-¡Sí, Sí!

En las manos de Ángel.  (+18)  Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora